Antes de la primera Guerra Mundial el modelo de gobierno que habían adoptado los países europeos, con excepción de Rusia, era el de la democracia liberal. En algunos de ellos el sistema funcionaba deficientemente y en otros la evolución hacia esta forma de gobierno todavía no era completa, pero la tendencia en todos era la de una competencia de partidos políticos, con representantes electos democráticamente y el Poder Ejecutivo en manos de un ministerio responsable ante el Parlamento. “ello significa por una parte, que el Estado es, por definición, totalitario, física y espiritual, de los destinos individuales y delas actividades de la sociedad que el dirige, […]”
En cambio, en el periodo transcurrido entre las dos guerras mundiales, muchos países fueron cayendo en manos de dictaduras totalitarias. Estos regímenes recibieron distintos nombres: En Rusia era comunismo, en Alemania nacional-socialismo y en Italia, fascismo, y aunque en cada lugar tuvieron sus características propias, participaban de numerosos aspectos comunes: El jefe de gobierno era un dictador cuya voluntad era absoluta, solo se toleraba un partido político, y aunque generalmente seguían existiendo órganos representativos en el gobierno, los puestos eran cubiertos por adictos al partido o incondicionales del dictador. Toda la economía del país estaba controlada estrictamente por el gobierno y lo mismo sucedía con los sindicatos; se perfeccionaron al máximo los cuerpos policíacos y de espionaje y la vida de todos los ciudadanos estaba estrechamente vigilada, se estableció un control absoluto de la prensa y de todos los medios de información, estaba prohibida la venta y hasta la posesión de numerosos libros, lo mismo que la representación de muchas obras de teatro y la exhibición de ciertas películas. En resumen, eran lo que se ha llamado gobiernos totalitarios, en que todas las actividades del individuo están subordinadas al Estado.
2. Definición de Totalitarismo
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Lo característico del totalitarismo ha sido utilizar una determinada ideología, basada bien sea en el conflicto racial o en la lucha de clases para modificar las estructuras de la sociedad, por medio de la fuerza y la intolerancia, para crear una nueva sociedad homogénea y controlada en todos los aspectos. Por un lado hay que tener presente que si consideramos al totalitarismo como una forma contraria a la dignidad del hombre, no importa cual sea su fundamento ideológico, religioso o político. “
Si se asumimos que lo anteriormente se puede decir que todo totalitarismo implica un régimen autoritario y dictatorial, en las formas de totalitarismo moderno no importo mucho que las razones para fundamentarlo hayan sido de derecha o de izquierda. Tanto el comunismo soviético como el nazismo alemán fueron regímenes políticos despóticos que, para imponer su concepción del mundo, sepultaron a una gran cantidad de seres humanos. Así en palabras de Ebenstein “el totalitarismo como forma de gobierno y como sistema de vida se caracteriza por un propósito fundamental: el control total del hombre por el Estad, no reconociendo limites en cuanto a metas o a medios […] el objetivo es máximo poder del Estado, conquistable únicamente mediante la represión máxima de la libertad individual. El estado es el amo, el individuo el servido, exactamente opuesto al concepto democrático”.
Así mismo totalitario es aquel régimen político no democrático en los que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial están concentrados en un reducido número de dirigentes , que subordinan los derechos de la persona humana a la razón de estado. “en cuanto a los medios el totalitarismo no reconoce limites o restricciones”
Al hablar de autoritarismos y totalitarismos debemos tener en cuenta que se consideran tres contextos: la estructura de los sistemas políticos, las disposiciones psicológicas relacionadas con el poder, y las ideologías políticas.
3. Totalitarismo y la concentración de poder
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En contraste con lo que ocurre en una democracia, el proceso principal en la sociedad nazi es la concentración de poder, que conduce a una organización rígida de la pauta de vida. Muchos de los aspectos de la concentración de poder nazi son pautas de la civilización occidental en general. El creciente poder del estado no es un producto alemán. Lo mismo es válido para la concentración de poder en el campo económico, que alcanza su apoteosis en el sistema monopolista, o para la concentración de poder político en resultante de ciertos aspectos en la evolución del sistema partidario, ”el gobierno autoritario aspira principalmente a fiscalizar las actividades políticas del hombre, en contraste con el sistema totalitario que procura el dominio de todos los aspectos de la vida, los apolíticos no menos que los políticos.” . A pesar de todo esto el nazismo se puede considerar un caso clásico en la concentración de poder de la Europa del siglo XX. Pues muestra como un Estado omnipotente se construye de inmediato como resultado de circunstancias históricas específicas, como el sistema monopolista se desarrolla al máximo por la técnica de los trust obligatorios y contribuye a la concentración de poder al integrarse el Estado omnipotente y, por fin, como único partido político devora a todos los cuerpos constitutivos de la sociedad alemana. Se trata de una sociedad basada en el individualismo político y económico, en el que la libertad individual aparece como una reacción contra un régimen absolutista de tipo medieval.
Durante el período de las dos guerras, la sociedad alemana desarrolló tendencias hacia un mayor poder estatal más fuertes y numerosas que en otras sociedades occidentales. En primer lugar, la idea de un poder central fuerte siempre a constituido un principio básico en la organización de esa sociedad.
En todos los estratos de la sociedad existía una tendencia a aceptar un gobierno fuerte y protector; y los nazis explotaron esta situación. En muchas democracias modernas, la evolución del sistema partidario ha exhibido cierta tendencia a la concentración de poder. R. Michels lo llama oligarquización. La oligarquización es el resultado de la tendencia de los partidos a basar sus actividades en un número limitado de miembros, y a considerar al electorado como un medio para alcanzar el poder, así como la inclinación natural de los líderes a organizar el partido de modo de consolidar su propia posición. En las democracias, cuando un partido gana por mayoría absoluta, se lo considera el máximo representante del pueblo y se tiende a dejar de lado a los demás partidos, así el régimen político se convierte en un sistema unipartidario. En la república de Weimar había dos partidos políticos principales, ambos en una estructura oligárquica, el socialdemócrata y el comunista, cada uno de los cuales intentaba monopolizar el poder. Por tanto fue natural que surgiera un nuevo partido, de derecha, con idéntico propósito.
4. El Fascismo como totalitarismo
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El fascismo prende la estricta reglamentación de la existencia nacional e individual de acuerdo con ideales nacionalistas y a menudo militaristas; los intereses contrapuestos se resuelven mediante la total subordinación al servicio del Estado y una lealtad incondicional a su líder. ”el fascismo pone voluntariamente por delante la reconciliación del individuo y del Estado; pero la funcion unificadora como la funcion represiva son la consecuencia misma de esta reconciliación”. En contraste con los totalitarismos de izquierdas identificados con el comunismo, el fascismo basa sus ideas y formas en el conservadurismo extremo. Los regímenes fascistas se parecen a menudo a dictaduras —y a veces se transforman en ellas—, a gobiernos militares o a tiranías autoritarias, pero el fascismo en sí mismo se distingue de cualquiera de estos regímenes por ser de forma concentrada un movimiento político y una doctrina sustentados por partidos políticos al margen del poder.
La enérgica actuación de los fascistas les presenta ante buena parte de la sociedad italiana como defensores del orden. En octubre de 1922 se reúne el Consejo del P.N.F. (Partido Nacional Fascista) en Nápoles y comienzan los preparativos de la “marcha a Roma”, dirigida por los cuatro símbolos de los apoyos iniciales del fascismo: el Ejército, los propietarios rurales, los escuadristas y el sindicato fascista.
Su objetivo es “convencer” al Rey para que acepte que Mussolini forme gobierno.
Cuando la oposición se debilitada era aún fuerte para dejar oir su voz y la libertad de prensa pervivía. Mateotti, secretario del grupo parlamentario socialista, con una documentación irreprochable, denuncia las graves violencias fascistas contra la libertad de voto en las elecciones de 1924 y exige su anulación. A pesar de las sospechas, el Gobierno niega su implicación. El affaire Mateotti pudo haber puesta fin a la dictadura fascista. La oposición hace una llamada a la nación y reclama al Rey la aclaración de los sucedido, la vuelta a las normas constitucionales y la abolición de la milicia fascista. Una vez más Víctor Manuel antepone sus temores al bolchevismo, al interés de la justicia y la salvación del estado democrático.
El abandono de la Cámara por parte de la mayoría de los diputados de la oposición -retirada del Aventino-, con la pretensión de que el Rey destituyera a Mussolini pone en manos de los fascistas las instituciones. A partir de 1925, da comienzo ya la institucionalización del Estado totalitario en su fase ascendente (1926-1936). Mussolini anuncia su propósito de “fascistizar” Italia y recibe de una Cámara en manos de los fascistas poderes muy concentrados.
Eliminada la oposición, suprimida la libertad de prensa y de reunión, comienza la represión y persecución -con registros domiciliarios- de los políticos no fascistas. En 1926 los poderes legislativos del Duce son ampliados y legisla mediante decretos-leyes al margen de la Cámara. El mismo año establece la Ley de defensa del Estado y crea un Tribunal especial para juzgar delitos políticos y una nueva policía, la OVRA (Organización para la Vigilancia y la Represión del Antifascismo).
El Partido Fascista, a pesar de que incrementa su influencia, es despojado de poder político y reducido a mero órgano burocrático de propaganda y encuadramiento de masas. El poder reside sólo en el Duce, asistido por el Gran Consejo Fascista que, desde 1928, es el órgano constitucional supremo y el que decide la composición de la Cámara de diputados. El Gran Consejo Fascista recibe el derecho de nombrar sucesor al Duce y aunque supeditado a él, en 1943 le derrocó.
Simultáneamente a la instauración del Estado totalitario que aspira a controlar todas las organizaciones sociales bajo el principio de la colaboración de clases, se establece el sistema corporativo. Con la Carta del Trabajo (1927) quedaba formado el Estado corporativo, regulador y legislador único de la actividad económica, subordinando la iniciativa privada al interés general. En su seno, las corporaciones unificaban a los representantes de la empresa y de los sindicatos para supuestamente organizar la economía, pero esto era una simple fachada para el creciente intervensionismo autoritario del Estado fascista en la economía.
En el plano educativo y cultural, el fascismo trata de extender sus brazos. La reforma escolar de Gentile en 1923 acentúa la orientación cultural greco-latina, dejando en segundo término los aspectos técnicos. Además de la fascistización de las instituciones políticas y de la economía, y de la identificación Estado-PNF y del control de la enseñanza, se regula el ocio de los niños y jóvenes encuadrándoles en las organizaciones fascistas (Balillas y grupos Universitarios Fascistas) y de los adultos (Opera Nazionale Dopolavoro).
La conciliación con la Santa Sede, los Pactos de Letrán (1929), dan prestigio al fascismo. La situación de no reconocimiento del Estado italiano por la iglesia católica se remonta a la llamada “cuestión romana” en 1870. El Tratado reconoce ahora la soberanía del Papa sobre la ciudad del Vaticano y se le indemniza por la pérdida de los Estados de la Iglesia. No obstante, se fue abriendo un foso entre las tendencias autoritarias del Duce y la Iglesia en las cuestiones de familia, enseñanza y religión.
El Estado totalitario-corporativo italiano inaugura la política intervensionista en la economía. A raíz de la crisis de 1929 se emprende un programa de autarquía y de relanzamiento de la industria militar. En el camino hacia la puesta en práctica de la autarquía nos encontramos con tres fases:
La primera pretende la reducción de las importaciones, el fortalecimiento de la moneda y el aumento de la producción. Se acomete lo que el propio Mussolini denominó las “grandes batallas”. La del trigo es una de las más significativas. Se trataba de evitar las importaciones aumentando la producción, mediante la extensión de las zonas cultivadas. La batallas de la lira consistía en revaluarla, lo que resultaría negativo para las industrias de exportación y los trabajadores. Por último, las grandes obras públicas que, además de contribuir a la exaltación del régimen, modernizaron las comunicaciones y una política urbanística de arquitectura colosal. El fascismo hace hincapié en el nacionalismo, pero su llamamiento ha sido internacional. Surgió con fuerza por primera vez en distintos países entre 1919 y 1945, sobre todo en Italia, Alemania y España. En un sentido estricto, la palabra fascismo se aplica para referirse sólo al partido italiano que, en su origen, lo acuñó, pero se ha extendido para aplicarse a cualquier ideología política comparable. Del mismo modo, Japón soportó durante la década de 1930 un régimen militarista que presentaba fuertes características fascistas. Los regímenes fascistas también existieron en periodos variables de tiempo en muchos otros países. Incluso democracias liberales como las de Francia e Inglaterra tuvieron movimientos fascistas importantes durante las décadas de 1920 y 1930. Después de la derrota de las potencias del Eje Roma-Berlín-Tokyo en la II Guerra Mundial, el fascismo sufrió un largo eclipse, pero en los últimos tiempos ha reaparecido de forma más o menos abierta en las actuales democracias occidentales, sobre todo en Francia y en Italia.
5. Ascenso y triunfo del nacionalsocialismo. (Alemania)
La fragilidad del régimen se muestra en la naturaleza de la constitución. Esta debilidad de la estructura y del parlamentarismo fue aprovechada por el partido nazi. Enero de 1919 se funde el Partido Obrero Alemán (DAP). Meses después Hitler se afilia al partido al que en 1920 se incorporan los nazis de Munich. En el mismo año, ya bajo la influencia notable de Hitler, se aprueba el programa de “25 puntos” y el partido pasa a denominarse Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (NSDAP) o abreviadamente “nazi”.
A semejanza del fascismo italiano aboga por un Estado nacional fuerte que reconcilie a todas las clases sociales y suprima la lucha de clases mediante “ un socialismo nacional” con ciertos elementos anticapitalistas que atraigan a las clases medias. Sin embargo, el nacionalsocialismo tiene como idea motriz la preservación de la pureza racial (la aria) y la extirpación de los enemigos de Alemania: los demócratas, los marxistas y los judíos. Asimismo, rechaza los Tratados de Versalles y de Saint-Germain; persigue la unión de todos los alemanes en una Gran Alemania dotada de un “espacio vital” para el desenvolvimiento del pueblo alemán y también el proyecto Anchluss para unir Austria y Alemania. Fracasado el intento de golpe de Estado (el putsch de la cervecería), Hitler escribe en prisión su libro-programa Mi lucha (Mein Kampf). Al salir de la cárcel militar a finales de 1924, prepara de forma metódica la conquista del poder. Reconstituye el partido, le impone una férrea disciplina y le dota de una gran capacidad propagandística. La burguesía empieza a financiarle y dijo que no quería ningún punto socialista y las ideas socialistas las dejaron en nada. Tenía un problema, fundó las S.A. y cuando salió se encontró con su jefe, Strasser, que tenía dos ideas: aferrarse a los puntos socialistas y querer que cuando ganara el partido los homologasen y fundasen con el ejército. Estas ideas eran contrarias a Hitler.
Así que iba a fundar otro grupo para acabar con la S.A. y fundó las S.S. cuyo jefe era Wille Zur Match. En las primera elecciones los nazis sacaron muy poco. Los extremos no se comían ni una rosca. Los años 1924-1928 confieren cierta estabilidad. La situación de la República mejora tanto en el interior -estabilización del marco, plan Dawes que hizo para lograr los pagos (obra de Dawes), evacuación del Ruhr, reactivación económica- como en el exterior- reconciliación franco-alemana, pacto de Locarno, ingreso en la SDN-.
El régimen democrático parecía apuntalado bajo los gobiernos moderados -Centro católico y socialdemócratas-. En 1929 sucede el crack de Wall Street. En 1931, la crisis económica está en su apogeo, producto del crack, y el espectro del paro y del hambre se cierne sobre Alemania. Se presenta Hitler como candidato a la presidencia de la República en 1932, frente al mariscal Von Hindenburg, presidente de la misma desde la muerte de Ebert en 1925. Resulta elegido Hindenburg frente a la candidatura de Hitler. Las batallas callejeras entre las organizaciones paramilitares de los nazis (SA y SS), de los nacionalistas y de los comunistas se suceden.
El 30 de enero de 1933, Hindenburg bajo la presión de sus más íntimos consejeros, nombra canciller a Hitler que forma un gobierno de todas las fuerzas políticas que le han apoyado y en el sólo hay dos ministros nazis, Goering y Frick. Con insultada rapidez Hitler implanta, desde la legalidad, su dictadura totalitaria, entre febrero de 1933 y agosto de 1934. Aprovechando el famoso incendio del Reichstag (cámara baja) -falsamente atribuido a un complot comunista- en febrero de 1933, suspende las garantías constitucionales. Por la Ley de Defensa del Pueblo y del Estado, el poder legislativo es asumido por el ejecutivo.
Hitler forma un gobierno más homogéneo e incorpora a Goebbels al nuevo Ministerio para la “Educación del Pueblo y la Propaganda” y con él controlar los medios de comunicación y galvanizar al pueblo alemán según sus directrices. Días más tarde, por la Ley de Reorganización de la Burocracia quedan excluidos de la administración los que nos sean adictos al régimen y los no arios. Se suspenden las autonomías de los Estados (Länder) y por la Ley de Unificación son prohibidos los partidos políticos y los sindicatos, y el NSDAP se convierte en el partido único del Reich.
En agosto de 1933, Hitler anuncia el nacimiento del Tercer Reich y simultáneamente Alemania abandonará la SDN. En enero de 1934, Hitler queda autorizado a modificar la Constitución y, finalmente, a la muerte de Hindenburg en agosto de 1934, respaldado por los círculos industriales y el ejército y con un Reichstag con representantes nazis, asocia a su persona la Chancillería y la presidencia del Reich. El Estado totalitario se hallaba firmemente asentado. A partir de este momento, la influencia del nazismo se afianza entre todas las clases sociales. El ejército, remiso al principio a los nazis, consintió a los deseos del Führer tras la “noche de los cuchillos largos”. En esa noche, la vieja tirantez de la SA y el mando del partido, y entre las SA y el ejército, se resolvió cuando Hitler dispuso el fusilamiento de Roehm y otros jefes de las SA. Los viejos adversarios de Hitler son asesinados, arrancando de cuajo toda oposición. El ejército, cómplice de los acontecimientos, se convierte en uno de los puntales del totalitarismo hitleriano.
En abril de 1933, la creación de la GESTAPO (Policía Secreta del Estado, mandada por Himmler) completa los resortes del control ideológico. La policía nazi de hacer de la educación un instrumento de su dominación totalitaria se plasma en la manipulación de asignaturas que convenientemente resaltan los valores “étnicos “ y militares.
Durante 1938, estando ya funcionando en secreto los campos de concentración para “reeducar a los descarriados”, se agudiza la política antisemita iniciada con las leyes de Nuremberg. En la “noche de cristal” se acusa a los judíos de haber asesinado a un miembro de la embajada alemana, se destruyen 280 sinagogas y se detienen a más de 20.000 judíos. Hasta 1944 se calcula que de 5 a 7 millones de hombres, mujeres y niños judíos son asesinados en masa. Mientras que en la Italia fascista continúa la monarquía junto al régimen del Duce -con la posibilidad, realizada en 1943, de la destitución de Mussolini-, en Alemania, tras abolirse la doble jefatura del Estado, se implanta una dictadura unitaria y omnipotente.
6. El nazismo y las clases sociales
El origen del nazismo podríamos decir que es puramente económico. La esencia del nazismo radica en la política agresiva de los magnates de la industria alemana, es una dictadura del capitalismo monopolista. La estructura del nazismo esta estrechamente relacionada con los intereses de los estratos social y económicamente superiores de la sociedad alemana. El movimiento nazi fue financiado por muchos representantes destacados de la industria alemana; pero Hitler nunca fue un títere de las clases altas alemanas.
Otra opinión es que el nazismo fue un movimiento de la baja clase media. Erich Fromm basaba su interpretación psicológica del nazismo en este criterio sociológico.
Los principales rasgos mentales del grupo nazi, encarnados en su concepto del «carácter autoritario», constituyen rasgos distintivos de la baja clase media. Muchos individuos que supuestamente pertenecen a estas clases de hecho se encuentran en un estado transitorio desde el punto de vista social y, en tal condición, corresponde describirlos como individuos sin clase.
Más adelante veremos que los individuos y los grupos sin clase poseen una significación especial para la estructura del nazismo.
En nuestra opinión, cualquier enfoque realista del nazismo debería comenzar por considerarlos como el producto de un grupo étnico – nación alemana-, que vivió bajo condiciones de tensión originadas por circunstancias históricas específicas.
7. El Nazismo y la economía
El orden económico nazi descansaba fundamentalmente, en la capacidad de Hitler para aprovechar la contradicción entre dos grupos de intereses: los industriales y los Junkers, por un lado, y los obreros por el otro. Hitler habló desde el comienzo con dos voces. Con una se dirigía a las clases económicamente superiores, acentuando el repudio nazi respecto de cualquier programa de clases en el campo económico. En el lenguaje de estas clases, ello significaba que no se utilizarían contra ellas métodos revolucionarios. Con la otra voz, hablaba a las clases trabajadoras, predicando un nuevo tipo de socialismo.
El sabor socialista del orden económico nazi era objeto de una ostentosa propaganda mediante un cierto control ejercido sobre la libre empresa a través del sistema de trusts obligatorios y otras formas de control estatal. Pero, al mismo tiempo se alentaba el espíritu de iniciativa y beneficios privados. El estado mismo creó, un amplio campo para la expansión de los grandes monopolios. La alianza entre ambos constituía un hecho evidente, pues el mismo estado mostraba gran preocupación por el bienestar de las masas y encontraba recursos, es cierto que temporarios, para reducir la desocupación, aumentar los jornales, etc.
Hitler nunca consideró a los industriales como miembros de dos grupos de intereses constitutivos, sino como miembros de la nación alemana que pasaba por una situación de tensión. Veía sus frustraciones y su inseguridad, antes que sus intereses de grupo y de clase. El factor común a todas las clases era la inseguridad. Mostró a los industriales el peligro del comunismo y de la competencia internacional. Peligros bastante reales como para que los capitalista prefirieran el orden nazi, en el cual siempre se convertían en gerentes de sus propias empresas.
Con los trabajadores Hitler explotó sus temores a la explotación y la desocupación y, por encima de todo, sus tendencias igualitarias denunciando la igualdad material como extrínseca y mecánica y desviando a voluntad » la mirada de las masas» de las cosas materiales a las espirituales.
Hitler alentó los prejuicios de la clase media y el campesinado contra el comunismo y su respeto por la propiedad privada. Los nazis trataron de complacer a todo el mundo.
El éxito económico nazi en el aumento de la producción y la práctica desaparición del paro que en 1933 ascendía a casi 6 millones, supone la consolidación definitiva del nazismo y hace olvidar al pueblo alemán los sacrificios impuestos por la política de autarquía y de rearme y obras públicas.
El esfuerzo del régimen nazi va dirigido a mantener un capitalismo controlado por el Estado pero sin ninguna pretensión de socialización.
8. Rasgos comunes, del fascismo y el nazismo
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A diferencia del liberalismo y del marxismo que cuentan con una coherente exposición de principios ideológicos, las doctrinas del fascismo y del nazismo se configuran a la par que estos movimientos surgen con el propósito de alcanzar el poder y establecer su sistema de dominación. No hay doctrina. Una primera característica es su exaltación del Estado, de un Estado omnipotente o totalitario.
A ello, el nacionalsocialismo o nazismo agrega la configuración de un Estado sustentado en supuestos étnicos y racistas. Por ello, el fin supremo del Estado nazi es la preservación de la pureza racial, la que justifica la política racista y antisemita del Tercer Reich. Antiparlamentarismo bajo la dirección de un jefe o caudillo -Duce (Mussolini), Führer (Hitler)- dotado de un poder “carismático” y capaz de crear por sí sólo la voluntad nacional y de dirigirla en beneficio de la colectividad insustituible.
Su odio febril a la democracia y a sus manifestaciones más comunes, la libertad y la igualdad políticas. Así frente a la “falacia” de la igualdad democrática, exhiben como ideal la dicotomía superiores-inferiores. En el “código” social fascista el hombre es superior a la mujer, el militar al civil, el miembro del partido al que no lo es, se puede expresar las principales características:
A) Se halla un imperialismo militarista
B) El dogmatismo de las ideas y las intolerancia fundamentan la fe ciega en el caudillo
C)Utilizan los símbolos y los nuevos medios de propaganda de masas. Existe un partido único
9. El comunismo totalitario
el comunismo es visto como Ideología política cuya principal aspiración es la consecución de una sociedad en la que los principales recursos y medios de producción pertenezcan a la comunidad y no a los individuos. En teoría, estas sociedades permiten el reparto equitativo de todo el trabajo en función de la habilidad, y de todos los beneficios en función de las necesidades. Algunos de los conceptos de la sociedad comunista suponen que, en último término, no se necesita que haya un gobierno coercitivo y, por lo tanto, la sociedad comunista no tendría por qué tener legisladores. Sin embargo, hasta alcanzar este último estadio, el comunismo debe luchar, por medio de la revolución, para lograr la abolición de la propiedad privada; la responsabilidad de satisfacer las necesidades públicas recae, pues, en el Estado.
El concepto comunista de la sociedad ideal tiene lejanos antecedentes, incluyendo La República de Platón y las primeras comunidades cristianas. La idea de una sociedad comunista surgió, a principios del siglo XIX, como respuesta al nacimiento y desarrollo del capitalismo moderno. En aquel entonces, el comunismo fue la base de una serie de afirmaciones utópicas; sin embargo, casi todos esto primeros experimentos comunistas fracasaron; realizados a pequeña escala, implicaban la cooperación voluntaria y todos los miembros de las comunidades creadas participaban en el proceso de gobierno.
Posteriormente, el término `comunismo’ pasó a describir al socialismo científico, la filosofía establecida por Karl Marx y Friedrich Engels a partir de su Manifiesto Comunista. Desde 1917, el término se aplicó a aquellos que consideraban que la Revolución Rusa era el modelo político ideal, refundido el tradicional marxismo ortodoxo con el leninismo, creador de una verdadera praxis revolucionaria. Desde el inicio de aquélla, el centro de gravedad del comunismo mundial se trasladó fuera de la Europa central y occidental; desde finales de la década de 1940 hasta la de 1980, los movimientos comunistas han estado frecuentemente vinculados con los intentos de los países del Tercer Mundo de obtener su independencia nacional y otros cambios sociales, en el ámbito del proceso descolonizador.
10. La fase leninista del totalitarismo
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La pregunta que surge de inmediato es ¿hubo en realidad una diferencia sustancial de propósitos entre ambos líderes de la revolución, más allá del estilo personal de gobernar de cada uno de ellos? Es decir, ¿hubo acaso una diferencia esencial en el régimen que imperó desde 1917 hasta 1924, con lo que realizó Stalin a partir de 1929? Como explicamos en el artículo precedente, los métodos aplicados por Lenin fueron tan violentos como los que utilizó Stalin y en cierta medida es irrelevante que el primero los usara fríamente, como método para alcanzar un fin- el control total de la sociedad rusa- por los bolcheviques y que Stalin ejerciera la violencia como resultado de una paranoia y de una sed de poder personal desmedida. En ambos casos predomina la misma razón de estado. Ambos gobernaron en nombre del comunismo revolucionario, eran los líderes de un partido predestinado a llevar a cabo la realización de una verdad absoluta. Una característica determinante del totalitarismo, es precisamente, la negación de toda verdad contraria a la lógica del sistema y por consiguiente su absoluta intolerancia a cualquier otra forma de pensamiento que no siguiera los lineamientos impuestos, de ser necesario, por la fuerza para crear una sociedad nueva basada en una visión utópica de la misma.
Tampoco creemos que sirva de atenuante la justificación histórica de que el régimen se insertaba en una tradición autocrática y despótica característica de Rusia y de los gobiernos de los zares. Aquí el punto importante sería discutir si en una sociedad, sobre todo en una atrasada, es posible que el Estado establezca su dominio sobre todas las esferas sociales sin recurrir a la represión violenta y masiva, independiente de los matices y estilos personales. Lenin, era la cabeza de un régimen absolutista y Stalin lo mismo, pero más perverso. El partido Bolchevique fue creado por Lenin como una fuerza cuasi-militar, donde la cabeza se imponía a la base con poca discusión y el partido se imponía a toda la sociedad. Con Stalin, la diferencia radica en la personalización y ulterior perversión del paradigma, pero es posible sustentar la tesis que fue un cambio de grado y no uno sustancial. Así siguió funcionando el esquema, con los matices reformadores de Kruschev, hasta que Gorbachev dio el gran viraje.
Suponer, sobre la base de la llamada Nueva Política Económica que Lenin instrumentó ( un retorno tímido hacia el mercado después del fracaso del «comunismo de guerra”), o por los rasgos de su carácter, que una vez destruida la resistencia social, este habría virado hacia formas democráticas, es una discusión un tanto irrelevante. Lenin murió antes de que Rusia emprendiera el “camino soviético” hacia la industrialización forzada. Son ciertas las diferencias de carácter y capacidad intelectual entre Lenin y Stalin, sin embargo eso no es lo sustancial. El problema central es que el llamado “socialismo” que se impuso en Rusia tiene una necesidad de una gigantesca y opresiva burocracia: Está en el corazón mismo de este tipo de régimen, en el centro mismo de su dinámica de acumulación. No sólo para su implantación sino también para su funcionamiento ulterior.
La consulta de los archivos soviéticos que han podido efectuar los historiadores después de 1991, confirman que tanto Lenin como Trotski estaban dispuestos a usar cualquier medida, por cruel e inhumana que estas fueran, para mantener para los bolcheviques el control absoluto del Estado y de la sociedad soviética.
Sólo para refrescar la memoria recordemos que fue Lenin quien disolvió la Asamblea Constituyente, creó el control absoluto del partido, utilizó a los militares para aplastar las protestas civiles, creó la Tcheca como instrumento para aplicar el terror rojo, mandó asesinar a la familia imperial en 1918, destruyó la fuerza autónoma de los sindicatos, prohibió todo fraccionalismo y por lo tanto el derecho a disentir en el marco del partido comunista, el primero que empleó los juicios ejemplarizantes, el que inició la persecución de los Kulaks, el que creó los primeros campos de concentración o los denominados Gulags.
11. El estalinismo como totalitarismo
Tras la muerte de Lenin, Stalin se unió a Grígori Zinóviev y a Kámenev para, los tres juntos, gobernar el país. Con esos aliados temporales, Stalin actuó contra su gran rival Trotski, principal candidato para suceder a Lenin y cuya teoría de la revolución permanente contrastaba con la opinión del triunvirato que defendía `la construcción del socialismo en un sólo país’. Una vez eliminada la amenaza de Trotski, Stalin giró de nuevo, alineándose con Nikolái Bujarin y Alexéi Ivánovich Ríkov en contra de sus antiguos compañeros. En respuesta, Trotski, Zinóviev y Kámenev desafiaron la autoridad de Stalin al considerase como la `oposición de izquierdas’. Stalin venció a todos sus rivales gracias a una hábil manipulación y utilización de los órganos del partido y del Estado, y en 1929, ya había consolidado su posición como reconocido sucesor de Lenin y reforzado su poder como líder único de la Unión Soviética.
Ante el descenso de la productividad agraria a finales de la década de 1920, Stalin reaccionó con el abandono de la NEP (Nueva Política Económica) y el inicio en 1929 de un programa de colectivización acelerada, dirigida contra los kulaks (campesinos propietarios). Millones de kulaks fueron deportados y miles de ellos murieron durante la aplicación de esta política que fue especialmente dura en regiones como Ucrania. El proceso de industrialización desarrollado durante la década de 1930 tuvo mucho más éxito. Elevó a la atrasada URSS al nivel de otras potencias industriales.
A mediados de la década de 1930 Stalin inició una gran campaña de terror político. Las purgas, los arrestos y las deportaciones a los campos de trabajo afectaron a gran parte de la población de la URSS. Sus antiguos rivales, Zinóviev, Kámenev y Bujarin admitieron durante una serie de juicios multitudinarios y con muy pocas garantías las acusaciones de crímenes contra el Estado y fueron condenados a muerte. Un número indeterminado de dirigentes del partido y del Ejército desaparecieron durante este periodo, lo que despejó el camino a una nueva generación en la que se encontraban futuros dirigentes como Nikita Jruschov y Leonid Brezhnev. La dictadura del proletariado se había convertido en la dictadura de la burocracia del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y del propio Stalin; el temor inspirado por la policía secreta política formaba parte esencial del régimen.
Stalin, por su parte, siguió aplicando los mismos criterios y acentuó algunas acciones, como fueron la colectivización forzada de la agricultura, exterminando como clase a los pequeños propietarios, creando a costa de la agricultura una industrialización forzada, extendiendo el campo de aplicación de la policía secreta y del terror, mas allá de las fronteras de la URSS, desarrollando lo que se denominó el archipiélago de los Gulags, destruyendo los supuestos enemigos internos y externos y convirtiendo al comunismo en un instrumento de los intereses del Estado Soviético. A esto hay que añadir el genocidio cometido en 1932 en contra de la población de Ucrania, cuando Stalin llevó a cabo el exterminio del pueblo ucraniano por medio de una hambruna artificial que trajo como consecuencia la muerte de alrededor de 8 millones de campesinos .También centenares de miles de intelectuales y muchos ciudadanos comunes fueron fusilados o deportados a Siberia. Todo esto se hizo con el propósito de destruir la conciencia nacional ucraniana.
Posteriormente, cuando se efectuaron las grandes purgas de 1937-38 , Stalin hizo arrestar en sólo 14 meses a 1.800.000 personas, de las cuales, 690.000 fueron asesinadas. A partir de ese momento, los enemigos ya no son ni los burgueses, ni los capitalistas, ni los campesinos, sino la sociedad en su conjunto.
Pese al Pacto Germano-soviético de 1939, las tropas alemanas invadieron la Unión Soviética en junio de 1941 durante la II Guerra Mundial. El Ejército soviético (el Ejército Rojo) se encontraba muy debilitado por las purgas políticas de la década de 1930. Stalin dirigió personalmente la guerra contra la Alemania nazi y, tras la victoria soviética en la batalla de Stalingrado, se convirtió en uno de los líderes mundiales.
Stalin participó en las conferencias de Teherán (1943), Yalta (1945) y Potsdam (1945), en las que logró el reconocimiento internacional de una esfera de influencia soviética en la Europa del Este. Acabada la guerra, extendió el dominio comunista sobre la mayor parte de los países liberados por el Ejército soviético, en los que se establecieron las denominadas democracias populares, uno de los elementos que propició el inicio de la Guerra fría. En enero de 1953 ordenó la detención de numerosos doctores en medicina de Moscú, principalmente judíos, acusándoles de asesinatos médicos y de conspiración contra el Estado. El llamado `complot de las blusas blancas’ parecía presagiar una nueva purga, que sólo evitó el repentino fallecimiento de Stalin el 5 de marzo de 1953 en Moscú.
12. El terror como método totalitario (Alemania EXURSS)
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Para implantar en forma definitiva un régimen totalitario en Alemania e iniciar la campaña de expansión del poderío germánico por Europa y las políticas de depuración racial y biológica que van a caracterizar el ejercicio sucesivo del poder. Mucho se ha escrito sobre el exterminio de los judíos, de los gitanos y de otras categorías sociales consideradas por los nacionalsocialistas contrarias al espíritu y cuerpo de una nueva nación basada en el predominio de la raza aria. Esos objetivos van a ser cumplidos mediante una política sistemática de terror, en la que contará con cierto grado de complicidad de numerosos alemanes, quienes llegaron a aceptar las tesis del gobierno que a quienes se le suprimía la libertad o la vida no eran seres humanos, sino sub hombres, por lo que el sentido de responsabilidad por las atrocidades cometidas quedaba, en alguna medida, atenuado.
El estalinismo se hace referencia al informe de Kruchev -que se analizara más adelante, en el curso-, en el vigésimo congreso del PCUS expuso públicamente muchos de los atropellos, sin embargó, trato de diferenciarlos de los de Lenin hubiese podido hacer, justifico el uso del terror cuando este fue necesario para combatir a los enemigos de la revolución. Según en este informe lo mas grave fue que Estalin siguió ejerciendo violencia y los métodos de represión masiva cuando la revolución había triunfado y había acabado con sus enemigos. Cuando el Estado soviético era una realidad y por lo tanto aparentemente no se justificaban los crímenes. Al menos los externos. No obstante, es difícil entender como puede marchar una sociedad administrada totalitariamente por una cúpula política, sin la intimidación y un fuerte aparato policial represivo. Lo que me interesa resaltar es que estos crímenes no solo se cometieron en funcion a determinada ideología, sino que ese régimen permitió que se fabricaran además un pernicioso culto a la personalidad que terminaría por justificar todos los actos cometidos por el dictador supremo