Desde principios del Siglo XX en Chile se venían desarrollando una serie de transformaciones sociales que respondieron a las precarias condiciones en que vivía gran parte de la sociedad chilena.
Si bien el período de los gobiernos radicales había significado importantes avances en el terreno social, logrando, por ejemplo, que el Estado asumiera en sus manos la solución de problemas básicos como la salud, la educación y la previsión, a mediados del siglo se mostraban, entre otras cosas, la necesidad de una mayor integración de las políticas públicas. Algunas de los factores fueron los siguientes:
El fracaso del Modelo ISI
A poco más de una década de su implementación, el modelo ISI (industrialización por sustitución de importaciones) daba señales de ser una estrategia incompleta y poco integral. Esto se puede explicar porque, aunque aumentó la producción de bienes de consumo, no ocurríó lo mismo con la fabricación de maquinaria. Ello implicó que la economía chilena continuara dependiendo de otras e incluso se intensificara esa dependencia, dado que la producción local de bienes manufacturados requirió mayor uso de tecnología importada.
Los altos niveles de inflación y desempleo
Una de las manifestaciones más claras del fracaso del modelo ISI fue el alza de los precios de las importaciones y la caída de los valores de las exportaciones. Esto pronto derivó en el incremento de la inflación, que en 1955 llegó hasta un nivel récord en la época (83,81%) y de los niveles de cesantía. Como respuesta, se comenzaron a producir diversas demostraciones de descontento espontáneas por parte de la población. La llamada «revuelta de la chaucha»(1949) y la «batalla de Santiago»(1957) fueron expresiones de descontento social que no se producíán en la capital desde 1905 y que evidenciaron de forma dramática un problema social profundo que se manifestaría con creciente fuerza.
Para entender este descontento social no solo es necesario conocer sus factores económicos, sino también contar con una panorámica general de las condiciones en las que vivíían los sectores más pobres de la sociedad chilena. En este sentido, en Chile existía una gran desigualdad social, cuyas manifestaciones estaban en las altas tasas de mortalidad infantil y un nivel de urbanización que no era el mismo para todos los grupos sociales, entre otros aspectos.
Las desigualdades sociales
Una de las carácterísticas que tuvo mayor influencia en las pésimas condiciones de vida que los sectores más pobres de la sociedad fue la inequitativa distribución de los ingresos.
Si bien las remuneraciones aumentaban año tras año, este incremento no se distribuía equitativamente entre todos los sectores sociales. Según una encuesta nacional realizada en 1967, el 100% más rico de la población chilena ganaba 27,2 veces el sueldo promedio del sector más pobre. Así, la desigualdad de ingresos fue el reflejo de la falta de oportunidades y de la segregación que caracterizó a la sociedad chilena durante este período.
El impacto de la migración campo-ciudad
Como viste en la Unidad 2, el proceso de migración de miles de familias desde los campos o las oficinas salitreras del norte hacia las principales urbes del país llevó a un aumento de la cesantía y de la pobreza en las ciudades. Frente a la falta de viviendas y de las escasas oportunidades de trabajo en las ciudades, miles de familias se desplazaron hacia los márgenes de estas y en terrenos baldíos levantaron poblaciones callampas o incluso optaron por la ocupación de terrenos.La situación de marginación urbana vivida por miles de familias se transformó en un problema social y político, que llevó a las autoridades a buscar soluciones e hizo evidente la necesidad de cambiar de actitud frente a las problemáticas sociales. Así, se implementaron diversas políticas basadas en la entrega de soluciones habitacionales. No obstante, la lentitud del proceso de entrega de las viviendas y el aumento explosivo de las necesidades habitacionales hicieron que estas iniciativas no lograran terminar con las ocupacions ilegales de terrenos e incluso una década más tarde agudizaron el proceso al dar el paso a la acción de movimientos más radicalizados.
Frente a las precarias condiciones de vida en que se econtraba gran parte de la población chilena, la idea de lograr un cambio social comenzó a ser parte del clima cultural e irrumpíó con fuerza en la década de 1960, cuando la participación ciudadana alcanzó niveles nunca antes vistos en la historia del país. Debido a la influencia de la Guerra Fría, en Chile los conceptos de «reforma» y «revolución» permearon a los distintos sectores políticos y sociales, en medio de un consenso mayoritario respecto de la necesidad de generar cambios estructurales en la sociedad.
El proceso de politización de la sociedad se comenzó a concentrar en temas como las reivindicaciones laborales, la demanda por viviendas, el acceso y la relevancia de la educación y la reforma universitaria. Además, sectores como los jóvenes, las mujeres y los campesinos, cuyos derechos políticos habían sido reconocidos en el pasado, se consolidaron como actores sociales y con voz en el espacio público.
La consolidación del movimiento sindical
Organizado desde mediados del Siglo XIX, el movimiento de trabajadores y trabajadoras jugó un papel clave a partir de 1953, cuando las organizaciones sindicales confluyeron en la formación de la Central Única de Trabajadores (CUT). La huelga se transformó en su principal herramienta de lucha, uniendo a diversos sectores de trabajadores urbanos y rurales.
La irrupción del movimiento de pobladores
Frente a la alta necesidad de viviendas, los pobladores tuvieron como principal fuerza de presión la ocupación del suelo urbano, como en el caso de la Población La Victoria (1957) y la población La Herminda de la Victoria (1967). No obstante, también siguieron la vía institucional junto a las autoridades a través de las «operaciones sitios» y «soluciones habitacionales», como por ejemplo la población José María Caro (1959).
El despertar de los jóvenes universitarios
Durante la década de 1960, las y los estudiantes de las distintas instituciones educativas del país exigieron una mayor participación en el gobierno de las universidades y una mejor inserción de estas instituciones en el desarrollo del país.
Un factor relevante para entender la ampliación de la participación ciudadana en la década de 1960 fue la masificación de los medios de comunicación y de nuevos productos culturales que ensancharon el horizonte de la cultura chilena, al favorecer la llegada de ideas e influencias desde otros países.
La música
A partir de 1955, la radio se convirtió en un aparato portátil y comenzó a verse influenciada por las corrientes musicales que se desarrollaban en el extranjero. La Nueva Ola fue el primer movimiento chileno de este tipo, fusionando elementos del rock and roll con la balada ROMántica italiana. Otro ejemplo fue la Nueva Canción Chilena, que se desarrolló desde la década de 1960 y vinculó la música con el compromiso social. Algunas figuras destacadas de esta última fueron Víctor Jara, Patricio Manns y los grupos Quilapayún e Inti Illimani.
La televisión
Si bien las primeras transmisiones televisivas se efectuaron a fines de 1950, fue recién en 1968 cuando este medio comenzó su verdadero crecimiento, gracias a la creación del canal estatal Televisión Nacional de Chile. Esta empresa recibíó la explícita misión de llevar la televisión a todo el país, pues los canales de televisión que la antecedieron tuvieron un impacto más bien local, en Valparaíso (el canal de la Universidad Católica de Valparaíso) y en Santiago (el de la Universidad Católica). Rápidamente,las estaciones repetidoras se multiplicaron por el territorio,de modo que hacia 1969, la señal tenía cobertura nacional con más de 12 horas diarias de transmisión.
Los cambios en la sociedad
Los medios de comunicación también posibilitaron la difusión de movimientos culturales, como el de los hippies del hemisferio norte. Influenciados por discos de música y películas, miles de jóvenes chilenos adoptaron sus principales postulados. El influjo de esta cultura juvenil más libre y desinhibida se apreció en un sinfín de ámbitos. Por ejemplo, la sexualidad fue vista como algo más cotidiano y natural, gracias a inventos como la pastilla anticonceptiva, comercializada en el país desde 1962.
Entre las décadas de 1950 y 1960, la historia política chilena estuvo marcada por importantes procesos de cambio que buscaban profundizar la democracia y garantizar la inclusión de sectores sociales tradicionalmente excluidos.
Reestructuración del sistema de partidos
La forma de hacer política que había imperado en Chile desde el Siglo XIX asignaba un rol preponderante a los partidos políticos, basándose en el papel fundamental que jugaba el centro, principalmente debido a su carácter pragmático y su movilidad dentro del espectro político. Durante las décadas de 1940 y 1950, el Partido Radical había sido el principal exponente de este centro, pero,tras varios años en el poder, su alianza con otros sectores comenzó a ser mal evaluada y criticada por la ciudadanía.De esta crítica emergíó una nueva política que consideró que el valor de las ideas y programas debía imperar por sobre los protocolos políticos y la negociación.Además, ante la constatación de que Chile estaba estancado en muchas áreas, cada partido o sector político concibió una respuesta estructural que apuntaba a acelerar e intensificar las transformaciones sociales y económicas según su punto de vista o ideología.
El surgimiento de un nuevo centro político
En este escenario de cambios, el sistema político se reestructuró con un nuevo centro: el Partido Demócrata Cristiano (PDC), constituido en 1957 mayormente por jóvenes profesionales, universitarios y católicos. Algunos de sus líderes fueron Bernardo Leighton, Eduardo Freí Montalva y Radomiro Tomic, que unificaron consignas de solidaridad cristiana con propuestas de cambios sociales estructurales. Pero, a diferencia del rol que cumplía el Partido Radical anteriormente, la Democracia Cristiana no buscó establecer alianzas ni negociaciones, sino que apuntaron a instalar su proyecto político como una alternativa para llevar adelante los cambios que la sociedad necesitaba. A juicio de algunos analistas, este nuevo rol del centro ideologizado favorecíó la polarización del sistema político nacional y el posterior quiebre de la democracia.
Proyectos exclueyentes
Lograr el cambio social representó la gran utopía de la década de 1960. Así, se conformaron tres proyectos entre los que se repartíó equilibradamente el electorado, alcanzando cada uno prácticamente un tercio de los votos(lo que fue denominado como la política de los tres tercios).El carácter excluyente de cada uno de estos proyectos determinaba que la implementación de uno de ellos supónía la supresión de los dos restantes. Esto finalmente llevó a una polarización política, en la que cada sector buscaba aplicar su propio modelo para cambiar la sociedad chilena.
El proyecto de la derecha
Este proyecto fue el que se impulsó durante el gobierno de Jorge Alessandri (1958-1964). La idea de reforma impulsada por el sector que lo apoyó partía de la base de que era necesario un cambio profundo para terminar con un modelo estancado que se había revelado incapaz de guiar al país sólidamente hacia el desarrollo. Por esto, su principal consigna fue la modernización de la economía, lo que implicaba acotar la presencia estatal y reforzar la empresa privada, entre otras medidas.
La “revolución en libertad”
El programa que la Democracia Cristiana buscó implementar desde el gobierno de Eduardo Freí Montalva (1964-1970) planteaba que el Estado continuara ocupando un papel central en la economía nacional y que, además, asumiera la tarea de ampliar la democracia. Para ello, desarrolló una reforma educativa, amplió el derecho a la organización sindical a los trabajadores rurales y multiplicó instancias de asociación de base, como juntas de vecinos y centros de madres, lo que fue conocido como el Programa de Promoción Popular.
La “vía chilena al socialismo”
Esta propuesta fue impulsada por la Unidad Popular, una coalición de partidos de izquierda conformada en 1969, y se llevó a cabo durante el gobierno de Salvador Allende Gossens (1970-1973). Propónía realizar una “revolución con empanadas y vino tinto”, es decir, una revolución socialista, pero a la chilena, que implicaba la opción de participación en elecciones democráticas. Para lograrlo, pretendía profundizar medidas que ya habían sido iniciadas en el gobierno de Freí Montalva, como las expropiaciones agrícolas y la chilenización del cobre, además de aplicar cambios como la creación de un área de propiedad social, la estatización de industrias estratégicas y del sistema financiero, y fomentar la participación de los sectores populares.
Reformas estructurales
En este contexto político, los gobiernos que se sucedieron a partir de 1958 promovieron una serie de transformaciones que debían impactar en el conjunto de la sociedad chilena,inaugurando un período que algunos historiadores han denominado como la “época de planificaciones globales”.
La reforma agraria
Durante el Siglo XX, una serie de factores provocaron que el campo chileno fuese considerado como una carga para el crecimiento, fundamentalmente por la estructura de la propiedad agrícola.En 1925, por ejemplo, menos de 10 000 propietarios eran dueños de más del 90% de la tierra, en tanto que casi 100 000 pequeños y medianos propietarios explotaban poco más del 9%. Junto con inhibir la inversión en el campo, esta estructura de gran latifundio obstaculizó la incorporación de tecnología en los predios rurales y generó cada vez menos trabajo, forzando a sus habitantes a migrar a las ciudades. Como estrategia para superar estas deficiencias,desde inicios de la década de 1960 se implementaron distintos programas de reforma agraria, que buscaban transformar la estructura de propiedad, creando unidades económicas agrícolas más productivas que el gran latifundio.
La chilenización del cobre
Junto con la transformación estructural emprendida en el campo, se llevaron a cabo cambios en la propiedad de la gran minería del cobre, que estaba en manos de compañías estadounidenses. Las ganancias del Estado asociadas a la minería del cobre provénían de los impuestos que las compañías estadounidenses pagaban por la exportación del mineral y gran parte de los ingresos fiscales dependían de la exportación de esta materia prima. Este escenario llevó al gobierno de Freí Montalva a iniciar el proceso de chilenización del cobre, que consistíó en negociar la propiedad de los yacimientos, con la finalidad de reservar para el Estado chileno el 51 % de las acciones. En 1967 se concretó la compra de las acciones de El Teniente en 80 millones de dólares. Después, en 1969,se compró el 51 % de Chuquicamata y El Salvador en 180 millones de dólares. Posteriormente, durante el gobierno de Allende, este proceso se profundizará mediante la nacionalización del cobre que estudiarás en la Unidad 4.
La reforma educacional
En 1965, el gobierno de Freí Montalva inició una reforma educacional orientada a mejorar la calidad de la enseñanza. Para ello, se reformaron los planes de estudio, se perfecciónó a los docentes y se mejoró la infraestructura educacional. También se modificó la organización del sistema escolar al definir una educación básica obligatoria de ocho años y una media de cuatro años, que podía orientarse a la preparación para la educación superior (modalidad científico-humanista) o a la formación técnico-profesional.