El retraso agrario español fue una constante del Siglo XIX, ya que, a diferencia de otros países europeos,
Como Inglaterra, diversos factores impidieron una auténtica revolución agrícola. Entre ellos destacan: la
Deficiente calidad de muchas tierras, la escasez de aguas, la falta de infraestructuras, la ausencia de una
Mentalidad capitalista, el desequilibrado reparto de la propiedad, así como el bajo consumo del mercado
Nacional.
Todo ello contribuyó a la persistencia de técnicas y estructuras tradicionales que dificultaron la formación
De un amplio mercado agrario y la consiguiente mejora técnica que hubiese incrementado la
Productividad de la tierra.
2.2. Las desamortizaciones.
2.2.1. Concepto y antecedentes.
Durante la implantación del liberalismo en España se trató de lograr una redistribución de los bienes de
Manos muertas y una explotación agraria más racional. Para ello los liberales emprendieron un proceso
De desamortización, consistente en la incautación por el Estado de bienes raíces, eclesiásticos o civiles, y
Su posterior venta a particulares.
Dicho proceso abarcó buena parte del Siglo XIX, pero fue llevado a cabo principalmente por los
Gobiernos progresistas durante la regencia de María Cristina (1836-1837) y de Espartero (1841-1843), y
Durante el Bienio Progresista (1854-186), ya en la mayoría de edad de Isabel II.
Este amplio proceso tuvo diversos antecedentes, aunque con una repercusión muy limitada:
Durante el reinado de Carlos III, los reformistas ilustrados como Jovellanos, plantearon la
Necesidad de cambiar la propiedad señorial de la tierra por entender que esta era la causa del
Estancamiento de la agricultura española.
Posteriormente Godoy, en 1795, inició una tímida desamortización de los bienes eclesiásticos, y
Obtuvo permiso de la Santa Sede para expropiar y vender los bienes de los jesuitas y de obras
Pías como hospicios y beneficencia.
Las Cortes de Cádiz adoptaron diversas medidas legales para poner en venta propiedades de
Conventos y órdenes religiosas, pero la restauración del absolutismo en 1814, con la vuelta
Fernando VII, provocó la devolución de los bienes vendidos.
Durante el Trienio Liberal volvieron a entrar en vigor las medidas de las Cortes de Cádiz, pero
Al volver el absolutismo en 1823 nuevamente se tuvieron que restituir los bienes incautados.
2.2.2. Leyes desamortizadoras.
La desamortización de Mendizábal (1836-1837).
Tras la muerte de Fernando VII, durante la regencia de María Cristina (1833-1840), los liberales
Impulsaron un proceso de transformación agraria que contemplaba, junto con la mejora de la deuda
Pública, la eliminación de los señoríos jurisdiccionales y de los mayorazgos.
Fue Álvarez de Mendizábal, ministro de hacienda, el impulsor de la principal desamortización
Eclesiástica. Con ella pretendía conseguir tres grandes objetivos:
Financiero: recaudar dinero para pagar la deuda del Estado y financiar la guerra contra los
Carlistas.
Político: ampliar los apoyos sociales del liberalismo creando un conjunto de propietarios afines
Al régimen liberal, al obtener de este los bienes desamortizados.
Social: crear una clase media de campesinos que incrementara los rendimientos y la
Productividad agraria, y posibilitar también el acceso a la propiedad de campesinos sin tierras.
En Octubre de 1835 Mendizábal promulgó un decreto suprimiendo las órdenes religiosas, a excepción de
Las dedicadas a la enseñanza y al cuidado de enfermos, y en Febrero de 1836 declaró en venta todos los
Bienes de las comunidades y corporaciones religiosas extinguidas.
Las fincas incautadas fueron subastadas. Se estima que se vendieron propiedades por valor de unos 3274
Millones de reales y fueron desamortizadas el 62% de las propiedades de la Iglesia.
Entre las escasas voces progresistas que se opusieron a Mendizábal cabe destacar a Flórez Estrada, quien
Propuso que, para mejorar la condición del campesinado, se arrendasen las tierras en “enfiteusis” por 50
Años a los colonos que las trabajasen.
Los resultados no fueron exactamente los esperados, pues no se recaudó tanto capital como se había
Previsto, por lo que la Hacienda continuó en dificultades. Además, la mayor parte de las propiedades se
Concentraron en manos de la alta burguésía y los terratenientes, mientras los campesinos sin tierras
Permanecieron en la misma situación.
La desamortización de Madoz (1855).
Se inició durante el Bienio Progresista con la Ley Madoz de Mayo de 1855. Esta afectó no sólo a los
Bienes de la Iglesia, sino a los bienes de propios y baldíos de los municipios y, en general, a todos
Aquellos que permanecían aún amortizados. Por ello es conocida como la desamortización civil.
Su objetivo, como la de Mendizábal, fue principalmente, obtener ingresos para el Estado, de ahí que los
Bienes incautados se subastaran también entre los que más podían pagar. No obstante, en el proceso de
Venta se introdujeron algunos cambios en cuanto a la forma de pago, pues esta sólo podría hacerse en
Metálico y en un plazo de quince años, con un descuento del 5% sobre los plazos adelantados.
Resultados: se consiguieron mayores ingresos para la Hacienda, que la de Mendizábal, y que
Campesinos y propietarios acomodados incrementasen sus propiedades, pero perjudicó a los más
Humildes, que se vieron privados del uso de tierras comunales. Además, la desamortización de los bienes
Del clero contemplada en esta ley, planteó problemas con la Santa Sede, con la que en 1851 habían
Firmado los moderados un Concordato.
2.2.3. Consecuencias de las desamortizaciones.
Las repercusiones del proceso desamortizador fueron muy variadas. Podemos destacar las siguientes:
Supuso el desmantelamiento casi completo de las fuentes de riqueza de la Iglesia, si bien esta
Conservó su enorme influencia en las mentalidades y en la educación.
Se eliminó la propiedad comunal, lo que agravó la precaria situación económica del
Campesinado, que en adelante no pudo aprovechar los terrenos de su municipio. El
Empeoramiento de las condiciones de vida del campesinado más humilde fue uno de los motivos
Del éxodo rural.
No se resolvíó el problema de la deuda de la Hacienda pública pero se aminoró.
No aumentó sensiblemente la producción agraria, pues en general los nuevos propietarios no
Invirtieron en mejoras, limitándose a seguir cobrando las rentas, e incluso las incrementaron al
Implantar contratos de arrendamiento más caros.
Por otro lado, las compras de tierras inutilizó un dinero que hubiera sido necesario para impulsar
La incipiente industrialización con inversiones en nuevos sectores como ferrocarriles, industrias o
Infraestructura
Reforzó la estructura de la propiedad de la tierra, acentuando el latifundismo en algunas áreas
Como Andalucía o Extremadura, pues muchas tierras y fincas urbanas fueron a parar a antiguos
Terratenientes, a burgueses inversores o a especuladores.
Además, en las ciudades la desamortización contribuyó a un urbanismo discriminador, pues la
Alta burguésía acaparó los mejores edificios del centro, relegando a las clases más humildes a los
Arrabales de la periferia.
Finalmente, cabe mencionar también, la pérdida y el expolio de bienes artísticos y culturales,
Sobre todo de los antiguos monasterios.
El escaso impulso de la agricultura. La falta de innovaciones y progresos impidieron que la
Agricultura aportase suficiente capital que permitiese un crecimiento demográfico que
Estimulara la demanda.
La debilidad de la burguésía industrial y financiera cuyas inversiones se orientaban hacia la
Tierra más que a las novedades industriales y financieras.
Una estructura industrial ineficaz. La escasa presencia de industriales emprendedores y la
Debilidad de los capitales nacionales hicieron que la industria española se caracterizase por el
Pequeño tamaño de sus empresas, poco competitivas, y la dependencia tecnológica y financiera
Del exterior.
La falta de un mercado nacional y la incapacidad exportadora. Los bajos niveles de renta de la
Mayoría de la población y las deficientes comunicaciones dificultaron la formación de un
Mercado nacional que hubiese estimulado la producción. Además, la escasa competitividad de
Nuestra industria no permitíó incrementar la producción para exportar.
Otros factores fueron: la escasez de carbón de calidad, que encarecía los costes de producción, y
La inestabilidad política, que impidió la aparición de condiciones favorables al desarrollo
Industrial