Aparecieron terceras taifas, pero solo sobrevivíó Granada. Un nuevo pueblo, los benimerines, intentó invadir Al-Ándalus pero fue derrotado en la batalla del Salado (1340). El reino de Granada fue el último Estado musulmán de Al-Ándalus y sobrevivíó dos siglos por su habilidad diplomática y su cohesión interna. Fue gobernada por la dinastía nazarí. Sus territorios se extendían por Almería, Málaga y Granada, y alcanzó su época de esplendor cultural en el siglo XIV. El reino nazarí de Granada fue conquistado por los Reyes Católicos en 1492.
2.3. Al Ándalus: economía, sociedad y cultura. La estructura económica de Al-Ándalus estaba basada en la agricultura. La triada mediterránea (cereal, vid y olivo) siguió siendo el fundamento de la agricultura, pero los musulmanes mejoraron la producción implementando sistemas de regadío como las norias. Introdujeron nuevos cultivos procedentes de Oriente (cítricos, algodón…) y desarrollaron la ganadería, especialmente ovina. Al-Ándalus destacó por su actividad artesanal y alcanzó un fuerte auge en la elaboración de tejidos de algodón, lino…, el trabajo del cuero, orfebrería, cerámica… Ésta recibíó un impulso por los numerosos intercambios en los zocos. El comercio exterior prosperó, especialmente con Oriente, y los andalusíes contaron con una importante marina mercante. Las ciudades tenían un papel fundamental en el mundo andalusí. Ejercieron como núcleos administrativos y como centros de mercado local y de intercambio internacional. Algunas ciudades aumentaron mucho, como Córdoba con más de 100.000 habitantes en el Siglo X. Las ciudades estaban amuralladas (medina) y conténían los edificios más importantes. La estructura social de Al-Ándalus era muy compleja, ya que a la existencia de diversos grupos étnicos, se añadían las diferencias sociales según la religión: comunidad musulmana con árabes de Oriente, poco numerosos y gran nivel económico (vivían en ciudades, poseían las mejores tierras y ocupaban los principales cargos políticos). Bereberes del norte de África con peores tierras y cargos inferiores a los árabes (muchos ganaderos), y su situación generó descontento y sublevaciones. Muladíes como mayoría de la población eran cristianos convertidos al islam y ocupaban puestos bajos (mayoría campesinos). Los no musulmanes (obligados a pagar impuestos para conservar su religión) como los mozárabes, cristianos de Al-Ándalus que conservan su religión (agricultores y artesanos) y los judíos, poco numerosos con gran influencia social ya que destacaban en comercio, préstamo y medicina, y solían vivir en ciudades (juderías). La convivencia fue pacífica salvo en periodos de revueltas. Al Ándalus alcanzó altas cotas de desarrollo cultural, asimiló el mundo clásico a través de Bizancio, e incorporó conocimientos científicos y técnicos de países muy distantes, de los cuales fue importante su desarrollo: transmitieron los principios matemáticos de trigonometría y álgebra, el uso del cero, avances en astronomía y la difusión de la pólvora, el papel… El arte es uno de los legados más importantes que pretendíó reflejar el poder político y religioso en sus construcciones. Etapas del arte islámico: califal (Mezquita de Córdoba), reinos de taifas (Aljafería de Zaragoza) y nazarí (Alhambra de Granada).
2.4. Los primeros núcleos de resistencia cristiana. Principales etapas de la Reconquista. Modelos de repoblación. Los musulmanes no llegaron a controlar nunca la zona de la cordillera cantábrica donde se refugió la población hispano-visigoda y algunos nobles. Pelayo derrotó a los musulmanes en el 722 en la Batalla de Covadonga y sus sucesores crearon el Reino de Asturias. En la segunda mitad del siglo IX, los reyes asturianos ocuparon el despoblado valle del Duero y trasladaron la capital a León en el 914. El territorio se denominó desde entonces Reino de León. Para defender la zona oriental de la Meseta, se creó el Condado de Castilla, que se proclamó independiente en el 927 con Fernán González.
Carlomagno creó la Marca Hispánica al sur de los Pirineos y fue gobernada por condes dependientes del emperador. A principios del siglo IX navarros y aragoneses se independizaron de los francos y se creó el Condado de Aragón y en el 830 nacíó el Reino de Pamplona. En el Siglo X los condados catalanes se independizaron de los francos.
La fragmentación política de Al-Ándalus fue aprovechada por los reinos cristianos para atacar las tierras andalusíes. A lo largo de los siglos XI y XII, los cristianos conquistaron los valles del Tajo y del Ebro. La gran expansión se produjo en el Siglo XIII sobre todo tras la derrota de los almohades tras la Batalla de las Navas de Tolosa (1212). Jaime I de Aragón conquistó Mallorca y el Reino de Valencia. Fernando III de Castilla conquistó Jaén, Córdoba y Sevilla, y Portugal ocupó el Algarve.
Tras la reconquista de un territorio era necesario repoblarlo para asegurar el dominio cristiano.
La repoblación de los territorios conquistados tuvo diversas modalidades: real (cuando el rey se encargaba de repoblar), señorial, monástica o concejil (cuando los nobles, los monasterios y los concejos ocupaban las tierras) o repoblación por presura que (ocupación espontánea de la tierra)
. Los reyes concedían títulos de propiedad pasados unos años. También hubo repoblación de órdenes militares en los valles del Tajo y el Guadiana y en el maestrazgo Aragónés. Por último en el Levante, Murcia y el valle del Guadalquivir se utilizaron los repartimientos por los que los reyes distribuían las tierras conquistadas según la condición social y los méritos de los conquistadores.