El Sistema Político de la Restauración
Un Nuevo Sistema Político
Cánovas del Castillo no pretendía el regreso a los tiempos de Isabel II, sino la vertebración de un nuevo modelo político. Se propuso dos objetivos: elaborar una constitución que vertebrase un sistema político basado en el bipartidismo y pacificar el país.
La Constitución de 1876
Es una muestra del liberalismo doctrinario, caracterizado por el sufragio censitario y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey. Consideraba a la monarquía como una institución superior, incuestionable, permanente y al margen de cualquier decisión política. Se establecía la soberanía compartida y se concedían amplios poderes al monarca. Las Cortes eran bicamerales y estaban formadas por el Senado y el Congreso de los Diputados, de carácter electivo. La Constitución proclamaba la confesionalidad católica del Estado.
Bipartidismo y Turno Pacífico
Cánovas del Castillo introdujo un sistema de gobierno basado en el bipartidismo y en la alternancia en el poder de los dos grandes partidos dinásticos, el conservador y el liberal, que renunciaban a los pronunciamientos como mecanismo para acceder al gobierno. Habría un turno pacífico de partidos que aseguraría la estabilidad institucional. El ejército quedó subordinado al poder civil. La misión del ejército era defender la independencia nacional.
El Fin de los Conflictos Bélicos
La Restauración borbónica privó a la causa carlista de una buena parte de su hipotética legitimidad. La consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva del régimen foral.
La Vida Política y la Alternancia en el Poder
Los Partidos Dinásticos
El partido alfonsino, liderado por Cánovas, acabó llamándose simplemente Partido Conservador. Cánovas requería otro partido de carácter más progresista, la llamada izquierda dinástica, y él mismo propuso a Sagasta su formación. De un acuerdo entre progresistas, unionistas y algunos republicanos moderados nació el Partido Liberal. Ambos partidos defendían la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista. La alternancia regular en el poder entre estas dos grandes opciones dinásticas tenía como objetivo asegurar la estabilidad institucional.
Falseamiento Electoral y Caciquismo
El caciquismo fue un fenómeno que se dio en toda España. La adulteración del voto constituyó una práctica habitual en todas las elecciones, que se logró mediante el restablecimiento del sufragio censitario. Los caciques eran personas notables, sobre todo del medio rural. El conjunto de trampas electorales que ayudaba a conseguir la sistemática adulteración de los resultados electorales se conoce como pucherazo.
El Desarrollo del Turno de Partidos
Entre 1876 y 1898, el turno funcionó con regularidad. En 1884, Cánovas volvió al poder, pero hubo un acuerdo entre conservadores y liberales, el llamado Pacto del Pardo. Durante el llamado «gobierno largo» de Sagasta, los liberales impulsaron una importante obra reformista para incorporar al sistema algunos derechos asociados a los ideales de la revolución del 68.
Las Fuerzas Políticas Marginadas del Sistema
La Evolución del Republicanismo
Emilio Castelar, que evolucionó hacia posturas cada vez más moderadas, creó el Partido Republicano Posibilista. Ruiz Zorrilla, que viró hacia un republicanismo radical que no descartaba la acción violenta contra la monarquía, fundó el Partido Republicano Progresista. El republicanismo con más adeptos y más fiel a su ideario inicial fue el Partido Republicano Federal, que seguía teniendo como líder a Pi y Margall y contaba con el apoyo de una parte importante de las clases populares. También surgió el nuevo obrerismo representado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado por Pablo Iglesias en 1879.
La Reconversión del Carlismo
Tras la derrota carlista se prohibió explícitamente la estancia en España del pretendiente don Carlos de Borbón y el carlismo entró en una grave crisis. La dirección del carlismo tardó algún tiempo en readaptar su actividad para convertirse en un nuevo partido político capaz de tomar parte en las contiendas electorales. Fundó una milicia, el Requeté.
Otras Fuerzas Políticas
En 1881 se fundó la Unión Católica y, Segismundo Moret fundó el Partido Democrático-Monárquico.
El Surgimiento de Nacionalismos y Regionalismos
El Nacionalismo Catalán
Nació un movimiento conocido como la Renaixença, cuyo objetivo era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad catalanas. Destacan las Bases de Manresa, un documento producido por la Unió Catalanista, que proponía la consecución de un poder catalán como resultado de un pacto con la corona.
El Nacionalismo Vasco
Surgió en la década de 1890. Su gran propulsor fue Sabino de Arana, que sentía una gran pasión por la cultura autóctona de Euskalerria. Pensaba que la población de «maketos» ponía en peligro el euskera, las tradiciones y la etnia vasca. Las propuestas de Arana prendieron en diversos sectores, sobre todo en la pequeña burguesía y creó el Partido Nacionalista Vasco en Bilbao.
El Nacionalismo Gallego
Tuvo un carácter estrictamente cultural.
Valencianismo, Aragonesismo y Andalucismo
El aragonesismo surgió en el seno de una incipiente burguesía que impulsó la defensa del Derecho Civil aragonés, la reivindicación de valores culturales particularistas y la recuperación romántica de los orígenes del reino y de sus instituciones medievales.
La Guerra en Ultramar
Cuba, la Perla de las Antillas
Tras la Paz de Zanjón, los naturales de Cuba esperaban de la administración española una serie de reformas que les otorgasen los mismos derechos de representación política en las Cortes que los españoles de la Península, la participación en el gobierno de la isla, la libertad de comercio y la abolición de la esclavitud. Se crearon en Cuba dos grandes partidos, el Partido Autonomista, integrado en su mayoría por cubanos, y la Unión Constitucional, un partido españolista que contaba con una fuerte militancia de los peninsulares instalados en la isla. El Partido Liberal de Sagasta sólo llegó a concretar la abolición formal de la esclavitud. José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, cuyo objetivo era la consecución de la independencia y de inmediato consiguió apoyo exterior, especialmente de Estados Unidos.
La Gran Insurrección
En 1879 se produjo un nuevo conato que dio lugar a la llamada Guerra Chiquita. Pocos años después, el Grito de Baire del 24 de febrero de 1895 dio inicio a un levantamiento generalizado. Cánovas del Castillo envió al general Martínez Campos, que fue sustituido por el general Valeriano Weyler, que se propuso cambiar completamente los métodos de lucha e iniciar una férrea represión. El nuevo gobierno liberal lo destituyó del cargo y encargó el mando al general Blanco. Además, inició una estrategia de conciliación con la esperanza de empujar a los separatistas a pactar una fórmula que mantuviera la soberanía española en la isla y evitase el conflicto con Estados Unidos.
La Intervención de Estados Unidos
La ocasión para intervenir en la guerra la dio el incidente del acorazado estadounidense Maine, que estalló en el puerto de La Habana en abril de 1898. Estados Unidos culpó falsamente del hecho a agentes españoles y envió a España un ultimátum en el que se le exigía la retirada de Cuba. Los dirigentes políticos españoles eran conscientes de la inferioridad militar española. Comenzaba así la guerra hispano-norteamericana.
Las Consecuencias del Desastre del 98
Una Crisis Política y Moral
A pesar de la envergadura de la crisis de 1898 y de su significado simbólico, sus repercusiones inmediatas fueron menores de lo esperado. La crisis política estimuló también el crecimiento de los movimientos nacionalistas, donde se denunció la incapacidad de los partidos dinásticos para desarrollar una política renovadora y descentralizadora. De este modo, la crisis del 98 fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica.
El Regeneracionismo
Modernizar el país era el sentimiento de un grupo de intelectuales reunidos en la Institución Libre de Enseñanza. La institución, que tenía en sus filas a intelectuales de la talla de Francisco Giner de los Ríos, fue una gran impulsora de la reforma de la educación en España. Esta corriente, que hablaba con insistencia de la regeneración de España, acabó conociéndose como regeneracionismo.
El Fin de una Época
Sin embargo, la política reformista de tono regeneracionista que intentaron aplicar los nuevos gobiernos tras la crisis del 98 no llevó a cabo las profundas reformas anunciadas, sino que se limitó a dejar que el sistema siguiese funcionando con cambios mínimos. Frente a un antimilitarismo creciente en determinados sectores sociales.
La Crisis del Sistema de la Restauración (1898-1931)
El desastre de 1898 produjo una conmoción general en el país. Como consecuencia, el régimen de la Restauración entró en una nueva fase, que vino marcada por la subida al trono de Alfonso XIII. Durante este periodo, una nueva generación de políticos y nuevos movimientos sociales (republicanismo, obrerismo, nacionalismo) irrumpieron en la vida española. A partir de 1912, la continua decadencia y fragmentación del régimen dio lugar al fortalecimiento de la oposición republicana. El problema colonial en Marruecos y el impacto de la Gran Guerra agudizaron los conflictos. La incapacidad del sistema de la Restauración para renovarse y democratizarse acabó propiciando la solución militar y, en 1923, el golpe de Estado de Primo de Rivera, que contó con el apoyo del rey. La dictadura se prolongó hasta 1930. El compromiso de la propia monarquía con el nuevo régimen desembocó en su caída en abril de 1931.