Las reformas borbónicas consistieron en una serie de cambios que fueron introducidos por los monarcas de la dinastía borbónica de la Corona Española durante el Siglo XVIII, y que se enfocaban en materias económicas, políticas y administrativas, las cuales eran aplicadas en el territorio peninsular y en sus posesiones ..
Colonia del Sacramento y la conveniencia de tener en estas regiones una autoridad fuerte que pudiese terminar con la amenaza portuguesa.
En los primeros 150 años de acción conquistadora, 17 mil toneladas de plata y unas 200 toneladas de oro arribaron a España y potenciaron el incipiente desarrollo comercial y manufacturero europeo, que abrieron las compuertas de la Revolución Industrial y el desarrollo capitalista.
La navegación súperó todos los límites y se aventuró hacia todos los rincones del planeta. El conocimiento del mundo comenzó a ser posible y el comercio empezó a diseñar el mercado internacional. El desarrollo económico terminaría por sepultar a la sociedad feudal y al absolutismo monárquico.
Como resultado de los enfrentamientos entre el grupo morenista y el grupo saavedrista, la composición de la Primera Junta se modificó. El número de sus miembros aumentó con la incorporación de los diputados del interior: a este nuevo gobierno se lo llamó Junta Grande. El deán Funes —representante de Córdoba— líderó a los representantes del interior del Virreinato que no estaban de acuerdo con un cambio radical y rápido del orden colonial español, y se alió con los saavedristas.
Sin embargo, el desarrollo de las guerras de la Revolución hizo que las posiciones moderadas de los saavedristas tuvieran que cambiar. A fines de 1811, debieron tomar medidas más radicalizadas para enfrentar las resistencias al nuevo gobierno que se presentaban en Buenos Aires y el interior. La Junta Grande fue reemplazada por un gobierno integrado por sólo tres miembros que resultaba más rápido y eficaz para tomar decisiones: el Primer Triunvirato.
El nuevo gobierno enfrentó duramente a quienes conspiraban contra la Revolución, especialmente a los peninsulares, y los sanciónó incluso con la pena de muerte. El Primer Triunvirato decidíó también continuar la guerra revolucionaria contra la resistencia realista.
Mientras San Martín organizaba la expedición hacia Chile y Perú, Alvear inició tratativas diplomáticas con Inglaterra, con el objetivo de establecer un protectorado inglés sobre las Provincias Unidas. La mayoría de los jefes provinciales consideraron a Alvear un traidor, y Artigas, con la adhesión de Entre Ríos, Santa Pe y Corrientes, encabezó la rebelión contra el Directorio.
En ese difícil clima político, se convocó, en 1816, la reuníón de un nuevo congreso constituyente en la ciudad de Tucumán. Sus objetivos eran elegir un nuevo director supremo, redactar una Constitución que organizara el país y resolver sobre la independencia de España.
La decisión más importante que tomó el Congreso fue la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata respecto del dominio español, el 9 de Julio de 1816. Aunque los gobiernos de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental no habían enviado sus representantes al Congreso, todas las provincias estaban de acuerdo en esta decisión. Las diferencias surgieron cuando se discutíó sobre la posible Constitución y la forma de gobierno que se debía adoptar. La gravedad de la situación internacional llevó a plantear la opción entre un sistema monárquico y un sistema republicano. Casi todos los diputados del interior rechazaron las ideas monárquicas, ya que para la mayoría de la población —afirmaban— la monarquía estaba asociada con la opresión y la injusticia que habían soportado durante el dominio español.
Las ideas monárquicas en el Congreso de Tucumán
Las propuestas de adoptar la monarquía como forma de gobierno para las Provincias Unidas estuvieron relacionadas con la situación internacional e interna en 1816. Belgrano y San Martín, hombres comprometidos con los principios liberales de la forma republicana de gobierno, fueron dos de los más firmes defensores del establecimiento de una monarquía. Afirmaron que la revolución americana había perdido prestigio y apoyo en Europa por el continuo desorden y anarquía que generaba; y que una monarquía, además de agradar a la Santa Alianza, iba a permitir establecer el orden interno para continuar la lucha por la independencia. Todos los proyectos propónían una monarquía constitucional, según el modelo del liberalismo político. Fueron varías las dinastías en las que se pensó para ocupar el trono: un descendiente de los incas, un infante de la casa reinante en España, y un miembro de la familia real portuguesa que también reinaba en el Brasil. Finalmente, estas ideas no lograron imponerse.