Regencia de María Cristina: Consolidación del Sistema Canovista y Auge de Oposiciones (1885-1902)

La Regencia de María Cristina de Habsburgo y la Consolidación del Sistema Canovista (1885-1902)

Definición

La Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902) representa la continuación del sistema canovista, caracterizado por el turno de partidos y la Constitución de 1876. Durante este periodo, se produce una ampliación teórica de los derechos políticos, como la concesión del sufragio universal masculino en 1890. Sin embargo, a pesar de esta aparente democratización, persistieron los vicios del sistema caciquil. Al final de su regencia, las pérdidas coloniales de 1898 generaron la necesidad de revisar el sistema político y regenerar el país.

Desarrollo

El Pacto del Pardo y el Turno de Partidos

En 1885, durante la agonía de Alfonso XII, Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta, líderes de los partidos Conservador y Liberal respectivamente, se reunieron en el Palacio del Pardo. Allí acordaron continuar con el sistema de turno de partidos y proteger al posible heredero del rey, ya que en ese momento no tenía ningún hijo varón, aunque su esposa, María Cristina, se encontraba embarazada. Tras la muerte del rey, María Cristina dio a luz a un varón, Alfonso XIII, y se convirtió en regente. Cánovas y Sagasta se consolidaron como sus principales apoyos.

El Partido Conservador, liderado por Cánovas, defendía un liberalismo moderado. Entre sus bases sociales predominaban los grandes propietarios agrarios y la alta burguesía industrial y financiera. Con el tiempo, surgieron otros líderes conservadores como Francisco Silvela y Francisco Romero Robledo.

El Partido Liberal, liderado por Sagasta, representaba a los antiguos progresistas y pretendía una democratización teórica del sistema, aunque en la práctica utilizó los mismos métodos que los conservadores. Era un partido de orden que se apoyaba en el alto funcionariado y las clases medias. Además de Sagasta, destacaron otros líderes como Segismundo Moret.

El Gobierno de Sagasta: «Democratización» y Caciquismo

El Pacto del Pardo otorgó el poder a Sagasta, quien gobernó durante cinco años. Durante su mandato, se promulgaron leyes importantes como la Ley de Asociación, la Ley de Prensa, la Ley de Cátedra (todas en 1887), la Ley del Jurado y la concesión del sufragio universal masculino para mayores de 25 años. Sin embargo, el sistema de turno siguió basándose en la adulteración sistemática de las elecciones. El sufragio universal permitió que los republicanos obtuvieran algunos escaños en las ciudades, donde el caciquismo era menos efectivo. En el campo, el latifundismo favorecía la presión sobre los votantes, a quienes les resultaba muy difícil abstenerse de votar según los deseos del cacique local si querían conservar sus empleos.

La Oposición al Sistema

Dado que el sistema se basaba en dos partidos que manipulaban continuamente los resultados electorales, el resto de las fuerzas políticas se veían relegadas a la oposición. Entre los grupos opositores más destacados se encontraban:

Carlistas

Derrotados nuevamente por Alfonso XII en 1876, los carlistas estaban divididos entre:

  • Integristas: partidarios de no participar en las elecciones.
  • Neocatólicos: aceptaban la participación política.

Republicanos

Tras los acontecimientos del Sexenio Democrático y la Primera República, el republicanismo se encontraba muy dividido. Durante la Regencia de María Cristina, sus ideas principales se centraban en:

  • La defensa de la República como sistema político.
  • La crítica a la Iglesia Católica como una de las principales causas del atraso de España.
  • La defensa del anticlericalismo y la separación entre la Iglesia y el Estado.
  • La fe en el progreso y en la importancia de la educación como motor de avance.
  • La defensa de reformas sociales para mejorar la situación de la clase obrera.

Junto a los líderes tradicionales como Francisco Pi y Margall y Nicolás Salmerón, a finales del siglo XIX y principios del XX surgieron nuevas figuras como Alejandro Lerroux y Vicente Blasco Ibáñez.

Movimiento Obrero

En el último cuarto del siglo XIX, los obreros industriales en España eran todavía una minoría y estaban divididos. En política, solían apoyar a los republicanos. Destacaba la importancia del anarquismo, que en España, a diferencia de la mayoría de los países europeos, se convirtió en un movimiento de masas.

Anarquismo

  • Zonas de influencia: Cataluña, Andalucía y Levante.
  • Organizaciones: Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
  • Tipos de acciones: Huelgas, propaganda por el hecho (atentados).

Socialismo

  • Zonas de influencia: Madrid, País Vasco y Asturias.
  • Organizaciones: Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado en 1879. Unión General de Trabajadores (UGT), fundada en 1888.
  • Acciones: Celebración del Primero de Mayo a partir de 1890, huelgas, participación en elecciones.

Regionalismo y Nacionalismo

El auge del regionalismo y el nacionalismo en España durante la segunda mitad del siglo XIX se explica por varios factores:

  • Desarrollo económico: Surgimiento de nuevas burguesías, especialmente en Cataluña y el País Vasco, vinculadas a la industria textil, las navieras y los altos hornos.
  • Tradiciones históricas, culturales y lingüísticas: Reivindicación de la identidad propia de cada región.
  • Movimientos culturales previos: Renaixença en Cataluña, Rexurdimento en Galicia.
  • Críticas al sistema de la Restauración: Rechazo al sistema canovista y su ineficacia.
  • Crítica al centralismo del Estado: Defensa de la descentralización y la autonomía.

Catalanismo

  • 1891: Se funda la Unió Catalanista, liderada por Enric Prat de la Riba, que redacta las Bases de Manresa.
  • Ideas: Conservadurismo (orden, tradición, religión, propiedad).
  • Propuesta: Una Cataluña con amplia autonomía dentro de España, con el catalán como idioma oficial y un gobierno propio.
  • 1901: Se funda la Lliga Regionalista, que gana las elecciones en Cataluña, rompiendo con el sistema de partidos en esa región.

El Nacionalismo Vasco

La burguesía vizcaína, enriquecida por la naciente revolución industrial, fue el caldo de cultivo del nacionalismo vasco. El Partido Nacionalista Vasco (PNV), Euzko Alderdi Jeltzalea (EAJ), fue fundado por Sabino Arana Goiri en 1895. Arana elaboró los fundamentos ideológicos del nacionalismo vasco, que incluían:

  • Independencia de Euskadi y creación de un estado vasco independiente que abarcaría siete territorios: cuatro españoles (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra) y tres franceses (Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa).
  • Exaltación de la etnia vasca y búsqueda del mantenimiento de la pureza racial. Esta actitud racista implicaba la oposición al matrimonio entre vascos y maketos (habitantes del País Vasco procedentes de otras zonas de España), a quienes se rechazaba y despreciaba, en su mayoría obreros industriales.
  • Integrismo religioso católico: El lema del PNV era «Dios y Leyes Viejas», un claro elemento de continuidad con el carlismo.
  • Promoción del idioma y de las tradiciones culturales vascas. Euskaldunización de la sociedad vasca y rechazo de la influencia cultural española, considerada extranjera y perniciosa.
  • Idealización y apología de un mítico mundo rural vasco, contrapuesto a la sociedad industrial «españolizada».
  • Conservadurismo ideológico, tanto en el terreno social como en el político, que llevó al enfrentamiento con el PSOE, principal organización obrera en Vizcaya.

La influencia social y geográfica del nacionalismo vasco fue desigual: se extendió principalmente entre la pequeña y media burguesía, y en el mundo rural. La gran burguesía industrial y financiera se distanció del nacionalismo, y el proletariado, procedente en su mayor parte de otras regiones españolas, abrazó mayoritariamente el socialismo. El nacionalismo vasco tuvo más seguidores en Vizcaya y Guipúzcoa, y menos en Álava y Navarra.

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