La Primera Guerra Carlista y la Consolidación del Liberalismo en España (1833-1843)
1. Opciones Enfrentadas: Carlismo vs. Isabelinos
1.1. El Conflicto Ideológico: Los insurrectos carlistas proclamaron rey a Carlos María Isidro, defendiendo el absolutismo y la sociedad tradicional. Este acto marcó el inicio de una guerra civil. El carlismo, con su ideología tradicionalista y antiliberal, se basaba en el lema «Dios, Patria y Fueros». Sus defensores, incluyendo el clero, la pequeña nobleza agraria y campesinos, apoyaban la monarquía absoluta, la preeminencia de la Iglesia, el mantenimiento del Antiguo Régimen y el sistema foral. El carlismo tuvo fuerza en zonas rurales del País Vasco, Navarra y parte de Cataluña.
La causa isabelina, por otro lado, contó con el respaldo de la alta nobleza, funcionarios y la jerarquía eclesiástica. La regente María Cristina se vio obligada a buscar el apoyo de los liberales, comprometiendo a la burguesía y sectores populares urbanos. Para ello, tuvo que acceder a las demandas liberales, que exigían el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen.
2. Desarrollo del Conflicto Armado
1.2. Fases de la Guerra: Los carlistas se organizaron en guerrillas, con los primeros levantamientos en 1833. Don Carlos recibió apoyo de potencias absolutistas como Rusia, Prusia y Austria, mientras que Isabel II contó con el respaldo de Gran Bretaña, Francia y Portugal, favorables al liberalismo moderado.
- Primera etapa (1833-1835): Triunfos carlistas iniciales, aunque sin conquistar ciudades importantes. El general Zumalacárregui organizó un ejército, pero fracasó en la toma de Bilbao. El general Cabrera se destacó como líder carlista.
- Segunda etapa (1836-1840): La guerra se inclinó hacia el bando liberal tras la victoria del general Espartero en Luchana. Los carlistas iniciaron expediciones a otras regiones, destacando la expedición real de 1837 a Madrid, que fracasó. La debilidad carlista generó divisiones entre transaccionistas (partidarios de un acuerdo con los liberales) e intransigentes (partidarios de continuar la guerra). El general Maroto firmó el Convenio de Vergara (1839) con el general liberal Espartero, manteniendo los fueros en el País Vasco y Navarra.
3. Gobiernos de Transición y la Consolidación Liberal
2.1. Primeros Gobiernos (1833-1836): El testamento de Fernando VII estableció un Consejo de Gobierno para asesorar a la regente María Cristina, presidido por Francisco Cea Bermúdez y absolutistas moderados. Este gobierno realizó la nueva división provincial de España en 49 provincias, promovida por Javier de Burgos. Sin embargo, la insurrección carlista debilitó el trono isabelino. Se nombró a Francisco Martínez de la Rosa, liberal moderado, quien promulgó el Estatuto Real. Estas reformas fueron insuficientes para una parte del liberalismo.
2.2. Progresistas en el Poder: La necesidad de apoyo contra el carlismo llevó a la monarquía a aceptar un gobierno progresista. Se produjeron revueltas urbanas demandando la reunión de Cortes, libertad de prensa, nueva ley electoral, extinción del clero regular, reorganización de la Milicia Nacional y la leva de 200.000 hombres. María Cristina nombró a Mendizábal, quien inició la reforma del Estatuto Real y la desamortización de bienes del clero. La presión de los privilegiados llevó a su destitución en 1836. El levantamiento de los sargentos de La Granja obligó a María Cristina a restablecer la Constitución de Cádiz y entregar el poder al progresista Calatrava.
4. Desmantelamiento del Antiguo Régimen
2.3. Reformas Liberales: Los progresistas desmantelaron las instituciones del Antiguo Régimen e implantaron un sistema liberal, constitucional y de monarquía parlamentaria. La reforma agraria liberal de 1837 incluyó:
- Desvinculación: Fin de los patrimonios unidos obligatoriamente.
- Desamortización: Incautación y venta de bienes del clero para financiar al ejército liberal.
- Disolución del régimen señorial: Pérdida de atribuciones jurisdiccionales de los señores.
Además, se abolieron los privilegios de la Mesta, se liberalizaron los arrendamientos agrarios y los precios, se eliminaron los gremios, se reconoció la libertad de industria y comercio, y se suprimieron las aduanas interiores y los diezmos.
5. La Constitución de 1837
2.4. Principios y Características: El gobierno progresista convocó Cortes extraordinarias para redactar una constitución que adaptara la de 1812 a los nuevos tiempos. La Constitución de 1837 proclamó la soberanía nacional, una amplia declaración de derechos ciudadanos, la división de poderes y la aconfesionalidad del Estado. También recogió elementos moderados como dos cámaras (Congreso y Senado), amplios poderes a la Corona y la financiación del culto católico. La ley de Imprenta eliminó la censura previa y la ley Electoral estableció un sufragio censitario y restringido.
6. Alternancia en el Poder y la Regencia de Espartero
2.5. Inestabilidad Política (1837-1843): Se configuró un primer sistema de partidos entre moderados y progresistas, mediatizado por la intromisión militar. Los generales Espartero, Narváez y O’Donnell jugaron un papel determinante. Los moderados gobernaron entre 1837 y 1840, intentando desvirtuar la legislación progresista de 1837. La oposición progresista llevó a Espartero al poder en 1840.
Regencia de Espartero (1840-1843): Espartero actuó con autoritarismo, aislándose del entorno progresista. La aprobación de un arancel que abría el mercado español a los tejidos ingleses provocó un levantamiento en Barcelona, que fue bombardeada por orden de Espartero. En 1843, Espartero abandonó la regencia y las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II, proclamándola reina con 13 años.