9.1. LOS AUSTRIAS DEL SIGLO XVII. GOBIERNO DE VALIDOS Y CONFLICTOS INTERNOS.
La principal innovación en el funcionamiento del sistema político de la monarquía española en el siglo XVII fueron los validos. Los validos son personajes, miembros de la aristocracia, en los que el rey depositaba su total confianza. El monarca se desentendía de las labores de gobierno y el valido tomaba las principales decisiones. El valido era un primer ministro con plenitud de poderes que gobernaba en nombre del rey. Normalmente vivían en la corte, donde forjaban su amistad con el soberano, quien depositaba en ellos toda su confianza hasta el punto de ser ellos quienes tomaban todas las decisiones, tanto en política interior como exterior. Por otra parte, su utilización tenía una gran ventaja: el rey nunca era responsable de una decisión errónea, pues él no la había tomado, de forma que las críticas caían sobre el valido que además, era fácilmente sustituido por otro.
Validos de Felipe III: Duque de Lerma y Duque de Uceda.Validos de Felipe IV: Conde-Duque de Olivares y Luis de Haro.Validos de Carlos II: Padre Nithard, Fernando Valenzuela, durante la Regencia de Mariana de Austria (1665-1675), D. Juan José de Austria, Duque de Medinaceli y Conde de Oropesa.
A lo largo del XVII bajo el mandato de los Austrias menores la monarquía se vio aquejada de múltiples conflictos internos. Las tensiones políticas unidas a la profunda crisis económica y social fueron las causantes de la conflictividad.
Felipe III continuó la política de intolerancia religiosa: en 1609 decretó la expulsión de los moriscos. Más de 270.000 personas salieron de la Península al exilio. Esta medida afectó especialmente a los reinos de Aragón y Valencia y provocó el despoblamiento de determinadas zonas y falta de mano de obra agrícola.
El valido de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares, trató de que los demás reinos peninsulares colaboraran al mismo nivel que Castilla en el esfuerzo bélico que agobiaba a una monarquía con graves dificultades financieras. Este proyecto de Olivares, conocido como la Unión de Armas desencadenó la crisis más grave del siglo XVII, la crisis de 1640 en la que se produjeron las sublevaciones de Cataluña y Portugal justo en el momento en que España estaba metida de lleno en la Guerra de los Treinta Años contra Holanda, Francia y los estados protestantes alemanes.
Animadas por la rebelión catalana, las Cortes portuguesas proclamaron rey al duque de Braganza. Mariana de Austria, madre-regente de Carlos II, acabó reconociendo la independencia de Portugal en 1668.También hubo levantamientos de tinte separatista en Andalucía, Aragón y Nápoles. El último de los Austrias fue Carlos II, enfermizo y débil, posiblemente por los matrimonios consanguíneos. Durante su reinado de sucedieron los validos, existiendo una sensación general de desgobierno.
9.2. LA CRISIS DE 1640
La entrada de España en la Guerra de los Treinta Años y la ruptura de la Tregua de los Doce años con Holanda puso de manifiesto la necesidad de resursos humanos y económicos de la monarquía. El Conde-Duque de Olivares en su proyecto conocido como el Gran Memorial, intentó llevar a cabo una reforma por la que se consiguiera la unificación legislativa e institucional de todos los reinos, incluyendo, en el apartado fiscal, el reparto equitativo de las cargas de forma que no recayera exclusivamente en Castilla el mantenimiento del Imperio. El Memorial incluía el proyecto de la Unión de Armas por el que se crearía un ejército permanente de 140.000 hombres costeados por cada reino en función de su población. La negativa de los reinos impidió su puesta en práctica. Tras la entrada de Francia en la Guerra de los Treinta Años en 1635, las necesidades fueron mayores por lo que se intentó revitalizar el proyecto, dando origen a la crisis de 1640 en la que Cataluña y Portugal fueron los protagonistas pese a que también se produjeron intentos separatistas en Nápoles, Aragón y Andalucía.El fracaso de Olivares para que las instituciones catalanas aceptaran la Unión de Armas no le impidió mandar tropas al Principado al estallar la guerra con Francia. La presencia de tropas castellanas precipitó el estallido de revueltas entre el campesinado catalán. Finalmente el día del Corpus Christi de 1640 (Corpus de Sangre), grupos de campesinos atacaron Barcelona, asesinaron al virrey y precipitaron la huida de las autoridades.La Generalitat presidida por Pau Claris se puso al frente de la rebelión. Los rebeldes aceptaron la soberanía de Francia. Se inició una guerra a la que Olivares consideró prioritaria y que acabó con la reconquista de Cataluña en 1652. Sin embargo, la Corona Española perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos en 1659.Aprovechando la crisis catalana, en diciembre de 1640 se inició la rebelión en Portugal. La falta de ayuda castellana ante los ataques holandeses contra las posesiones portuguesas en Asia y la presencia de castellanos en el gobierno del reino provocaron que las clases dirigentes lusas dejaran de ver ventajas en su unión a la Corona española. La rebelión, organizada en torno a la dinastía de los Braganza, se extendió rápidamente. El apoyo de Francia e Inglaterra, ansiosas de debilitar a España, llevó a que finalmente, Mariana de Austria (madre-regente de Carlos II) acabara reconociendo la independencia de Portugal en 1668.
9.3. EL OCASO DEL IMPERIO ESPAÑOL EN EUROPA.
El reinado Felipe III (1598-1621) fue un reinado pacífico. Agotada España y sus enemigos tras las continuas guerras del siglo anterior, se paralizaron los conflictos con Francia, Inglaterra y los rebeldes holandeses, con los que se firmó la Tregua de los Doce Años.Con Felipe IV (1621-1665) y su valido, el Conde-Duque de Olivares, España volvió a implicarse en los grandes conflictos europeos. La monarquía española participó en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), apoyando a los Habsburgo de Viena (Emperador del Imperio Germánico) y a los príncipes católicos alemanes. El fin de la Tregua de los Doce Años (1609-1621) añadió un nuevo frente al conflicto.
La guerra se inició en 1618 con la rebelión protestante en Bohemia contra el Imperio de los Habsburgo austriacos. España acudió en auxilio del Imperio y los protestantes fueron derrotados en 1620. Pero la guerra continuó afectando también a Flandes donde se obtuvieron algunos éxitos como la rendición de Breda.
La guerra cambió de signo cuando Francia decidió participar directamente en 1635 apoyando a los protestantes. Los contendientes, agotados tras una larga guerra, entablaron conversaciones de paz que culminaron con el Tratado de Westfalia (1648). En 1650 España reconoció la independencia del norte de Flandes que pasó a llamarse Provincias Unidas de Holanda.
La guerra con Francia continuó hasta 1659, año en que se firmó la Paz de los Pirineos, en la que Felipe IV aceptó importantes cesiones territoriales, Rosellón y Cerdaña, Artois… en beneficio de la Francia de Luis XIII. El acuerdo se sellaba con un enlace matrimonial por el que Luis XIV se casaba con la infanta Mª Teresa de Austria. Este enlace sería la puerta de acceso de los Borbones al trono español.
La débil monarquía de Carlos II (1665-1700) fue incapaz de frenar al expansionismo francés de Luis XIV, España cedió diversos territorios europeos en las Paces de Nimega, Aquisgrán y Ryswick. Su muerte sin descendencia provocó la Guerra de Sucesión (1701-1713) al trono español en la que al conflicto interno se superpondrá un conflicto europeo general. La Paz de Utrech en 1713 significó el fin del imperio español en Europa.
9.4. EVOLUCIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL EN EL SIGLO XVII.90
El siglo XVII fue un siglo de crisis económica en Europa en general, en el Mediterráneo en particular, y, muy especialmente, en la Península Ibérica. En la Corona española la crisis fue más temprana y más profunda que en el resto de EuropaEl descenso demográfico fue motivado por las constantes epidemias de peste negra, el hambre, las bajas en las guerras, la merma de la natalidad, la expulsión de los moriscos y, en menor medida, la emigración a América. Se evidenció un cambio en la distribución de la población pasando la periferia a tener mayor peso específico al tiempo que se producía la decadencia de las grandes ciudades castellanas a excepción de Madrid.Hasta la década de 1680 España sufrió una gran crisis económica cuya causa principal fue la política exterior, que absorbió los ingresos ordinarios (metales americanos e impuestos tradicionales) obligando a recurrir a medidas extraordinarias como el aumento de la presión fiscal o la devaluación de la moneda (vellón).
La producción agrícola disminuyó por las malas cosechas, favoreciendo las hambrunas. El descenso de la población provocó una caída de la demanda que afectó también a la artesanía y al comercio. Además los prejuicios sociales de las clases adineradas (visión negativa del trabajo) perjudicaron el desarrollo económico. El comercio estaba dominado por extranjeros. El atraso tecnológico respecto a Europa hizo necesario recurrir a importaciones.
La crisis afectó a la rígida sociedad estamental. El campesinado vio como empeoraban sus ya penosas condiciones de vida. La nobleza continuó aferrada a sus privilegios incrementando el nivel de renta de los señoríos. El clero aumentó su número al tiempo que también lo hacían los grupos marginados. La mentalidad social imperante, marcada por el desprestigio al trabajo, agravó la crisis social y económica. El hidalgo ocioso y el pícaro se convirtieron en arquetipos sociales de la España del Barroco.Esta mentalidad llevó a que, exceptuando ciudades mercantiles como Cádiz o Barcelona, no se pueda hablar de la existencia de una burguesía (mercaderes, fabricantes) con mentalidad empresarial que promoviese el desarrollo económico, tal como estaba ocurriendo en Inglaterra, Holanda… Las gentes con medios económicos, en vez de hacer inversiones productivas en la agricultura, el comercio o la artesanía, tendieron a buscar el medio de ennoblecerse, adquirir tierras y vivir a la manera noble.