Pueblos Prerromanos y Romanización en la Península Ibérica: Un Recorrido Histórico

Los Pueblos Prerromanos en la Península Ibérica

Tartessos: Entre el Mito y la Realidad

Los Tartessos se asentaban en el suroeste peninsular y en la zona del bajo Guadalquivir. Practicaban una agricultura evolucionada, una importante actividad minera y un activo comercio. Conocían la escritura, la metalurgia del hierro y el torno alfarero. A partir del siglo V a.C., los Tartessos desaparecen por su rivalidad con los cartagineses, y su territorio se fraccionó entre diversos pueblos que reciben el nombre de iberos.

Iberos: Una Cultura Unificada

Los Iberos se agrupaban en tribus independientes, no formaban una unidad política, sino cultural a través de los pueblos colonizadores. Hablaban una lengua parecida, conocían la escritura y la moneda. Su sociedad estaba muy estratificada, con una fuerte aristocracia donde el gobierno lo ostentaba un monarca. Tenían una desarrollada agricultura, ganadería, minería y un activo comercio con los pueblos colonizadores.

Celtas: Guerreros y Agricultores

Los Celtas, de ascendencia indoeuropea, habitaban en el centro y la parte occidental de la península. Hablaban una lengua común, conocían la metalurgia del hierro, practicaban la ganadería y la agricultura cerealista. Vivían en poblados de doble muralla y se organizaban en clanes gobernados por una aristocracia guerrera. Marcaban los territorios relacionados con la agricultura.

Pueblos de la Franja Cantábrica: Tradición y Resistencia

Los pueblos de la Franja Cantábrica, de origen indoeuropeo, tenían economías primitivas y se dedicaban principalmente a la ganadería. Habitaban en castros, poblados fuertemente amurallados, con viviendas de planta circular y techo de paja.

Los pueblos más desarrollados eran los del sur, este y valle del Ebro, por su contacto con los pueblos colonizadores, mientras que los más primitivos eran los del interior y norte peninsular. El objetivo de los colonizadores era comerciar con los indígenas para obtener metales y otros productos.

Los Pueblos Colonizadores

Fenicios: Comerciantes y Pioneros

Los Fenicios, un pueblo de comerciantes, establecieron factorías comerciales por todo el Mediterráneo desde el siglo IX a.C. Introdujeron en la península la vid y el cerdo, impulsaron la vida urbana, las ideas religiosas y el alfabeto. Dejaron como legado el sarcófago antropoide de Cádiz.

Griegos: Cultura e Influencia

Los Griegos, rivales comerciales de los fenicios, fundaron colonias en la costa catalana. Ejercieron una fuerte influencia sobre las poblaciones indígenas. Aportaron el olivo, el asno y la gallina, difundieron el arado y obras de arte, y añadieron vocales al alfabeto.

Cartagineses: Poder y Expansión

Los Cartagineses heredaron los enclaves fenicios y, desde Ibiza, controlaron el Mediterráneo occidental, expulsando a los griegos. Se enfrentaron con Roma en las Guerras Púnicas y ocuparon el sur y este de la península buscando metales, ambiciones territoriales y mercenarios para su ejército. Cartagena fue su capital.

La Conquista Romana de la Península Ibérica (Siglos III-I a.C.)

Los romanos acabaron implantando su dominio en la Península Ibérica, a la que convirtieron en provincia.

Etapas de la Conquista

  • Primera Etapa (218-170 a.C.): Ocupación del litoral mediterráneo y los valles del Guadalquivir y Ebro. La rivalidad con Cartago por el dominio del Mediterráneo occidental llevó a Roma a conquistar Sicilia y Córcega. Cartago orientó su expansión hacia la Península Ibérica en busca de bases militares, hombres para sus ejércitos y recursos económicos. La Segunda Guerra Púnica se inició con el ataque del general Aníbal a la ciudad de Sagunto, rompiendo el Tratado del Ebro, por el cual los cartagineses y romanos se repartían su influencia en el litoral mediterráneo español. La guerra acabó con la derrota de los cartagineses y la conquista de la vertiente mediterránea y los valles del Guadalquivir y Ebro por los romanos.
  • Segunda Etapa (170-123 a.C.): Penetración en la meseta. Se produjeron enfrentamientos en las tierras ya conquistadas con la población indígena por los abusos cometidos por los romanos. La penetración hacia el interior de la Península llevó a los romanos a enfrentarse con la resistencia de la población indígena, provocando las Guerras Lusitanas (147-139 a.C.), lideradas por el caudillo Viriato, quien fue traicionado y asesinado por orden de Roma, y las Guerras Celtíberas (153-133 a.C.), que culminaron con la destrucción de Numancia y la extensión del territorio controlado por Roma hasta la cordillera cantábrica.
  • Tercera Etapa (29-17 a.C.): Sumisión de la franja cantábrica. La dificultad de conquistar este territorio obligó al emperador Augusto a tomar parte directa en la conquista, que terminó victoriosamente el general Agripa. Los resistentes fueron sometidos a la esclavitud en las minas. Esta zona no fue pacificada completamente y los romanos se vieron obligados a mantener campamentos militares permanentes.

La Romanización de la Península Ibérica

La romanización fue la asimilación de la cultura y los modos de vida romanos por parte de los pueblos colonizados. Los funcionarios, militares y comerciantes actuaron de forma decisiva en este proceso. La zona del sur y del este experimentó un cambio radical en las sociedades indígenas a nivel social, económico y cultural, incluyendo la lengua, el derecho y la religión.

  • Latín: Supuso la desaparición de las lenguas prerromanas y se convirtió en la lengua oficial y privada.
  • Derecho Romano: Regulaba las relaciones entre los habitantes del Imperio y del Estado.
  • Religión: En el año 313 se reconoció el cristianismo. En el 380, el emperador Teodosio dispuso que el cristianismo fuera la única religión oficial del Imperio. A partir de entonces, la iglesia hispana comenzó a organizarse.

Los romanos fueron grandes ingenieros y constructores, dejando en la Península Ibérica murallas, puentes, puertos, arcos, templos, teatros, etc.

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