Política Exterior e Interior de Carlos V y Felipe II: Conflictos y Unidad Ibérica

Política Exterior de Carlos V: Objetivos, Conflictos y Legado

Objetivos y Medios

La política exterior de Carlos V (1516-1556) se caracterizó por una dualidad:

  • Teoría: Buscaba una Europa unida bajo la autoridad de un emperador cristiano, promoviendo la convivencia pacífica entre los diversos estados.
  • Realidad: Su principal objetivo era mantener la integridad de su vasto patrimonio y asegurar la hegemonía política en Europa. Esto lo llevó a constantes y costosas guerras.

Para lograr sus objetivos, Carlos V contó con los recursos heredados de los Reyes Católicos:

  • Un poderoso ejército.
  • Una eficiente diplomacia.
  • El oro y la plata provenientes de América, que financiaban su política exterior.

Guerras con Francia

Francia fue el principal rival de Carlos V, e Italia el escenario principal de sus enfrentamientos. Tras derrotar a Francisco I de Francia en la batalla de Pavía (1525), Carlos V adquirió Milán y consolidó su dominio en el norte de Italia. Aunque las victorias militares aumentaron su prestigio, también supusieron una pesada carga financiera para la corona. La paz con Francia no llegó hasta el comienzo del reinado de Felipe II, con la retirada francesa de Italia y la consolidación de la hegemonía hispánica en Europa.

Lucha contra los Turcos

La expansión del Imperio Otomano amenazaba las posesiones de Carlos V en dos frentes:

  • Europa Central: Los turcos conquistaron gran parte de Hungría y llegaron a sitiar Viena en 1529.
  • Mediterráneo: Los turcos se aliaron con piratas berberiscos, quienes saqueaban las costas mediterráneas de Italia y España, capturando cristianos para venderlos como esclavos o exigir rescates.

La lucha contra los turcos no fue una prioridad para Carlos V, quien solo actuó en situaciones extremas. El Mediterráneo se convirtió en un mar inseguro, con costas indefensas y sin una flota poderosa. Este conflicto resurgiría con mayor intensidad durante el reinado de Felipe II.

El Enfrentamiento con los Príncipes Protestantes Alemanes

El nombramiento de Carlos V como emperador de Alemania coincidió con la difusión de la Reforma luterana. El luteranismo, que presentaba diferencias doctrinales con la Iglesia Católica Romana, se extendió rápidamente entre todas las clases sociales, especialmente en el norte de Alemania. Algunos príncipes alemanes apoyaron la Reforma, viendo en ella una oportunidad para apropiarse de los bienes de la Iglesia y liberarse de la tutela imperial.

En los primeros años, el emperador buscó una aproximación entre ambas posturas. Aunque condenó las teorías de Lutero, no apoyó los deseos papales de una ruptura total con los protestantes. Intentó integrar a los disidentes luteranos, aceptando sus críticas, y solicitó la convocatoria de un concilio, a lo que el papado se oponía.

Los príncipes protestantes formaron la Liga de Esmalcalda en 1531 para defender sus intereses frente a Carlos V.

El Concilio de Trento (1545-1563) finalmente se reunió, pero los protestantes no acudieron. A este movimiento católico surgido del Concilio se le conoce como la Contrarreforma.

Carlos V se enfrentó militarmente a los príncipes alemanes, derrotándolos en Mühlberg (1547), pero no logró imponer su autoridad política.

Tras el fracaso de las vías diplomática y militar, Carlos V aceptó la imposibilidad de lograr la unidad religiosa. Firmó la Paz de Augsburgo (1555), que concedía a cada príncipe la libertad de imponer la religión católica o la luterana en sus territorios. El emperador abdicó en su hijo Felipe II en 1555 y se retiró al monasterio de Yuste, donde murió en 1558.

La Monarquía Hispánica de Felipe II (1556-1598): Consolidación y Conflictos

Territorios Gobernados y Nuevas Condiciones

Carlos V dejó a su hijo Felipe II todos sus estados, excepto los territorios austriacos y el título imperial, que pasaron a su hermano Fernando. También le legó sus objetivos políticos: mantener la hegemonía en Europa y la integridad del patrimonio heredado. A esto, Felipe II sumaría Portugal y todas sus posesiones ultramarinas.

Aunque Felipe II ostentaba el título de rey, no de emperador, sus dominios eran más extensos y homogéneos que los de su padre. Gobernó desde Madrid, establecida como capital en 1561, consolidando una corte imperial. A diferencia de su padre, un monarca viajero, Felipe II gobernó a distancia, a través de una vasta administración y un ejército permanente. Los reinos hispánicos constituyeron el centro de sus dominios, aunque su política exterior no siempre coincidió con los intereses de sus súbditos españoles.

Debido a la «hispanización» de su política, los territorios gobernados por Felipe II se conocen como Monarquía Hispánica o Imperio Hispánico, especialmente a partir de 1580. Felipe II aspiraba a ser el líder y defensor del catolicismo, intentando mantener la unidad religiosa. Su autoritarismo político y religioso provocó diversas rebeliones.

Conflictos Internos y Unidad Religiosa

Felipe II se caracterizó por:

  • Apoyo a la Contrarreforma: Para evitar la expansión del protestantismo, se cerraron las fronteras a las ideas contrarias a la ortodoxia católica. La Inquisición persiguió a protestantes, erasmistas y cualquier sospechoso de herejía.

La Rebelión de los Moriscos de las Alpujarras (1568-1570)

Los moriscos granadinos representaban un problema religioso, social y político. Su conversión al cristianismo era considerada poco sincera, no se integraban en la sociedad cristiana e incluso algunos se dedicaban al bandolerismo. La actuación inquisitorial contra ellos se intensificó a partir de 1550, con encarcelamientos y confiscaciones de bienes.

La rebelión estalló debido a unas normas dictadas por el rey que prohibían el uso de la lengua árabe, las vestimentas y apellidos árabes, y la práctica de ceremonias y costumbres musulmanas. El foco principal de la rebelión fue la región de las Alpujarras, donde los moriscos constituían más de la mitad de la población. El conflicto concluyó en 1570 con la intervención de Don Juan de Austria. Los supervivientes fueron expulsados al norte de África o dispersados por Castilla, y sus tierras confiscadas. Esta expulsión incrementó la seguridad del litoral mediterráneo andaluz.

El Caso de Antonio Pérez y la Revuelta de Aragón (1590-1592)

Algunas decisiones de Felipe II en Aragón generaron descontento entre nobles y burgueses, quienes consideraban que amenazaban sus fueros. Antonio Pérez, antiguo secretario personal del rey, preso desde hacía 11 años, huyó y se refugió en Aragón, acogiéndose al derecho de manifestación y a la protección del Justicia Mayor.

Para evitar su fuga, Felipe II recurrió al Tribunal de la Inquisición, acusándolo de delitos contra la fe católica. Los aragoneses consideraron este encarcelamiento un contrafuero, provocando un motín en Zaragoza que liberó a Antonio Pérez. El ejército real restableció el orden y tomó represalias contra las autoridades responsables, ejecutando, entre otros, al Justicia Mayor, Juan de Lanuza. Antonio Pérez huyó a Francia.

Las Cortes de Aragón de 1592 aceptaron una reducción de los derechos forales, aunque se mantuvieron la esencia de los fueros e instituciones aragonesas.

La Unidad Ibérica (1580-1581)

La muerte del rey Sebastián de Portugal en 1578 sin herederos directos planteó un problema sucesorio. Felipe II, tío del fallecido, reclamó sus derechos a la corona, contando con el apoyo de la nobleza, el alto clero y la alta burguesía portuguesa. Sin embargo, los sectores populares y el bajo clero se opusieron a su coronación.

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