Presidente no promulga una ley

EL GOBIERNO RADICAL CEDISTA.
En las elecciones de 1933, la CEDA de Gil-Robles fue el partido más votado, pero no obtuvo la mayoría absoluta; el Partido Radical de Alejandro Lerroux fue la segunda fuerza política de las nuevas Cortes. Alcalá-Zamora encomendó el gobierno a Lerroux, que contó con el apoyo de la CEDA. El bienio radical
Cedista anuló las reformas del período anterior por lo que fue llamado por la izquierda “bienio negro”. Se paralizó la reforma agraria, las expropiaciones se anularon; se incluyó de nuevo la asignación al clero en los presupuestos del Estado; se derogó la Ley de Congregaciones permitiendo a la Iglesia volver a las escuelas y recuperar parte de los bienes confiscados; se aprobó una Ley de Amnistía para los sublevados con Sanjurjo en 1932; se bloquearon los Estatutos de autonomía. Más allá de la revisión de la legislatura anterior, otras actuaciones políticas fueron la promoción de viviendas de alquiler, la política de obras públicas y la ley de arrendamientos urbanos.
El problema agrario y la cuestión autonómica fueron los aspectos más problemáticos. El freno de las reformas y las consecuencias de la crisis económica favorecieron el aumento de la agitación social. En este momento, en la UGT triunfaban las tesis de Largo Caballero: no colaborar con la izquierda reformista y promover la vía insurreccional junto con las demás fuerzas sindicales.
En este ambiente, en Octubre de 1934, Lerroux incorporó a su gobierno a tres ministros de la CEDA. Este hecho fue tomado por el PSOE y ERC como el triunfo de la derecha más radical. Así se puso en marcha la insurrección que se preparaba desde que, en 1933, la derecha ganara las elecciones. El 5 de Octubre la UGT, con la mayoría de las organizaciones obreras, convocó una huelga general, que fracasó en la mayor parte de España porque no tuvo el seguimiento popular que esperaban los revolucionarios (la CNT no intervino, ni las organizaciones agrarias). Además el gobierno declaró el estado de guerra, reprimiendo el movimiento. Solo en Cataluña y Asturias triunfó de momento. En Cataluña, se proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El Estatuto fue suspendido y el gobierno autónomo encarcelado. En Asturias, la huelga fue una revolución. La Alianza Obrera (que integraba a socialistas, anarquistas y comunistas) tomó el poder, dos semanas, en Oviedo y la cuenca minera, proclamando la Revolución Socialista de los Consejos Obreros. El gobierno envió unidades de la Legión y de Regulares (estacionadas en Marruecos) bajo el mando del general Franco. La lucha fue encarnizada. También en el bando revolucionario se cometieron excesos (saqueo de propiedades, asesinato de sacerdotes y guardias civiles…).
La revolución de Octubre motivó un endurecimiento de la política gubernamental y una reacción popular favorable a la izquierda obrera, que actuó en actos contra el gobierno, en comités pro amnistía…, unida a republicanos y nacionalistas.
El gobierno era débil y estaba en crisis permanente por las diferencias entre radicales y cedistas. La CEDA se fue desgastando en su tarea de gobierno y surgíó a su derecha otro grupo político, el Bloque Nacional, dirigido por José Calvo Sotelo, de orientación monárquica.
En Octubre de 1935, el escándalo del estraperlo (juegos de azar autorizados mediante soborno a algunos políticos radicales) supuso la crisis definitiva. Se rompíó acuerdo radical-cedista, sin el cual era imposible obtener la mayoría de gobierno. Lerroux tuvo que dimitir. Alcalá Zamora disolvíó las Cortes y convocó elecciones para Febrero de 1936. La izquierda se presentó unida constituyendo un Frente Popular defendiendo la continuación de las reformas del primer bienio y la amnistía a los represaliados de Octubre de 1934. La CNT no se uníó pero apoyó a la coalición. La derecha no consiguió formar un frente antirrevolucionario.
Los resultados electorales dieron el triunfo, en número de escaños, al Frente Popular. En los cinco meses que duró su gobierno se acentuó la polarización política y se deterioró la convivencia aún más. El nuevo gobierno aplicó el programa electoral. Concedíó una amplia amnistía política, reanudó la reforma agraria y se vio obligado a legalizar las tierras ocupadas espontáneamente por los campesinos, ayudados por las organizaciones agrarias.
Alcalá-Zamora fue destituido por las Cortes como presidente, por iniciativa de la izquierda. Azaña fue elegido nuevo presidente de la República y Casares Quiroga, jefe de gobierno.
Las diferencias internas en esta coalición de izquierdas surgieron enseguida pues había dos tendencias: los partidarios del reformismo y los que pretendían una revolución. La confluencia de ambas en las elecciones fue algo coyuntural, para contener el triunfo de la derecha. Esto explica las actuaciones revolucionarias de un sector de la izquierda y el clima de tensión que se desató:

 huelgas continuadas; ocupaciones de tierras; asaltos de iglesias, conventos y periódicos; luchas entre campesinos y guardias civiles…
El gobierno fue incapaz de frenar la espiral de violencia e imponer medidas de consenso para solucionar la crisis social y la desestabilización del equilibrio democrático.
En este clima de agitación permanente, el asesinato del teniente de la Guardia de Asalto, José Castillo, fue vengado por un grupo de compañeros y militantes socialistas con el asesinato de Calvo Sotelo, jefe de la oposición monárquica. Este hecho sería el detonante del golpe militar del 17 de Julio de 1936 que al fracasar, desembocó en una Guerra Civil.

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