11.2 La década de los 1960 representa un cambio esencial en el franquismo, que consigue alcanzar una elevada aceptación social. Esta tuvo que ver con la mejora económica conseguida en esa década.
1957 supuso un punto de inflexión en la España de Franco por el fracaso de la política económica autárquica. La autarquía, que es una política económica caracterizada porque un país busca autoabastecerse, se vio favorecida por el aislamiento a que fue sometido el país por las demás naciones occidentales; pero también respondíó al ideal del fascismo, que entendía que un país no podía ser una potencia militar si dependía económicamente de sus vecinos.
Según los economistas, salvo que un país sea muy grande es muy difícil lograr una autarquía, ya que hay actividades para las cuales la economía de un lugar no está preparada. Por tanto, muchos productos son muy caros y otros escasearán. Eso fue lo que ocurríó en la España de la postguerra: persistíó durante años la escasez, el racionamiento (que propició un lucrativo negocio de estraperlo para algunas personas vinculadas al régimen franquista) y la carestía. La mala situación explicó que, pese a la fuerte represión, se incrementara el malestar e incluso hubiera algunas huelgas.
El temor del franquismo, que fue un régimen que supo actuar con relativa flexibilidad en muchos momentos, a que el malestar provocase su caída aceleró un cambio concretado en un nuevo gobierno que acabó aprobando el Plan de Estabilización de 1959.
En ese Gobierno predominaba el OPUS DEI, un grupo de elite, muy vinculado a la Iglesia católica, de carácter tecnócrata. Su política consistía en aumentar la libertad económica, manteniendo la dictadura política y el control de la moral según pautas católicas. Dicho grupo impulsó el Plan de Estabilización que defendíó el fin de la autarquía, la apertura al comercio exterior y una menor intervención del Estado. Este último aspecto supónía que muchas empresas sostenidas por ese Estado dejarían de estarlo con lo cual aumentaría el paro y el Estado reduciría los gastos a fin de contener la inflación.
El resultado del Plan fue positivo gracias a una uníón de circunstancias: en primer lugar, la apertura española coincidíó con el fuerte crecimiento de Europa que necesitaba mucha mano de obra. Eso fomentó la emigración española al Norte de Europa (Alemania, Francia, Países Bajos, Inglaterra): con ello se redujo el paro y aumentaron las remesas de los emigrantes en divisas (que permitieron a España hacer compras en el exterior).
En segundo lugar, el crecimiento y la mejora del nivel de vida europeos permitíó la aparición de un turismo de masas que buscaba el sol y los bajos precios españoles. Con ello el país recibíó muchas divisas, además de que se crearon muchos puestos de trabajo. En tercer y último lugar, España disfrutó de una renta de situación (el estar en Europa, cerca del mercado europeo, y los bajos precios y salarios, estimularon la entrada de inversiones extranjeras). Además desde el Gobierno se impulsó un cierto intervencionismo, guiado por criterios desarrollistas (impulsar y extender el crecimiento mediante una planificación que impulsó la construcción de regadíos (en un seguimiento de los principios regeneracionistas) y de ayudas a ciertas regiones para crear polos de desarrollo y generalizar el desarrollo industrial.
Como consecuencia de todas estas políticas España se convirtió en la décima potencia industrial del mundo y una mejora general del nivel de vida.
La sociedad española se vio afectada por estos cambios, se produjo una mejora del nivel de vida y España se convirtió en una sociedad de consumo, cuestión que se vio reflejada en algunos productos, símbolo del bienestar. Entre ellos destacaron el SEAT 600, la TV, que
entró en la mayoría de los hogares y el acceso general a la vivienda en propiedad; también aparecíó el turismo interior (a las playas).
Tales mejoras supusieron un crecimiento de la clase media que rompíó la tradicional polarización de la sociedad española. No obstante, persistieron las desigualdades y muchos sectores de la población española mantuvieron un bajo nivel de vida.
El país cambió porque el desarrollo industrial disparó el éxodo rural. En las periferias de Madrid, Barcelona o Bilbao y en los pueblos próximos se produjo un espectacular crecimiento de población. Tal fenómeno estuvo acompañado de situaciones de chabolismo y de falta de servicios.
Por último, se debe señalar que estos cambios sociales propiciaron la apertura de la sociedad española. La emigración a las ciudades y la llegada de turismo extranjero, redujo el peso de la Iglesia en las costumbres; también fue más difícil reprimir a los españoles por cosas que hacían los turistas extranjeros. Por otra parte, aumentó el conformismo de los españoles respecto al régimen franquista.
Crisis de régimen
En primer lugar, la pérdida de la base ideológica del régimen que se había hallado desde sus orígenes en el mundo rural y católico, erosionado por el crecimiento urbano del país y por su consiguiente secularización.
En segundo lugar, a diferencia de lo ocurrido en los años anteriores, España era una anomalía en un continente europeo democrático, donde ese tipo de sistema político se había impuesto en los países del sur de Europa, como Grecia o Portugal tras la llamada “revolución de los claveles”.
A esto se sumó la suavización de la Guerra Fría; es decir, Estados Unidos no necesitaba ya la alianza con España porque su papel estratégico era menor; además esto coexistía con el temor a que el mantenimiento indefinido de la dictadura propiciase una radicalización, como había ocurrido en Portugal. De esta manera, Estados Unidos y países como Alemania presionan diplomáticamente para que haya un cambio político.
Al igual que le había ocurrido anteriormente a Primo de Rivera, también fue un factor el agotamiento físico del dictador (anciano y enfermo de párkinson) , esencial en una dictadura personalista como la franquista.
Esta situación se vio agravada por el asesinato por la ETA en 1973 del seguro sucesor, el almirante Carrero, hombre muy leal a Franco y al franquismo.
Igualmente importante fue la crisis colonial. España poseía dos territorios africanos, consolidados en el primer tercio del Siglo XX: Guinea Ecuatorial y el Sáhara Español. Si al primero se le dio la independencia a finales de la década de 1960, en el segundo existían intereses mineros pues era un territorio muy rico en fosfatos (fertilizantes agrícolas). La negativa a dar la independencia propició el estallido de una rebelión. Esto se complicó a la altura de 1975 cuando el régimen franquista totalmente en crisis finalmente accedíó a dar la independencia a los saharauis, organizados en el Frente POLISARIO, cumpliendo el mandato de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Marruecos, también rico en fosfatos, reivindicó el territorio como propio y organizó la Marcha Verde, una manifestación de civiles que se dirigíó a la frontera del Sáhara a fin de realizar una “invasión pacífica”. El temor de España a verse envuelta en una guerra en eses momento, precipitó la firma de los Acuerdos de Madrid. España cedíó el territorio a Marruecos y a Mauritania, ignorando a los saharauis y abriendo la puerta a un conflicto vigente todavía hoy.
Tampoco era buena la situación económica por la crisis mundial de 1973, llamada del petróleo, que afectó a España al cerrar la posibilidad de la emigración a una Europa también en crisis, provocar la reducción de las inversiones extranjeras y causar la crisis de industrias muy consumidoras de energía y esenciales en la economía española, como la siderurgia y la naval.
La crisis acentuó el malestar social por el aumento del paro (agravado por la imposibilidad de recurrir a la válvula de escape de la emigración. Esto unido a la previsible muerte del dictador y a la presión internacional convirtió los últimos años del franquismo en un periodo inestable.
12.3España vivíó tradicionalmente una situación de aislamiento, patente en diversos ámbitos:
1.- El económico y social, motivado por el atraso en esos campos, el poco peso de los intercambios comerciales en una economía muy arcaica
2.- El político porque en muchos momentos de su historia y en particular en el Siglo XX su régimen político ha sido dictatorial. Eso ocurríó especialmente durante el franquismo cuando el país acabó siendo la única dictadura en un continente, que, al menos, en su parte occidental, era democrático.
Como consecuencia de eso el país no estuvo presente en las instituciones comunes que se fueron construyendo en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Ese aislamiento fue defendido, incluso, por las posiciones políticas más reaccionarias dentro de la política española que recelaban de Europa como un lugar del que solo venían ideas radicales, por ejemplo, opuestas al catolicismo. No obstante hubo intentos de ingreso en la Uníón Europea (entonces, Comunidad Económica Europea) ya desde años 60. Éstos fracasaron por la falta de democracia, pues el tener ese sistema político era un requisito para pertenecer a la CEE. No obstante, sí se consiguió acceder a algunas instituciones culturales (Consejo de Europa) Con el inicio de la democracia en España en 1977 empezó el proceso de adhesión que culminó en 1986. Esa lentitud se explicó porque la entrada exigía un ajuste de algunos sectores de la economía española (agricultura y ganadería) y la eliminación de monopolios.
El balance de la integración se ha considerado positivo en líneas generales:
-Ha permitido la modernización de la economía española, pues sus empresas han tenido que acostumbrarse a competir con las de otros países europeos, tradicionalmente más avanzados.
-Ha mejorado las posibilidades de consumo de la población pues la eliminación de aranceles ha abaratado y los productos europeos
España ha obtenido, y todavía sigue obteniendo muchas ayudas de los fondos europeos. Estos ha permitido la modernización de sus infraestructuras.
La integración de España ha coincidido con uno de los periodos de mayor desarrollo económico del país. Ha permitido reducir la distancia que separaba a España de los países europeos más ricos en términos de renta. También, aunque no es la única causa, pues el sistema de comunidades autónomas también ha colaborado en ello, ha ayudado a reducir las desigualdades interiores (por la construcción de infraestructuras que favorece
el comercio y el turismo). No obstante, la crisis del 2008, ligada en gran medida a la situación de la Uníón europea y más intensa en los países del sur de continente, volvíó a agudizar las diferencias económicas dentro de la población y entre territorios.
España ha estado en primera línea de la integración europea. Se incorporó a la moneda única en 2002 con la sustitución de la peseta por el euro, cuestión que exigía cumplir una serie de requisitos económicos,
llamados criterios de convergencia (tener unos niveles bajos y próximos a la media europea en inflación y deuda pública…); hasta la fecha su población es una de las que manifiesta una mayor identificación con la Uníón Europea en todas las encuestas, aunque ese entusiasmo se enfriase algo con la crisis. Asimismo, el país participa en todas las instituciones de la Uníón y, en general predomina la idea de que la profundización de la Uníón es algo positivo.
12.2 Pese a ganar las dos primeras elecciones de la democracia, los gobiernos de la UCD fueron débiles. En primer lugar, por la situación de crisis económica y de inestabilidad política por el golpismo y el terrorismo. En segundo, porque era un partido poco estructurado, creado muy deprisa. Dentro de él, muchos consideraban a Suárez un advenedizo y conspiraron contra él. Por esos motivos Suárez acabó dimitiendo. La crisis se intensificó por el intento de Golpe de Estado del 23F, el más serio habido en toda la historia de la democracia española. En él se mezcló un intento de vuelta a la dictadura (Tejero) y otro de establecer un gobierno fuerte, de concentración de todos los partidos, dirigido por el general Armada (muy próximo al rey). Al poco tiempo de ese fracaso, llegó al poder el PSOE, gracias a las elecciones de 1982.
El año
1982 es clave en la democracia española porque en las elecciones de ese año se produce el triunfo abrumador del PSOE y el hundimiento de la Uníón de Centro Democrático (UCD). Para muchos supone el fin de la Transición y la normalidad de la situación política, porque por primera vez desde el fin de la Guerra Civil un partido político de izquierdas llegaba al poder sin que eso representara ningún problema político en el país. También es cierto que ese partido había realizado una política de moderación en los años previos, que lo había acercado a posiciones de centro-izquierda y se había desprendido de sus planteamientos más radicales: por ejemplo había abandonado a finales de la década de 1970 el marxismo que era la ideología revolucionaria mantenida desde su fundación.
La solidez de su triunfo (tenía mayoría absoluta en las Cortes y dominaba la mayor parte de los ayuntamientos importantes tras las primeras elecciones municipales) le permitíó acometer una política económica destinada a sacar al país de la crisis de comienzos de los años 1970. Esta se basó en diversas medidas:
En primer lugar, inició una reconversión industrial por la que eliminó industrias (muchas estatales) que ya no eran rentables como astilleros y siderurgia a cambio de
pactar con los sindicatos jubilaciones anticipadas y ayudas a los trabajadores.
En segundo, apoyó una reconversión bancaria por la que se concedieron ayudas a muchas entidades y se favorecíó su concentración para conseguir bancos más fuertes.
En tercero se emprendieron medidas de ajuste (por ejemplo, controlar la subida de salarios, a fin de reducir la inflación, lo que ocurríó pues ésta descendíó notablemente del 20 al 8 %.
Estas medidas, junto a la entrada en la Uníón Europea, que veremos seguidamente, permitíó la recuperación de la economía española en los años 1990. No obstante, la economía siguió manteniendo desequilibrios estructurales, como un nivel de paro y una inflación superiores a los países del entorno europeo.
Por otra parte, se emprendíó una política social que permitíó al país acercarse a los niveles europeos (aunque insuficientemente) y poner las bases de un Estado del Bienestar con una educación y sanidad gratuitas.
Durante los gobiernos del PSOE, presididos por Felipe González España se incorporó a su entorno internacional. A tal efecto, el Gobierno impulsó la entrada en la OTAN
(Organización del Tratado del Atlántico Norte, surgida en la Guerra Fría). Esa política fue contradictoria con las posiciones anteriores del PSOE, que eran de neutralidad en la política internacional (ni con Estados Unidos ni con la Uníón soviética) y le forzó a convocar un referéndum en el que una mayoría ajustada de españoles aprobó la entrada. Se ha considerado que ésta supuso un freno al golpismo del Ejército, entre otras cosas por las mejoras de las condiciones de los militares y el aumento de posibilidades. Asimismo, el ejército de Franco fue desapareciendo porque sus oficiales acabaron jubilándose y desde esa década dejó de tener peso en la política. Igualmente, se produjo un debilitamiento de la ETA que tan importante había sido por su capacidad para atentar e influir en la política en los años anteriores.
Más significativa aún que la entrada en la OTAN resultó la entrada en la Uníón Europea (llamada Comunidad Europea en aquellas fechas) que España había perseguido desde hacía décadas y que pudo cumplirse al ser España por fin un país democrático.
El balance general de esta incorporación se ha considerado positivo por las importantes ayudas de los fondos europeos establecidos en Europa para compensar a los países más atrasados (básicos en la mejora de las
infraestructuras); así como por su contribución a la modernización económica de las empresas españolas, obligadas a competir sin proteccionismo con las europeas.
Otro apartado importante ha sido el desarrollo del estado de las autonomías. En este periodo se homogenizaron las competencias de todas (educación, sanidad, justicia, políticas sociales); adquirieron recursos crecientes de los presupuestos del Estado y en algunas de ellas, como el País Vasco, Cataluña, Canarias han sido habituales los Gobiernos de partidos nacionalistas, con lo que en parte se ha canalizado sin grandes conflictos la cuestión territorial que se remontaba a finales del Siglo XIX.
Símbolo de esa estabilidad fue que en 1996 se produjera una alternancia política con la caída del PSOE, desgastado por la crisis económica de mitad de los años 90 y por acusaciones de corrupción y de guerra sucia contra el terrorismo (asunto de los GAL) con el triunfo del PP de Aznar, partido surgido de la mezcla de la extinta UCD y de Alianza Popular, cuyo mandato coincidíó con una época de boom económico basado en el aumento espectacular de la construcción y en el turismo. Aznar ganó dos elecciones. En las primeras gobernó con el apoyo de los nacionalistas vascos y catalanes; sin embargo, en la segunda con mayoría absoluta hizo más
hincapié en el nacionalismo español. Su apoyo a la guerra de Irak y el impacto de los atentados islamistas de Madrid hizo que el PP perdiera las elecciones y regresase el PSOE al poder con Rodríguez Zapatero
España vivíó tradicionalmente una situación de aislamiento, patente en diversos ámbitos:
1.- El económico y social, motivado por el atraso en esos campos, el poco peso de los intercambios comerciales en una economía muy arcaica 2.- El político porque en muchos momentos de su historia y en particular en el Siglo XX su régimen político ha sido dictatorial. Eso ocurríó especialmente durante el franquismo cuando el país acabó siendo la única dictadura en un continente, que, al menos, en su parte occidental, era democrático. Como consecuencia de eso el país no estuvo presente en las instituciones comunes que se fueron construyendo en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Ese aislamiento fue defendido, incluso, por las posiciones políticas más reaccionarias dentro de la política española que recelaban de Europa como un lugar del que solo venían ideas radicales, por ejemplo, opuestas al catolicismo (en el franquismo se aireó el slogan de Spain is different)
No obstante hubo intentos de ingreso en la Uníón Europea (entonces, Comunidad Económica Europea) ya desde años 60. Éstos fracasaron por la falta de democracia, pues el tener ese sistema político era un requisito para pertenecer a la CEE. No obstante, sí se consiguió acceder a algunas instituciones culturales (Consejo de Europa)
Con el inicio de la democracia en España en 1977 empezó el proceso de adhesión que culminó en 1986. Esa lentitud se explicó porque la entrada exigía un ajuste de algunos sectores de la economía española (agricultura y ganadería) y la eliminación de monopolios (CAMPSA, Telefónica, libertad de bancos y fin de la oligarquía de los 7 grandes bancos españoles)
El balance de la integración se ha considerado positivo en líneas generales:
-Ha permitido la modernización de la economía española, pues sus empresas han tenido que acostumbrarse a competir con las de otros países europeos, tradicionalmente más avanzados. De hecho, en la actualidad el 60 % de los intercambios españoles se hace con países de la Uníón Europea
-Ha mejorado las posibilidades de consumo de la población pues la eliminación de aranceles ha abaratado y los productos europeos
España ha obtenido, y todavía sigue obteniendo muchas ayudas de los fondos europeos (FEDER,FEOGA, Fondos de cohesión). Estos ha permitido la modernización de sus infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, ayudas a la formación profesional, a la agricultura, etc.) La integración de España ha coincidido con uno de los periodos de mayor desarrollo económico del país. Ha permitido reducir la distancia que separaba a España de los países europeos más ricos en términos de renta
También, aunque no es la única causa, pues el sistema de comunidades autónomas también ha colaborado en ello, ha ayudado a reducir las desigualdades interiores (por la construcción de infraestructuras que favorece el comercio y el turismo). No obstante, la crisis del 2008, ligada en gran medida a la situación de la Uníón europea y más intensa en los países del sur del continente, volvíó a agudizar las diferencias económicas dentro de la población y entre territorios.
España ha estado en primera línea de la integración europea. Se incorporó a la moneda única en 2002 con la sustitución de la peseta por el euro, cuestión que exigía cumplir una serie de requisitos económicos, llamados criterios de convergencia (tener unos niveles bajos y próximos a la media europea en inflación y deuda pública…); hasta la fecha su población es una de las que manifiesta una mayor identificación con la Uníón Europea en todas las encuestas, aunque ese entusiasmo se enfriase algo con la crisis. Asimismo, el país participa en todas las instituciones de la Uníón y, en general predomina la idea de que la profundización de la Uníón es algo positivo.