El Reinado de Carlos III y el Reformismo Borbónico
Carlos III accedió al trono español tras la muerte de su hermano Fernando VI, quien no dejó descendencia directa. Su reinado, que abarcó desde 1759 hasta 1788, constituyó la etapa más interesante del siglo XVIII español. Carlos III, que ya había reinado en Nápoles desde 1739, había entrado en contacto con las ideas ilustradas. Se mostró partidario de seguir algunas de estas ideas de progreso y racionalización, siempre que no atentaran contra el poder de la monarquía absoluta. Este enfoque se conoce como Despotismo Ilustrado.
Las Nuevas Ideas Ilustradas
Durante el siglo XVIII, el modelo económico, social y político del Antiguo Régimen fue duramente criticado por una serie de pensadores que conocemos como ilustrados. La característica básica del pensamiento ilustrado es una ilimitada confianza en la razón: ni la autoridad, ni la tradición, ni la revelación pueden sustituir a la razón, y todo aquello que esta no pueda aceptar debe ser rechazado como engaño o superstición. Los ilustrados creían que los hombres, conducidos por su inteligencia, podrían alcanzar el conocimiento, que era para ellos la base de la felicidad. Por ello, se mostraban firmes partidarios de la educación y del progreso, afirmando la igualdad y el derecho a la libertad de todos los hombres. Defendían un modelo que garantizase la propiedad y la libertad de comercio e industria. Asimismo, sin negar la existencia de Dios, se opusieron al dominio ideológico de la Iglesia, a sus privilegios y a la visión conservadora e inmovilista transmitida por el clero. Por último, se enfrentaron al absolutismo monárquico. Montesquieu defendió la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), y Rousseau planteó el principio de la soberanía nacional, afirmando que el poder emana del libre consentimiento de los ciudadanos, expresado mediante el voto.
La Ilustración en España
La introducción y difusión de las nuevas ideas ilustradas en España fue lenta y difícil. Existió un retraso de varias décadas respecto a algunos países europeos, aunque se expandieron los mismos principios y se intentaron aplicar normas similares. La ausencia de amplios grupos burgueses, el conservadurismo de los medios intelectuales, el enorme peso de la Iglesia y la inexistencia de clases medias formadas y capaces de entender las teorías de los nuevos filósofos obstaculizaron la expansión de la nueva corriente de pensamiento.
Los Pensadores Ilustrados Españoles
A partir de 1750-1760, encontramos una generación de pensadores españoles que, en sus escritos, reflejan las preocupaciones ilustradas y empiezan a criticar el modelo social de la España del siglo XVIII. Entre ellos destacan Campomanes, Jovellanos y Floridablanca. No formaban un grupo homogéneo, pero la mayoría coincidía en el interés por la ciencia, el espíritu ético y la idea del progreso.
Principales Preocupaciones de los Ilustrados Españoles
- Educación: Convencidos de que solo la mejora del nivel cultural podría sacar a España del atraso, lucharon contra las órdenes religiosas y contra los estamentos privilegiados. Defendieron la necesidad de imponer una enseñanza útil, práctica y obligatoria para todos, común a los dos sexos e impregnada de los nuevos conocimientos.
- Economía: Todos ellos eran conscientes de que el atraso del país, en relación con otras potencias europeas, provenía de la pervivencia del fuerte predominio de la propiedad nobiliaria y eclesiástica, del excesivo control sobre las actividades económicas y del desconocimiento de las nuevas técnicas y avances, ya aplicados en otros países como Gran Bretaña u Holanda.
Los Límites del Reformismo Borbónico
El despotismo ilustrado, representado en España por Carlos III, presenta en su conjunto un balance positivo. Se limitó el nepotismo y la corrupción de la Administración, se impulsaron reformas de tipo económico, se apoyaron propuestas y proyectos para el progreso de la instrucción pública, para el saneamiento de las ciudades o para la mejora de la red de carreteras. También se defendieron las prerrogativas del Estado frente a la Iglesia y se animó a los súbditos a desarrollar las actividades comerciales, agrícolas o industriales, rompiendo con el viejo prejuicio de que era deshonroso su ejercicio.
Contexto Europeo
En la Europa noroccidental, el siglo XVIII, y especialmente su segunda mitad, representa la consolidación de una nueva estructura de la economía, vinculada a una alteración no menos profunda de las relaciones sociales. La Revolución Industrial en Gran Bretaña o la Revolución Francesa en el terreno político simbolizan este proceso, pero no lo agotan. A lo largo de la centuria, Bélgica, Holanda, Francia o parte de los estados que formarían Alemania sentaron las bases de la industrialización del siglo XIX.