Lengua, moneda, leyes, costumbres, comercio y muchas cosas más son la herencia que hemos recibido de los romanos. Antes de éstos, otros pueblos, griegos y fenicios, ya se habían fijado en la Península Ibérica en los siglos VIII-IX a.C. Los romanos decidieron lanzarse a la conquista de la Península, a la que dieron el nombre de Hispania, que estaba ocupada por cartaginenses hasta la Segunda Guerra Púnica (218-206 a.C), en la que fueron derrotados. Los romanos se fueron expandiendo a la vez que los indígenas se iban adaptando a la cultura romana en aspectos como la religión, la lengua, las leyes… La romanización es Hispania se puede considerar una de las más potentes, pues los primeros emperadores no nacidos en Roma fueron hispánicos, como Trajano o Adriano.
Presencia del Ejército Romano
La presencia del ejército romano en la península Ibérica fue uno de los principales factores de romanización. Esta presencia tuvo mucha influencia, ya que el ejército era el transmisor principal del latín. Cabe destacar otro como la presencia de hispanos en las tropas, esto se debe al gran problema económico-social de los poblados indígenas, que veían al ejército como única vía de escape que tenían y a cambio de esto estaban sometidos al impacto de la cultura romana. Una vez que los indígenas se alistaban en el ejército adquirían automáticamente el derecho de ciudadanía (otro de los factores a tener en cuenta por Blázquez). La concesión del derecho de ciudadanía a los indígenas fue frecuente desde el principio de la conquista. César concedió este derecho a varios municipios y Caracalla en el 212 d.C. concedió el derecho de ciudadanía a todos los habitantes del Imperio aunque los esclavos no eran libres ni tenían derechos. Con todo lo que hemos dicho, no cabe duda de que el ejército tuvo un papel muy importante en el proceso de romanización.
Creación de Centros Itálicos y Colonias
Otro factor del proceso de romanización es la creación de centros itálicos y colonias por ciudadanos romanos que se organizaban y vivían como si estuvieran en la propia Roma, y por indígenas que estaban en contacto con ellos, por lo cual el pensamiento era asimilado por los nativos. Las colonias eran ciudades libres que tenían su propio gobierno y eran independientes administrativamente de Roma. Además de las colonias, en Hispania había otro tipo de ciudades como son las inmunes, las cuales eran ciudades indígenas que tenían autonomía y estaban exentas de pagar impuestos; las federadas eran ciudades aliadas con Roma, éstas mantenían sus derechos pero tenían que ayudar a Roma y facilitarle bienes y por último, las estipendiarias, que eran ciudades conquistadas a la fuerza y sometidas a impuestos (estipendio) y a un pretor. Las ciudades romanas también contaban con construcciones para cubrir todo tipo de necesidades, como por ejemplo, puentes, donde se puede encontrar actualmente en Mérida; acueductos en Segovia o Tarragona, etc. Dentro de este factor podemos destacar otro como es la creación de vías que son una extensa red de comunicaciones que une todas las colonias y ciudades con Roma, las cuales facilitaron la comunicación entre las ciudades, impulsando el comercio y la romanización. Destacaron principalmente, la Augusta, la de Plata y la Transversal.
Acción del Comercio
La acción del comercio es otro factor a tener en cuenta cuando hablamos de romanización. Al ser Hispania una colonia de explotación con gran riqueza y al haber un fuerte intercambio cultural con los romanos, hizo que el comercio fuese muy floreciente. Por lo tanto, éste fue muy beneficioso para los indígenas, que se romanizaron rápidamente. Para realizar esta acción del comercio tuvieron que usar el latín como lengua oficial ya que ésta era usada en el comercio de todo el Mediterráneo y los indígenas se vieron obligados a aprenderla para tener cualquier tipo de trato con los romanos.
Administración Romana
Blázquez también destaca como factor del proceso de romanización la administración implantada por Roma. Con esta administración lo que pretendía era organizar el territorio, por lo que Roma dividió la península en provincias gobernadas por un pretor o cónsul asesorado y vigilado por una asamblea (consilium). A su vez las provincias se dividían en conventos jurídicos con un centro para la administración de justicia. También se encontraba el cuestor, encargado de recaudar los impuestos, para lo que era necesario hacer un censo.
Divisiones en la Península
A lo largo de este periodo se realizaron distintas divisiones en la península. La primera división tuvo lugar en el 197 a.c. y dividía Hispania en dos provincias: La Citerior (Tarraco) y la Ulterior (Corduba). La segunda la realizó el emperador Augusto, que lo dividió en tres provincias (Bética, Lusitania y Tarraconense). Finalmente, en la época del bajo Imperio (S.II d.C) la península quedará dividida en diferentes provincias: Gallaecia, Cartaginense, Bética y Lusitania.
Influjo de las Grandes Personalidades
Del último factor que vamos a hablar es del influjo de las grandes personalidades, es decir, que la política de muchos gobernantes era dar mucho y continuos beneficios para que los indígenas estuvieran fascinados y atraídos, y así integrarlos mejor en la sociedad.
Para concluir, es interesante comentar como dice Juan Eslava Galán que “Roma nos legó su forma de vida, sus instituciones, impuso a los pueblos sometidos igualdad dentro del marco jurídico y administrativo del cives romani y también nos legó su lengua. Los dos pilares básicos sobre los que aún se asienta este occidente que camina hacia la integración supranacional, hacia el ideal de ser de nuevo Roma”.
-Blázquez Martínez, José María: Causas de la romanización de España.
-Juan Eslava Galán: Historia de España contada para escépticos