Con el nombramiento de Pueyrredón como director supremo, San Martín obtuvo apoyo del gobierno central para convertir su pequeña fuerza inicial en el Ejército de los Andes, destinado a la campaña para liberar a Chile. Reunía a más de 4000 hombres, provenientes de todas las Provincias Unidas y de Chile.
En 1817 el Ejército de los Andes comenzó el cruce de la cordillera. San Martín buscaba desconcertar al enemigo utilizando una táctica denominada guerra de zapa. Esto facilitó su tarea y la de su ejército, que, ayudado por los patriotas chilenos, conocía los movimientos de enemigo. El cruce se llevó a cabo por seis pasos diferentes. Las principales columnas cruzaron la cordillera por los pasos de Uspallata, bajo las órdenes de Las Heras y Los Patos, al mando de San Martín y O’Higgins fue nombrado director supremo. El 12 de Febrero de 1817 el Ejército de los Andes derrotó a los realistas en la batalla de Chacabuco. Los patriotas tomaron Santiago de Chile y O’Higgins fue nombrado director supremo. El 12 de Febrero de 1818 se declaró la Independencia de Chile, pero al día siguiente los realistas atacaron por sorpresa el campamento de Cancha Rayada, debilitando al ejército patriota. Finalmente, el 5 de Abril de 1818, la victoria en la batalla de Maipú aseguró la independencia chilena. Sin embargo, los realistas mantuvieron su resistencia en el sur del país hasta 1820.
En 1815 Simón Bolívar se refugió en Jamaica tras la derrota de la Segunda República venezolana. Allí busco el apoyo de Inglaterra para organizar una expedición a Venezuela. Según su plan, partiría desde Venezuela hacia Nueva Granada, Quito y por último Perú, liberando a Sudamérica de la dominación española. Este plan formaba parte de un documento conocido como la carta de Jamaica. Sin embargo, para ese momento Gran Bretaña se había aliado con España como parte del proceso de la restauración de las monarquías europeas, y se negó a prestar ayuda a los planes independentistas de Bolívar.
En 1816, con la colaboración del gobierno independiente de Haití y de los llaneros, Bolívar desembarco una fuerza expedicionaria que reinició la guerra dela independencia de Venezuela.
La nueva campaña libertador se prolongó hasta 1819 y se extendíó a Nueva Granada. En Febrero de ese año, un congreso reunido en la ciudad de Angostura proclamó la creación de la GRAN Colombia, una unidad territorial formada por las actuales Venezuela y Colombia, y que luego incluyó al actual Ecuador. Meses después, las fuerzas de Bolívar obtuvieron un triunfo decisivo sobre los realistas en la batalla de BOCAYÁ.
LAS PROVINCIAS
Con el fin del Directorio, ocurrido luego de la batalla de Cepeda en 1820, las Provincias Unidas del Rio de la Plata dejaron de tener un gobierno central. A partir de entonces, cada provincia se organizó como una entidad autónoma, es decir que dictaba por si misma sus propias leyes y elegía a su gobierno, sin responder a ninguna autoridad nacional.
Estas autonomías provinciales se construyeron a partir de los profundos cambios políticos, económicos y sociales experimentados durante los procesos de revolución e independencia del orden colonial español. La decadencia de los antiguos circuitos comerciales y productivos y la aparición de nuevos circuitos relacionados con el comercio con Inglaterra o especializados en producir para otros mercados, desplazaron del poder económico y social a las antiguas élites. En su reemplazo, los hacendados y los comerciantes ligados a la exportación conformaron los nuevos sectores dominantes en la sociedad.
Asimismo, los cambios sociales y políticos producidos por la militarización y la movilización de sectores populares durante las guerras de independencia crearon también nuevos dirigentes políticos, los caudillos, que se convirtieron en los grandes protagonistas de esta etapa. Al igual que en otros países de América latina, estos caudillos expresaban los intereses de las élites de las diferentes regiones y defendían distintas concepciones de la organización nacional.
A pesar de los conflictos y guerras civiles del periodo, gradualmente cada provincia organizó sus instituciones, mediante la sanción de estatutos o constituciones locales. Con diferencias de formas y nombres, estas normas conténían el principio de la división de poderes entre un gobernador (poder ejecutivo), una junta de representantes o legislatura (poder legislatura) y tribunales de justicia y jueces (poder judicial).
UNITARIOS Y FEDERALES
La disolución de la autoridad central fue una expresión de las profundas diferencias políticas alrededor de qué tipo de organización nacional debía darse a las Provincias Unidas. La falta de acuerdos fue delineando dos grandes tendencias políticas: Los unitarios y los federales.
Estas tendencias estaban presentes en cada regíón y expresaban también desacuerdos sobre las políticas comerciales y económicas que debía seguir el país.
LOS UNITARIOS:
Expresaban una tendencia que provénía del centralismo del periodo anterior. Eran partidarios de una organización institucional que contara con un poder central fuerte, ya que veían en las autonomías provinciales una amenaza a la estabilidad y orden del Estado. Para los unitarios las provincias debían ser divisiones administrativas, cuyas autoridades serían designadas por el gobierno nacional. Defendían también el libre cambio y privilegiaban la vinculación con el mercado externo y el puerto de Buenos Aires, cuyos recursos aduaneros debían ser administrados por el gobierno central. Si bien mucho unitarios eran porteños, también hubo partidarios de esta tendencia en la mayoría de las provincias, en especial entre las élites que tenían vinculaciones comerciales con Bs. As.
LOS FEDERALES:
un modelo de organización política basado en las autonomías provinciales. Sosténían el principio de que cada provincia debía contar con sus propios gobiernos elegidos localmente y que las autoridades nacionales debían tener limitado su poder a las cuestiones de interés general, como las relaciones diplomáticas con otros países por ejemplo. Este modelo se inspiraba en la organización institucional de los Estados Unidos.
Desde lo económico, sin embargo, había importantes diferencias dentro de la corriente federal. Los de las provincias del interior defendían una política económica proteccionista, que favoreciera a las economías regionales y distribuyera los ingresos aduaneros entre todas ellas. Los de Buenos Aires, por su parte, era partidario del libre cambio con el interior y defendían la preeminencia de su puerto, cuyos ingresos de aduana debían ser aprovechados y administrados únicamente por la provincia. Los federales del litoral también eran partidarios del libre comercio, pero sobre la base de la libre navegación de los Ríos Paraná y Uruguay y de la apertura de puerto en sus costas, para desarrollar sus economías con independencia de Buenos Aires.
Estas diferencias se expresarían de distintas formas a lo largo del periodo con diferentes alianzas y enfrentamientos entre esos sectores.