Política internacional de Carlos V

8. La España del Siglo XVI

8.1. El Imperio de Carlos V: Conflictos internos. Comunidades y Germánías

En el Siglo XVI reinan en España los Austrias mayores (Carlos V y Felipe II). Carlos V recibíó una gran herencia y se convirtió en el s.XVI en el monarca más poderoso de Europa. Su herencia alentó en él su idea imperial, intentando reunir a toda la cristiandad bajo su bandera de emperador para luchar contra los protestantes. Nacido en Flandes, Carlos llegó a Castilla con dieciocho años, sin experiencia y desconociendo las costumbres e idioma de su reino, dado lo cual depositó su confianza en sus dignatarios flamencos, a los que les procuró altas dignidades y acceso a rentas y riquezas. Esto molestó a los castellanos, así como la elevada carga fiscal que les impuso para financiar su política exterior.
Las Comunidades de Castilla fueron una rebelión armada de las ciudades castellanas, que no se resignaban a perder sus libertades ante el creciente poder del rey y de sus consejeros extranjeros. El rey y la nobleza castellana se aliaron para combatir a los comuneros, que fueron derrotados en la batalla de Villalar (1521) y sus dirigentes (Padilla, Bravo y Maldonado) decapitados.
Las Germánías de Valencia y Mallorca fueron un movimiento más social que político: fue una rebelión del artesanado urbano contra el dominio que ejercían en las ciudades la nobleza y la alta burguésía. Carlos I había otorgado a la ciudad de Valencia la posibilidad de formar milicias (Germánías) para defenderse de los piratas berberiscos. Como los nobles habían huido de la ciudad por miedo al contagio de una epidemia de peste, los artesanos aprovecharon la ocasión, se hicieron con las armas y se rebelaron contra la nobleza. La uníón del rey y los nobles sofocó también este movimiento.
Consecuencia de estos conflictos fue el fortalecimiento del poder real, con el apoyo de la nobleza, y el declive de la burguésía y de las Cortes, sobre todo en Castilla.

8.2. La Monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica

Felipe II no intentó, como su padre Carlos V, imponer la idea medieval de la universitas christiana, imposible tras la paz de Augsburgo que reconocíó la libertad religiosa a los protestantes. Lo que pretendíó fue consolidar la supremacía del Imperio hispánico en Europa. Consiguió ampliarlo con la anexión de Portugal y su Imperio ultramarino, pero perdíó Holanda. Felipe II, al igual que su padre, no se propuso la unificación política de países tan diversos, pero los hizo colaborar a todos en unos objetivos comunes. Sus enemigos fueron: 1) Los turcos, a los que derrotó en la batalla de Lepanto. 2) Los protestantes de Flandes, mayoritarios en las provincias del norte, que tras una larguísima guerra consiguieron la independencia, aunque las provincias del sur, de mayoría católica, se mantuvieron fieles a Felipe II. 3) Inglaterra, que apoyaba a los rebeldes de Flandes y quería romper el monopolio comercial de España con las colonias de América. El envío de la Armada Invencible contra Inglaterra (1588) fue un gran fracaso militar.
El fracaso de las Comunidades y las Germánías fortalecíó a la monarquía. Años después, en las Cortes de Toledo de 1538, la nobleza y el clero se opusieron al proyecto real de un nuevo impuesto que también ellos habrían de pagar. Carlos V renunció al proyecto, pero no volvíó a convocar a la nobleza y el clero a las Cortes, con lo que éstas se redujeron a la representación de las ciudades, que no tuvieron fuerza para resistirse al absolutismo regio. Por ello, Castilla se convierte en un instrumento dócil a la política de los Austrias. En cambio, Navarra, las provincias vascongadas y los países de la Corona de Aragón conservaron mejor sus antiguas instituciones y su autonomía política. Estaban decididas a defender sus fueros, como se demostró con la crisis de Antonio Pérez en Aragón y los reyes las respetaron. Los municipios en estos territorios fueron más democráticos y sus Cortes más representativas.

8.3. El modelo político de los Austrias. La uníón de reinos

Política exterior. Carlos V recibíó como herencia un inmenso Imperio, fruto de la política matrimonial de los Reyes Católicos. La idea imperial de Carlos V surgíó tras ser elegido emperador de Alemania y consistíó en reunir a toda la cristiandad, bajo la bandera del emperador, para luchar contra los enemigos del catolicismo: los turcos y los protestantes. Esta idea, un tanto medieval, fue continuada por Felipe II. En conjunto puede decirse que esta política fracasó, a pesar de que se mantuvo la hegemonía española en Europa durante todo el Siglo XVI.

Política interior


Crecíó el poder real, sobre todo desde la derrota de los Comuneros. Decayeron las Cortes, sobre todo en Castilla, y se reforzaron los Consejos. Sin embargo, cada reino mantuvo su política interior, sus instituciones y su autonomía. Siguió en vigor el principio establecido por los Reyes Católicos de Reinos juntos, pero apartados. El monarca era el mismo en todos los estados de la monarquía, pero los estados como tales nunca se unieron. Sólo la política exterior era común y dirigida por los monarcas, y fue sufragada sobre todo por Castilla.

8.4. Economía y sociedad en la España del Siglo XVI

Economía.- El s. XVI fue, para todo el Occidente europeo, una fase de expansión económica, caracterizada por la revolución de los precios. En España, la primera mitad del siglo (época de Carlos I) es un período de prosperidad, mientras que la segunda (reinado de Felipe II) registra ya síntomas de cansancio, con crisis periódicas.
La revolución de los precios consistíó en una subida de los precios en España debida a la abundancia de metales preciosos procedentes de América. Esta subida de precios también se produjo en el resto de Europa, pero más moderada, y sirvió de estímulo al desarrollo del capitalismo. En España, en cambio, la subida de precios hizo que nuestros productos no fueran competitivos y España comenzó a quedar rezagada de Europa.

Sociedad


– El predominio social correspondía a la nobleza, aunque había grandes diferencias entre la alta nobleza o nobleza titulada y la pequeña nobleza o hidalgos, muchos de los cuales se empobrecieron con la revolución de los precios. El clero lo formaban unas 150.000 personas, y dispónían de la mitad de las rentas del país. Era un grupo muy complejo, con grandes diferencias entre sí. La burguésía se desarrolló en la primera mitad del Siglo XVI, pero el alza de precios arruinó a muchos mientras que otros se empeñaron en ennoblecerse, para lo que tuvieron que liquidar sus negocios (los nobles no podían vivir de su trabajo). Las clases populares también empeoraron su situación en la segunda mitad del siglo, por la subida de precios y por la voracidad fiscal, lo que favorecíó la mendicidad, la picaresca y el bandolerismo.

8.5. Cultura y mentalidades. La Inquisición

El Renacimiento entró en España con los Reyes Católicos, procedente de Italia, destacando las figuras del Cardenal Cisneros y el gramático Antonio de Nebrija. Ya en el Siglo XVI, se produjo un florecimiento cultural que se mantendría hasta mediados del Siglo XVII. En tiempos de Carlos I destacan las figuras del erasmista Luis Vives y los juristas de la escuela de Salamanca (padres Soto, Vitoria y Suárez), creadores del moderno derecho internacional. En tiempos de Felipe II (segunda mitad del Siglo XVI) España se cierra a las influencias extranjeras, para evitar el contagio del protestantismo. No obstante, florece la literatura mística y espiritual (Fray Luis de león, San Juan de la Cruz, Santa Teresa) y la picaresca (Lazarillo de Tormes).
Los dos rasgos básicos de la mentalidad del s. XVI son el honor y el sentido cristiano de la vida. Estos principios impregnaban la mentalidad de la época y los compartían todos, excepto los pícaros y demás minorías marginadas (moriscos, conversos, gitanos…) que se supónía que carecían de honor. El modelo social de la época es el noble o hidalgo, condición a la que aspiran los burgueses, aunque esto les lleve a convertirse en clase ociosa e improductiva. La burguésía carecía del espíritu emprendedor que tenía en otros países, y en muchos casos prefería ingresar en el estamento nobiliario a enriquecerse mediante el trabajo, que la mentalidad de la época consideraba indigno.
La Inquisición era un tribunal eclesiástico de origen medieval, que no tuvo mucha importancia hasta los Reyes Católicos, que la utilizaron para garantizar la unidad religiosa. A partir de la Reforma protestante, Carlos I y sobre todo Felipe II la utilizaron para evitar el protestantismo en España, aunque también para perseguir a judíos y moriscos conversos sospechosos de practicar su antigua religión.

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