Reinado de Isabel II y la Primera República Española: Un Periodo de Transición y Crisis

El Reinado de Isabel II (1843-1868): Un Periodo de Inestabilidad

Isabel II. 1843-1868: El Reinado Efectivo. En 1843, se votó la mayoría de edad de Isabel II, quien inició así, con 13 años, su reinado efectivo. Este duró veinticinco años y se caracterizó por varios hechos: por ser un período de tendencia muy conservadora, regulada por la Constitución de 1845; por ser un régimen de gobiernos autoritarios, defensores de una monarquía fuerte, que limitó las reformas sociales y restringió las libertades individuales, actuando de forma represiva. También es de destacar que la reina intervino activamente en la vida política.

La Década Moderada y la Constitución de 1845

Los primeros diez años del reinado efectivo estuvieron protagonizados por el general Narváez, líder de los moderados. Este fue el principal inspirador de la Constitución de 1845, mantuvo al ejército alejado de la vida política y dejó el protagonismo a otros dirigentes. En ella se declaraba la exclusividad de la religión católica, se suprimía la Milicia Nacional (controlada por progresistas) y, en cuanto a los poderes del Estado, la Constitución repartía el poder legislativo entre las Cortes y el Rey. Se produjeron cambios legales como la ley de imprenta que restringió la libertad de publicar y reforzó la censura; se creó la Guardia Civil (para mantener el orden y defender la propiedad en las zonas rurales) y se aprobó una reforma de la Hacienda.

El Bienio Progresista y la Crisis del Reinado

En 1854 las Cortes fueron suspendidas, y el gobierno actuó de forma autoritaria. Tras la Vicalvarada, otros jefes militares se sumaron al golpe, y obligaron a Isabel II a entregar el gobierno al general Espartero, con O’Donnell como ministro de la Guerra. Se formó una nueva fuerza política, la Unión Liberal, que obtuvo mayoría suficiente para gobernar durante los dos años siguientes, con apoyo de progresistas puros (Bienio progresista (1854-1856)). El Bienio transcurrió en un clima de permanente agitación social marcada por la epidemia de cólera. En 1863 O’Donnell presentó su dimisión. El nuevo gobierno estaba ahora encabezado por Serrano, Prim y Sagasta.

La Revolución de 1868 y el Exilio de Isabel II

Este golpe militar encabezado por varios generales fue denominado la Gloriosa. Un día después de que las fuerzas sublevadas derrotaran a las gubernamentales, Isabel II se exilió a Irún. Una vez conseguido su exilio.

La Primera República Española (1873-1874): Un Intento Fallido

El Congreso eligió a Figueras, un republicano moderado, como jefe de la República, la cual nacía de forma irregular y sin apoyos políticos. En el exterior, sólo EEUU y Suiza apoyaron al nuevo régimen. En el interior, los sectores conservadores lo rechazaron, pues, lo consideraban revolucionario. El propio movimiento republicano estaba dividido entre los federalistas (partidarios de un Estado federal), y los unionistas (partidarios de un Estado centralista). Además, la República se vio enfrentada a levantamientos campesinos, a intentos de insurrección y a un intento de golpe de Estado, que el Gobierno pudo frenar a tiempo. Por si fuera poco, Figueras dimitió, cediendo el puesto de presidente a Pi y Margall. Las Cortes se apresuraron a redactar la nueva Constitución de 1873, pero ésta no llegó a entrar en vigor.

La Revolución Cantonal y el Fin de la República

Se desencadenó la revolución cantonal, y el país entró en un proceso revolucionario que acabó por hundir a la República. Los grupos federalistas se sublevaron en Cartagena, proclamando el cantón (unidad territorial en que puede subdividirse un país) y haciéndose con el control de la flota. Rápidamente se proclamaron cantones y se formaron Juntas revolucionarias. Mientras, los carlistas, que habían aprovechado la situación caótica de España, se hicieron con el poder de numerosas ciudades del país. En esa situación, incapaz de hacerse con el control, Pi y Margall dimitió. El nuevo presidente, Salmerón, inició un giro a la derecha. Dio plenos poderes al ejército, frenó todos los focos de sublevación y restableció la pena capital. Pero finalmente prefirió dimitir antes de tener que firmar dos penas de muerte. Le sustituyó Castelar, que acentuó el giro autoritario. Inmediatamente restableció las quintas, suspendió varios derechos constitucionales y sofocó definitivamente la revolución. Sólo Cartagena se resistió a su poder. Pero finalmente, Castelar fue derrotado en una moción de confianza. Su caída precipitó el golpe de Estado, presidido por el general Pavía. Al sucederse, se anunció de forma definitiva el fin de la I República.

El Desastre del 98: La Pérdida de las Colonias

En Cuba se produjo un levantamiento independentista que se convirtió en una insurrección de toda la isla contra la metrópoli. La guerra se debió al crecimiento del movimiento independentista indígena, pero también a los errores cometidos por España. La guerra cubana atravesó varias fases. Inicialmente el Gobierno liberal intentó una política de negociación y envió a Martínez Campos a la isla. Pero éste fracasó y tuvo que regresar a España. Además, la situación militar se agravó, al sumarse una insurrección colonial, en Filipinas.

La Intervención de Estados Unidos y el Tratado de París

El nuevo gobierno de Cánovas envió entonces al general Weyler, un experto conocedor de Cuba, que recuperó todo el territorio. Lo dividió mediante líneas fortificadas y concentró en campos de concentración a la población civil, para evitar que pudiera apoyar a los guerrilleros. Tras el asesinato de Cánovas, Sagasta formó un gobierno e intentó poner en marcha un nuevo proyecto de autonomía más amplio, con gobierno propio, parlamento y los mismo derechos que los peninsulares. Sustituyó a Weyler y finalmente tomó posesión el nuevo Gobierno cubano. Pero en ese momento los EEUU decidieron intervenir. El incidente que propició el estallido de la guerra fue la explosión del acorazado estadounidense Maine, anclado en la bahía de la Habana, que causó muchas muertes, y que había sido enviado a Cuba para proteger los intereses norteamericanos en la isla. Los EEUU responsabilizaron de ello a España, que debía garantizar la seguridad en el puerto. El Gobierno de Washington propuso entonces la compra de la isla y ante la previsible negativa española, lanzó un ultimátum que amenazaba con la guerra si en tres días España no renunciaba a la soberanía. La guerra comenzó en Filipinas. Aunque en un principio parecía que la situación estaba dominada por España, las bases norteamericanas terminaron destrozando la flota española y conquistando Manila, capital de las Filipinas. Finalmente, España se vio obligada a pedir un armisticio. Por el Tratado de París, renunció a Cuba y cedió a los EEUU las islas Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam, en las Marianas. Además, cedió a Alemania, por el Tratado Hispano-Alemán, el resto de las islas Marianas, las Carolinas y las Palaos, a cambio de dinero.

Consecuencias del Desastre del 98

El Desastre de 1898 no tuvo como única consecuencia la pérdida de las colonias. Supuso, además, una auténtica crisis en la conciencia de los españoles; una elevada mortandad; los daños psicológicos y morales de los supervivientes; las pérdidas materiales, una crisis política; y un gran desprestigio militar, pues, era evidente la debilidad de las Fuerzas Armadas. Tras la derrota, a los dirigentes políticos y a los intelectuales les sorprendió que ni la guerra cubana ni el Desastre provocaran exaltación nacionalista. La opinión pública aceptó la derrota con resignación y fatalidad.

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