Que es una agrupación política

La instauración del liberalismo durante el reinado de Isabel II, trajo consigo la formación de órganos representativos (Cortes, diputaciones, ayuntamientos,…), cuyos miembros fueron electivos. Los partidos políticos fueron los instrumentos para proveer de representantes a esas instituciones y organizar las diferentes representaciones políticas. 
Durante el reinado de Isabel II, se fueron configurando las grandes familias políticas y los partidos que dominaron la vida política española del s. XIX. 
Estos primeros partidos políticos tenían poco arraigo social.
No eran más que una agrupación de personalidades alrededor de algún notable (civil o militar), y no contaban con programas políticos elaborados. 
Las grandes opciones del liberalismo fueron la moderada y la progresista, que ocuparon el poder durante décadas. 
Los moderados, se definían a sí mismos como “personas de orden”. Eran la continuación de os doceañistas del Trienio Liberal (opuestos a los “exaltados o veinteañistas”), que en los últimos años del reinado de Fernando VII e, efectuaron una mutua aproximación a los elementos menos absolutistas cercanos al poder.La 
Eran un grupo heterogéneo formado por terrateniente, comerciantes e intelectuales conservadores, junto a restos de la antigua nobleza, el alto clero y los altos mandos militares. 
Gobernaron la mayor parte del reinado de Isabel II, ya que le Reina mostró un claro favoritismo al gobierno de este partido.
 
Defendía el derecho a la propiedad y restringían el sufragio según la riqueza de los electores. Antepónían los principios de autoridad y orden social a los de libertad, por lo que el poder debía quedar en manos de la minoría propietaria e ilustrada. Así mismo, defendían el principio de la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, a la que le otorgaban amplios poderes de intervención en la vida política (nombrar ministros, disolver Cortes, vetar leyes, etc.). También se mostraban partidarios de limitar los derechos individuales, especialmente los colectivos, como la libertad de prensa, opinión, reuníón y asociación. Por último, representaban la opción más clerical del liberalismo, al defender la confesionalidad del Estado y otorgar a la Iglesia Católica, una gran influencia social. 
Entre sus líderes hay que destacar a Ramón María Narváez y Francisco Bravo Murillo. 
La constitución que mejor recogíó el ideario moderado fue la promulgada en 1845. 
Los progresistas se consideraban los “defensores de la libertad” y eran la continuación de los “exaltados” del Trienio Liberal (opuestos a los “doceañistas”). Entre ellos predominaba la mediana y pequeña burguésía, la oficialidad media del ejército y las clases populares urbanas (profesionales liberales, artesanos, comerciantes,…). Defendían el principio de soberanía nacional como fuente de legitimidad del poder y el predominio de las Cortes en el sistema político, mientras rechazaban la intervención de la Corona en la vida política, atribuyéndole sólo un poder moderador. 
Ante el claro favoritismo de la Reina hacia los moderados, gobernaron en contadas ocasiones, y casi siempre a través de un pronunciamiento militar. 
Eran partidarios de robustecer los poderes locales (ayuntamientos libremente elegidos, Milicia Nacional,…) y de otorgar amplios derechos individuales y colectivos (libertad de prensa, de opinión, religiosos,…). Manténían el principio de sufragio censitario, pero también eran partidarios de la ampliación del cuerpo electoral. Defendían la necesidad de una reforma agraria para poner fin a la propiedad vinculada y preconizaban limitar la influencia social de la Iglesia. 
Entre sus líderes destacaron Juan Álvarez de Mendizábal, Baldomero Espartero y Juan Prim. 
La constitución que mejor recogía el ideario progresista, fue el proyecto de 1856. 
En medio de ambas opciones, surgíó la Uníón Liberal, un partido con pretensiones de centro, que nacíó como una escisión de los moderados, pero que a trajo a su seno a los grupos más conservadores del progresismo. Era básicamente una uníón política con finalidades de gobierno, en torno a los generales O´Donell y Serrano. 
También se configuraron opciones más radicales que recogían aspiraciones populares, como el Partido Demócrata (surgida de una escisión del progresista), que defendía el sufragio universal masculino para elegir una única cámara legislativa, exigía la libertad de culto y aceptaba la monarquía como institución simbólica, sin intervención política y el Partido Republicano, que propugnaba la abolición de la monarquía.

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