Las derrotas militares, la bancarrota económica, la pérdida de confianza de los españoles en sus gobernantes y el imparable desmoronamiento institucional del sistema monárquico absolutista del Antiguo Régimen, fueron algunos de los problemas más complicados que se plantearon mientras permanecíó en el trono Carlos IV, un rey indolente, débil, poco capacitado, manejado por su esposa y desinteresado por las cuestiones de Estado. Por primera vez, en un país europeo, los revolucionarios habían conseguido un amplio apoyo popular para acabar con el poder absoluto del monarca, y los privilegios de la nobleza, con la esperanza de ganar así más libertad e igualdad.Como era previsible, los sucesos franceses provocaron una enorme conmoción en todo el mundo y extendieron el pánico entre los reyes, los nobles, y los clérigos de toda Europa. Durante el reinado de Carlos IV podemos distinguir dos fases bien definidas en la política exterior española: una primera fase marcada por el enfrentamiento con Francia, y un segundo período caracterizado por el retorno a la alianza con este país, en el tratado de San Ildefonso. Como consecuencia de este tratado, España y Francia iniciaron una prolongada guerra contra Gran Bretaña, y también contra Portugal, que manténía una sólida alianza con los ingleses desde principios del Siglo XVIII. El resultado del conflicto fue nefasto para la flota española, que fue destruida por los ingleses en un enfrentamiento frente a las aguas del cabo San Vicente. Ese mismo año, Gran Bretaña se apoderó de la isla caribeña de Trinidad, y sus barcos cercaron el puerto de Barcelona, además de bombardear Cádiz y otras ciudades Canarias. Con un nuevo objetivo: la invasión y reparto territorial de Portugal: Para facilitar el ataque a Portugal, Carlos IV autorizó la entrada a suelo español de 60.000 soldados franceses que, en menos de un mes, ya habían conquistado y ocupado todo el territorio portugués. En 1792, el rey colocó al frente del Gobierno al extremeño Manuel Godoy, un simple oficial de la guardia real, sin estudios, pero ambicioso y hábil, que logró ascender a lo más alto del poder gracias a su «íntima amistad» con la reina María Luisa de Parma. Los repetidos errores del Gobierno, hicieron que la mayoría de la población española, perdiera la confianza en sus dirigentes (rechazaban y odiaban a Manuel Godoy). Dentro de las minorías más poderosas, influyentes e instruidas del país, surgieron dos posiciones ideológicas opuestas, que se fueron perfilando y consolidando a lo largo de los años finales del Siglo XVIII.
A principios del Siglo XIX, España se encontraba al borde de la bancarrota financiera por el rápido aumento de las deudas y de los gastos militares. El hijo de Carlos IV intento deshacerse de Godoy y de su padre. El primer intento tuvo lugar en El Escorial, pero el complot fue descubierto y el príncipe de Asturias fue arrestado y obligado a confesar el nombre de sus cómplices. Finalmente, Carlos IV fue forzado a ceder el trono a su hijo tras un motín popular. Todos estos hechos fueron observados con gran interés por Napoleón, que ya planeaba invadir España. Napoleón decidíó así aprovechar los conflictos familiares entre los reyes y la presencia de tropas francesas en la península, para eliminar la dinastía real de los Borbones y apoderarse del territorio español (los hizo ir a Bayona). Cuando los dos estaban en Bayona Napoleón los hozo firmar un acuerdo donde abdicaban al trono, posteriormente Napoleón proclamo como rey de España a su hermano José I Bonaparte (pepe botella). La mayor parte de la población renegaba a ser gobernados por los franceses, así que decidieron alzarse en contra de ellos, pero por otro lado había algunos que, si los apoyaban, fueron denominados afrancesados.
5.2.- LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812
Durante los primeros meses de 1810, y con enormes dificultades, los diputados que consiguieron atravesar el territorio en plena guerra, fueron llegando a Cádiz, una ciudad permanentemente sitiada por el ejército napoleónico. Allí se congregaron, con poderes ilimitados, unos 300 diputados. – El grupo de los liberales, donde había muchos jóvenes diputados, partidarios de las reformas revolucionarias y, convencidos de que «sin libertad no era posible la felicidad», consiguió, desde el primer día, dominar los debates e influir así decisivamente en toda labor de las Cortes. – Los diputados del sector jovellanista, pretendían reformar y mejorar el sistema político español, limitando parcialmente el poder del rey, e introduciendo innovaciones graduales, con prudencia y poco a poco. Efectuar una profunda y radical reforma de las instituciones políticas,económicas y jurídicas españolas, y redactar una Constitución, eran las dos intenciones primordiales de los diputados del sector liberal en las Cortes. – Libertad de imprente y supresión de la censura de prensa por vez primera en España. Constitución de carácter liberal, que fue promulgada el 19 de Marzo de 1812. Fernando VII, y como medidas para impedir un posible retorno al absolutismo, el texto constitucional proclamaba que el monarca no podía disolver las Cortes y que sólo poseía un derecho de veto suspensivo transitorio, durante dos años, sobre las leyes aprobadas en Cortes. La intención de los diputados, consistía en eliminar los obstáculos que impedían el ascenso de los mejores individuos a los puestos más destacados. En cualquier caso, los liberales siempre mostraron su rechazo al «nefasto igualitarismo económico» porque consideraban que la propiedad privada era un derecho individual fundamental e intocable. Por el contrario, la proclamación del catolicismo como única religión permitida y la negación de la libertad religiosa, fueron gestos de prudencia condicionados por la guerra y la necesidad de conservar la importantísima colaboración del clero en la lucha contra los franceses. Las Cortes tampoco suprimieron la esclavitud, a pesar de los esfuerzos de San Agustín Argüelles para acabar con el «infame» comercio de esclavos, y conceder la libertad a los miles de negros que trabajaban en las plantaciones americanas. Sin embargo, la mayoría de los diputados consideraban que una supresión precipitada podría tener repercusiones muy negativas sobre la economía agraria colonial, y arruinar a los propietarios de los esclavos.