Reforma Agraria en España: Soluciones a la Desigualdad Durante la Segunda República

El Problema Agrario en la Segunda República Española

Contexto Histórico y Naturaleza del Documento

Nos encontramos ante un texto de naturaleza político-económica, de fuente primaria, con un carácter subjetivo y público. Está influido por la ideología izquierdista de su autor, Manuel Azaña, y va dirigido a la sociedad española. Fue publicado a finales de la Guerra Civil, en Francia, concretamente en Collonges. Respecto a su autor, fue un importante político. En 1934, fue encarcelado por su supuesta implicación en la insurrección catalana de octubre. Tras su segundo ascenso al gobierno, pasó a ser presidente de la República, cargo que ocupó durante la Guerra Civil. Murió en 1940 en Francia, país al que se exilió.

Análisis del Problema Agrario

La idea básica del texto es la necesidad de una serie de reformas que diesen solución a las enormes diferencias sociales que había en España. En el primer párrafo, se nos hace una introducción de las expectativas presentes en la República. En el segundo párrafo, se alude a las dos Españas, la agraria y la industrializada, cada una de ellas con una serie de problemas específicos: el minifundismo, donde la propiedad estaba excesivamente dividida, impidiendo que una familia pudiera vivir de la tierra; y el latifundismo, donde las grandes propiedades estaban mal explotadas. Por último, se explica la urgente necesidad de la reforma agraria.

La Transición a la República y el Pacto de San Sebastián

Ante la pérdida de todos sus apoyos, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930. Tras su dimisión, Alfonso XIII nombró al general Berenguer para que hiciera la transición a la monarquía constitucional, periodo conocido como la «dictablanda». La caída de la dictadura había provocado una gran pérdida de apoyos a la monarquía. Aprovechando esta decadencia, los republicanos, catalanistas de izquierdas y miembros del PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián, en el que se comprometían a derribar la monarquía y formar un gobierno provisional. Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito nacional contra la monarquía. El triunfo de los republicanos en las grandes ciudades generó un enorme revuelo entre la población, y Alfonso XIII renunció y abandonó el país, comenzando así un nuevo periodo.

La Llegada de la República y las Expectativas Sociales

La llegada de la República, el 14 de abril de 1931, no vino precedida por una imposición de la fuerza revolucionaria. El nuevo régimen se instauró sin causar víctimas ni daños, sino que se declaró pacíficamente como el fruto de una continuada presión social contra la monarquía. El advenimiento del nuevo régimen originó una gran esperanza entre extensas capas de la población; una alegría desbordante inundó todo el país. Esta esperanza se fundamentaba en el grave problema social español. España era un país con grandes masas de población que vivían en condiciones miserables, frente a un reducido grupo social que ostentaba gran parte de las riquezas nacionales. Este grupo oligárquico había mantenido en sus manos los resortes del poder, pero la presión de importantes sectores de la burguesía, que aspiraba a una democracia auténtica, y de los sectores populares, que defendían un cambio social, había conseguido el cambio de régimen. La República venía realmente a dar forma a las exigencias más urgentes del pueblo.

La Dualidad de la Sociedad Española: Campo vs. Ciudad

España era un país agrícola y atrasado, aunque algunas de sus regiones estaban parcialmente industrializadas. Esto provocaba fuertes contrastes. La sociedad española ofrecía los contrastes más violentos, es decir, existía una gran división entre la España agraria y rural, y la España urbana e industrializada. Los núcleos urbanos tenían un nivel de vida alto. Si analizamos esta afirmación del texto, vemos cómo en las zonas de grandes ciudades en España había una buena calidad de vida y, sin embargo, las aldeas parecían detenidas en el siglo XIV, es decir, personas sumidas en una total miseria, lo que deja ver la total desigualdad en cuanto al reparto de bienes de la sociedad de aquella época. La agricultura española tenía graves problemas, y uno de los más importantes era el de la distribución de la propiedad de la tierra. Este problema venía dado como consecuencia del proceso repoblador durante la Reconquista en la Edad Media, que determinó la estructura de la propiedad de la tierra, y también por la oportunidad perdida con las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz a mediados del siglo XIX, ya que no se repartió la tierra, sino que simplemente cambió de dueños. El latifundismo del centro y el sur, donde el propietario de miles de hectáreas detentaba en una sola mano todo el territorio del pueblo, y el minifundismo del norte, donde la tierra estaba desmenuzada en pedacitos que no bastaban para mantener al cultivador. El latifundismo beneficiaba a una oligarquía. El sistema de explotación de estos latifundios consistía en que los jornaleros solo trabajaban determinados periodos al año, lo que sumía en la pobreza más profunda a grandes masas de campesinos.

La Reforma Agraria: Objetivos y Resultados

Como solución a este problema, se propuso la reforma agraria, con la que se pretendía:

  • Entregar tierras a los campesinos a fin de obtener su apoyo para afianzar el régimen republicano.
  • Evitar conflictos y revueltas sociales en las zonas rurales.
  • Terminar con los latifundios.
  • Eliminar el poder económico de los grandes terratenientes, en su inmensa mayoría monárquicos.
  • Incrementar la producción total del sector agrario.
  • Elevar el nivel de renta del campesinado, que aumentaría sus niveles de consumo y estimularía el desarrollo de las actividades industriales y comerciales españolas.

Sin embargo, los resultados iniciales de la reforma agraria fueron escasos debido principalmente a la complejidad de la propia ley, la lentitud y las dificultades burocráticas para su aplicación, la falta de presupuesto destinado a las indemnizaciones y la resistencia de los propietarios.

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