Pueblos Prerromanos e Hispanorromanos: Historia y Legado

Pueblos Prerromanos en la Península Ibérica

Los Pueblos Prerromanos

Pueblos Celtíberos

De origen celta (indoeuropeos), se asentaron en el norte, centro y oeste peninsular. En el norte vivían los galaicos, astures y cántabros, con baja densidad de población y economía agrícola y ganadera. Entre los galaicos destaca la cultura de los castros, con poblados de estructura defensiva concéntrica. En el centro peninsular vivían los carpetanos; en el valle del Duero, los arévacos, con agricultura de terrenos comunales; y en las actuales Cáceres, Badajoz, Ávila y Salamanca, los vetones, con manifestaciones culturales importantes como las esculturas zoomórficas de los verracos (toro/cerdo). Destacan también los lusitanos, en el área central de Portugal y Extremadura.

Pueblos Íberos

Se ubicaban en la franja levantina y el sureste. Fueron una evolución de los pueblos autóctonos en contacto con fenicios y griegos. El comercio cambió su estructura económica y social, además de recibir influencia cultural. Su economía era agrícola y ganadera, con explotación minera y comercio. Su organización social era de jefatura (régulos) o aristocrática, con escritura propia, aunque no está descifrada. Sus manifestaciones artísticas más significativas fueron la cerámica pintada (vaso de Liria), la orfebrería y, sobre todo, la escultura en piedra, con la Dama de Baza y la Dama de Elche.

Pueblos Baleáricos

Desarrollaron la cultura del bronce, manifestada en construcciones megalíticas como el talayot. Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería. A partir del siglo V a.C. fueron colonizados por fenicios, griegos y cartagineses, lo que determinó su florecimiento económico.

Tartesios

La cultura de Tartessos se desarrolló en la mayor parte de la Andalucía actual, alcanzando su esplendor en el siglo VII a.C. Fue una evolución de culturas locales en contacto con el comercio fenicio y el inicio de la explotación y comercialización minera. Destacan los yacimientos de Aliseda, La Joya y El Carambolo. El agotamiento minero posterior provocó la decadencia de las formas organizativas de Tartessos, sufriendo un proceso de iberización, dando lugar a los turdetanos.

Vascones

Vivían en el norte, en la zona de Navarra, País Vasco y algunos puntos de Aragón y La Rioja. Parecen ser de los pobladores más antiguos de la península. Mantuvieron caracteres identificativos muy acusados y duraderos. Desarrollaron una economía agraria muy limitada que se complementaba con la ganadería.

Las Colonizaciones en la Península Ibérica

Fenicios

Pueblo asentado entre las actuales Siria y Líbano, agrupados en diferentes ciudades-Estado (Tiro, Biblos y Sidón), cuya economía obtenía grandes beneficios del comercio mediterráneo. Eran grandes navegantes y comerciantes. A partir del siglo X a.C. comenzaron a fundar colonias (es decir, ciudades Estado fuera de su región) para comerciar y conectar las ciudades originales con Occidente. En su actividad comercial extendieron el alfabeto, un sistema de escritura distinto a los tradicionales silabarios de otras civilizaciones. Debido a la presión del Imperio Asirio (que en el 700 a.C. conquistó la ciudad de Tiro), comenzaron a aparecer por las costas ibéricas y, desde el 800 a.C., fundaron factorías fenicias en Cádiz (Gadir, primera colonia fenicia), Málaga (Malaca), Almuñécar (Sexi), desde donde comerciaban con los pueblos del interior y producían salazones. La conquista de los asirios supuso la lenta decadencia de las colonias fenicias en la península.

Griegos

Su presencia en el Mediterráneo occidental fue consecuencia de los viajes comerciales de los focenses (ciudad griega de Focea). En la Península Ibérica, en torno al 600 a.C., fundaron en el norte, en la actual Cataluña, las colonias de Rosas y Emporion, colonias griegas orientadas a la explotación mineral como apoyo a la colonia griega de Massalia (Marsella).

Cartagineses

Fenicios procedentes de la colonia de Cartago (actual Túnez) que, desde finales del siglo VI a.C., compitieron con griegos y, posteriormente, con romanos por la hegemonía comercial y política del Mediterráneo. Entre los siglos VI y III a.C., sobre todo con la decadencia de la ciudad fenicia de Tiro, la ciudad de Cartago ocupó territorios de África, Córcega, Cerdeña y el sur peninsular, donde se hicieron cargo de las antiguas ciudades fenicias. Tras su derrota ante los griegos en la Batalla de Himera (480 a.C.) intensificaron su presencia en la Península Ibérica. Al ser derrotados en la Primera Guerra Púnica (264 – 241 a.C.), se centraron en la Península y fundaron la ciudad de Cartago Nova (actual Cartagena) en 228 a.C. Pelearon con los romanos por su dominio peninsular en la Segunda Guerra Púnica (218 – 201 a.C.), que fue el inicio de la conquista romana.

Hispania Romana

Conquista y Romanización

La llegada de Roma a la península se debió a la Segunda Guerra Púnica (218 – 201 a.C.) y a las alianzas con las colonias griegas. Los cartagineses delimitaron sus zonas de influencia en la península a través de un pacto con los romanos. Tras el Pacto del Ebro (226 a.C.), los romanos establecieron una zona de seguridad ante una alianza entre cartagineses y galos.

Después de la Primera Guerra Púnica, el caudillo cartaginés Aníbal Barca atacó la ciudad de Sagunto, protegida por Roma, y posteriormente invadió la península itálica en el 218 a.C., dando pie a la conquista de la península.

La conquista romana de la península comenzó en agosto de 218 a.C. Cneo Escipión llegó a la península desembarcando en Ampurias e inició una campaña contra los cartagineses.

En el 210 a.C., Publio Cornelio llegó a la península y se enfrentó contra los generales cartagineses Asdrúbal y Magón. Publio tomó Cartago Nova en 209 a.C. y posteriormente tomó Cádiz en 208 a.C.

Hasta el año 155 a.C., los lusitanos que habitaban en el este peninsular sufrieron una hambruna que les llevó a penetrar en la Hispania Ulterior, logrando triunfos parciales ante los romanos. Viriato era el jefe de los lusitanos, y desarrolló una guerra de guerrillas que solo terminó en el 139 a.C. con su asesinato.

Tras la conquista de Lusitania, Roma se dirigió hacia la zona celtíbera, que fue finalmente dominada con la conquista de Numancia en 133 a.C. Cecilio Metelo expulsó a los piratas de las islas baleares en 123 a.C. y las repobló con habitantes de la península itálica. Las áreas conquistadas sufrieron un rápido proceso de romanización, adoptando la lengua, los derechos y las obras públicas.

Por otro lado, se produjo una guerra civil romana entre los partidos aristocráticos y populares, que se libró en la batalla de Munda en la Bética en el 45 a.C.

Finalmente, cántabros y astures serían los últimos pueblos en ser conquistados, tras las guerras cántabras entre el 29 y el 25 a.C. Octavio Augusto fue quien pacificó la zona.

Un último levantamiento en el 19 a.C. fue sofocado drásticamente por el general Agripa.

Asedio: Delimitar una zona para que no entre ni salga nadie ni comida para que se rindan.

La Administración de Hispania

Hubo tres reformas administrativas hechas por Roma:

  • Reforma republicana: En el año 197 a.C. se dividió la Península en dos provincias: la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior.
  • Reforma de Augusto: En el 27 a.C. se dividió la Hispania Citerior en Tarraconensis y Lusitania, bajo la tutela del emperador y sus legados; y la Ulterior se denominó Baetica, bajo el control del Senado.
  • Reforma de Diocleciano: A partir del 294 d.C. se eliminó la diferencia entre provincias senatoriales e imperiales y se dividió Hispania en Baetica, Gallaecia, Tarraconensis, Carthaginensis y Lusitania.

Al frente de las provincias se encontraba el pretor, designado por el Senado, que tenía las máximas competencias financieras, militares, jurisdiccionales y religiosas. El pretor era auxiliado en las tareas fiscales por un cuestor. El máximo órgano asesor para el gobierno provincial era el concilium, que reunía a la aristocracia de las ciudades. Las ciudades estaban regidas por el ordo decurionum (consejo) formado por un número variable de personas elegidas con carácter vitalicio entre la aristocracia local por parte de los ciudadanos mayores de edad. Asimismo, estaban los ediles (encargados de los juegos y el avituallamiento), los cuestores (tareas hacendísticas) y los sacerdotes.

La Sociedad Hispanorromana

Era una sociedad de base esclavista.

  1. El orden senatorial: Formado por propietarios de grandes explotaciones agrarias de origen generalmente romano, que monopolizaban los altos cargos provinciales y controlaban parte de la administración local.
  2. El orden ecuestre: Controlaba parte del aparato militar, funcionarial y religioso. Estaba formado por comerciantes y propietarios de medios de producción que intervenían en la gestión de la vida municipal.
  3. El populus: Conformado por pequeños propietarios, artesanos y libertos (esclavos liberados). Se agrupaban en cofradías. Los más ricos de estos eran el ordo decurionum, que se encargaba de los cargos municipales.
  4. Esclavos: Fueran públicos (del Estado) o privados, grupo fundamental como base económica. No eran reconocidos como personas, no podían constituir una familia o poseer bienes. Trabajaban en las explotaciones agrarias extensivas, la minería, los servicios municipales, el servicio doméstico o la enseñanza.

La Religión

El Edicto de Milán, promulgado durante el Imperio de Constantino, estableció la libertad para la Iglesia cristiana, a la que otorgó capacidad jurídica para poseer bienes. A partir de este momento, la Iglesia ejerció una progresiva influencia en la sociedad reforzada por el creciente poder económico basado en las legaciones de bienes y las exenciones de impuestos. La alianza entre Estado e Iglesia aumentó durante el Imperio de Teodosio, cuando Roma hizo del cristianismo su religión oficial. Durante el Alto Imperio se desarrolló en la Península un progresivo culto al Emperador, determinado por el modelo político imperial planteado en Roma a partir del año 27 a.C. Este culto se originó tras la deificación de Julio César y Octavio Augusto, en cuyo honor se construyeron numerosos templos. El cristianismo, una religión originada en el Próximo Oriente y que llegaría a Roma como un culto extranjero más, llegó a Hispania de forma tardía, sin constancia hasta el siglo III d.C. Los primeros creyentes padecieron persecuciones, y el primer concilio hispánico del que se tiene referencia es el de Elvira entre el 300 y el 313 d.C, en el que quedó reflejada la existencia de numerosas diócesis episcopales de carácter provincial.

Asentamiento y Evolución Política Visigoda

  1. La ruralización de la vida económica y social, que se centró en torno a extensas propiedades agrícolas, a las que acudieron los campesinos en busca de protección por parte de los grandes propietarios, tanto civiles como eclesiásticos. En principio, los visigodos obtendrían un porcentaje de las tierras de la población hispanorromana (el llamado régimen de ‘hospitalitas’), pero los conflictos militares les harían obtener, sobre todo a la monarquía, grandes propiedades completas de tierra que donarían en régimen casi feudal a sus séquitos y, posteriormente, a la Iglesia.
  2. El debilitamiento de las ciudades como centros de transmisión de poder y de actividad artesanal y comercial.
  3. El aumento del poder de la nobleza terrateniente y de una Iglesia católica vinculada al Estado. Esto situó a la monarquía en una posición de debilidad y dependencia crecientes.

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