Historia de España: Desde la Conquista Musulmana hasta la Ilustración
La Conquista Musulmana y el Emirato de Córdoba (711-929)
La conquista musulmana se produjo en la península en un periodo de decadencia del reino visigodo (debido a los constantes cambios en la monarquía) y de expansión del Imperio islámico. El ejército musulmán estaba dirigido por árabes pero formado principalmente por bereberes. Empezaron en el 711 y finalizaron la conquista en 716, no pretendían ocupar el territorio, sino controlar los puntos clave estableciendo guarniciones militares. Entran a la península por la costa andaluza, y se enfrentan al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete (711) donde saldrán victoriosos, acelerando así la desintegración del reino de Toledo y por eso les será más fácil conquistar Mérida, Córdoba, después Toledo (capital de la monarquía visigoda) y Zaragoza.
Emirato de Córdoba (711-929)
Emirato Dependiente (711-756)
Estaba gobernado por la familia Omeya y establecieron su capital en Córdoba (la cual estaba dirigida por un emir). El primer emir intentó conquistar el norte peninsular pero fue detenido en la batalla de Poitiers. Los gobernadores se tuvieron que enfrentar a una gran inestabilidad originada por los bereberes ya que estaban obligados a pagar impuestos y por la mala repartición de las tierras, por eso se rebelaron provocando conflictos internos y que la dinastía Omeya fuera destronada. Abderramán I (miembro de la familia Omeya) consiguió salvarse y huyó a Al-Ándalus donde conservaba apoyos y derrotó al emir de Córdoba proclamándose emir en el 756.
Emirato Independiente (756-929)
Abderramán I creó el emirato independiente de Córdoba y por lo tanto la formación de un nuevo Estado. Los emires ejercieron el control político y militar de manera autónoma, pero respetaron la autoridad religiosa. La reorganización de la recaudación de impuestos ejerció una presión fiscal la cual permitió crear un ejército mercenario y permanente y la cual traería problemas sociales con los muladíes y los mozárabes, además continuó la tensión entre árabes y bereberes por el reparto de las tierras.
Califato de Córdoba (929-1031)
Abderramán III acaba con la crisis interna y en el 929 se proclama Califa. Después de tranquilizar el territorio andaluz impuso las marcas fronterizas, fortaleció la estructura del Estado, reorganizó la recaudación fiscal y centralizó su gestión obteniendo grandes recursos económicos y detuvo el avance de los pueblos cristianos del norte. Pero a la muerte de Almanzor en el año 1002, el califato entró en un periodo de crisis.
Los Reinos de Taifas (1031-1086) e Imperios Norteafricanos
Tras la liquidación del califato Al-Ándalus queda dividida en taifas. Las taifas más destacables son Toledo, Zaragoza, Valencia y Sevilla. Tuvieron un gran desarrollo científico, cultural y artístico, pero también tenían una inestabilidad política y una debilidad militar. Tuvieron que pagar tributos (parias) a los reinos cristianos.
Imperios Norteafricanos: Almorávides y Almohades
La conquista de Toledo llevó a las taifas a pedir ayuda a los almorávides, quienes derrotan a Alfonso VI de Castilla en la batalla de Sagrajas en el 1086. Poco después ocuparon algunas taifas e integraron Al-Ándalus a su imperio. Los almorávides entraron en una crisis interna (subida de impuestos, estricta ortodoxia religiosa y avances cristianos) y externa (ataques en el norte de África). Serán derrotados y la fragmentación del Al-Ándalus la aprovecharán los nobles para formar las segundas taifas y los cristianos para expandirse pero esto será frenado con la llegada de los almohades. La invasión de los almohades fue lenta y difícil, también provocó que Alfonso VIII se aliase con los reinos cristianos y salieran victoriosos en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. La derrota de los almohades provocó que Al-Ándalus se volviera a fragmentar en taifas las cuales serán conquistadas por los cristianos, a excepción de Granada.
Reino Nazarí de Granada
El reino de Granada, el único territorio que no había conquistado los cristianos, sobrevivió hasta 1492 gracias a:
- Hábil gestión diplomática
- La cohesión que lograron entre los territorios que lo componían
- La llegada de andalusíes huyendo de la conquista cristiana (incrementaron la población y la potencialidad económica del reino).
En el siglo XV los problemas sucesorios desestabilizan el reino y Castilla aprovechó para conquistar algunas ciudades. El reino de Granada fue cayendo y los Reyes Católicos pactaron con el rey Boabdil la rendición de Granada en 1492.
La población musulmana al principio podía quedarse en el reino, conservando sus propiedades y practicando su religión. Pero a partir de 1501, se les forzó a la conversión del cristianismo o al exilio.
El Régimen Señorial o Feudal
El régimen señorial o feudal estaba basado en relaciones de vasallaje entre el rey y sus súbditos, obligados a guardar lealtad y prestar ayuda militar a cambio de latifundios y en ocasiones señoríos jurisdiccionales. La sociedad era estamental y se dividían en privilegiados (rey, nobles, clero) y no privilegiados (pueblo llano). La monarquía era hereditaria, la preeminencia económica y una legitimación histórica y de la iglesia (el poder del monarca venía de Dios, recibía beneficios económicos). La nobleza controlaba territorios aumentando su fuerza militar. El estado ya no estaba formado por campesinos, propietarios (libres con pequeñas propiedades, presuras), no propietarios (señoríos nobiliarios y eclesiásticos) y la burguesía (artesanos y comerciantes).
Había desigualdad jurídica (los estamentos privilegiados no pagaban impuestos directos tienen leyes propias y monopolizaban cargos públicos) y falta de movilidad social (los estamentos eran grupos determinados al nacer). La península sufrió una intensa fragmentación por la multiplicación de núcleos cristianos, la tendencia disgregadora de la nobleza y el concepto patrimonialista del reino.
En el siglo XII, se formó la corona de Aragón y la corona de Castilla (Castilla+León). El monarca era la principal autoridad asesorado por el consejo real; limitado por la nobleza, la iglesia y los privilegiados de las ciudades.
Los monarcas crearon dos modelos de monarquía: el autoritarismo en Castilla (el rey ejercía el poder sin limitaciones el consejo real y las Cortes carecían de autoridad y se impuso la legislación real) y el partido en Aragón (el rey debía de respetar las normas leyes y fueros del reino y necesitaba la aprobación de las Cortes del Reino que podían hacer propuestas legislativas o peticiones al rey).
La Guerra de Sucesión Española (1701-1714)
La falta de descendencia de Carlos II provocó la disputa entre Austrias y Borbones por el trono español desencadenando la guerra de Sucesión. En su testamento Carlos II había nombrado heredero al borbón Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, frente al archiduque Carlos de Austria, con dos condiciones: el mantenimiento de la unidad del Imperio español y la separación de las Coronas de Francia y España. Así, Felipe V de Borbón fue coronado rey de España tras la muerte de Carlos Il en 1700. Sin embargo, Luis XIV no renunció a la unión de los dos tronos. La respuesta de Austria, Prusia, Gran Bretaña, los Países Bajos, Saboya y Portugal fue declarar la guerra a Francia y España en defensa del equilibrio europeo, proclamando rey de España al archiduque Carlos de Austria (apoyada por la corona de Aragón). La guerra se desarrolló y, hasta que en 1711 murió el emperador de Austria y Carlos fue elegido emperador sin renunciar al trono de España. Esta circunstancia plantea una nueva amenaza para Europa: la restauración del antiguo Imperio de Carlos V y la ruptura del equilibrio continental. Ante ello, Gran Bretaña y Países Bajos presionaron a Austria y Francia hasta conseguir la firma de la paz (Tratado de Utrecht, 1713). A pesar de ello, Cataluña siguió luchando contra el ejército borbónico hasta la toma de Barcelona (11 de septiembre de 1714).
El Sistema de Utrecht
El Tratado de Utrecht reconoció a Felipe de Anjou rey de España (como Felipe V) a cambio de renunciar a reunir los tronos de España y Francia en su persona. Además, España perdió sus territorios europeos: Austria obtuvo Flandes, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña; Saboya recibió Sicilia (que intercambió por Cerdeña con Austria); Gran Bretaña conservó Menorca y Gibraltar, y obtuvo dos privilegios comerciales en las colonias americanas: el navío de permiso (envío anual de un barco con mercaderías) y el asiento de negros (monopolio del comercio de esclavos).
Los Pactos de Familia
La Paz de Utrecht supuso para España la pérdida de todas sus posesiones europeas, convirtiéndose en una potencia de segundo orden. Para revertir la situación España firmó tres acuerdos con Francia conocidos como Pactos de Familia. Gracias a ellos los Borbones españoles recuperaron Nápoles y Sicilia en 1733 (con la condición de que quien reinase allí no lo hiciese también en España) y Menorca en 1783.
Los Decretos de Nueva Planta
Los Decretos de Nueva Planta fueron un conjunto de leyes aprobadas por Felipe V por las que se abolieron los fueros, instituciones y privilegios de los territorios de la corona de Aragón (Aragón y Valencia, 1707; Cataluña y Mallorca, 1716) por su apoyo al archiduque Carlos de Austria durante la guerra de Sucesión. Los Decretos de Nueva Planta impusieron la uniformidad jurídica en toda España bajo las leyes de Castilla. Solo Navarra y las provincias vascas (que apoyaron la causa borbónica durante la contienda) conservaron sus fueros.
El Nuevo Modelo de Estado
Los Decretos de Nueva Planta impusieron un sistema de gobierno absolutista y centralista como los de Francia y Castilla. La analogía entre ambos sistemas se reforzó con la introducción en España de la Ley Sálica francesa, que impedía reinar a las mujeres. Bajo los Borbones se impulsó la centralización de los órganos de gobierno de la Administración buscando una mayor eficacia.
- Administración central: se sustituyó el sistema polisinodial de los Austrias (basado en los Consejos) por el de las Secretarías de Estado o Despacho (órganos unipersonales, especializados y con competencias en toda España), precursoras de los ministerios actuales. Solo se mantuvo el Consejo de Castilla.
- Administración territorial: el reino se dividió en provincias o intendencias, instituciones de origen francés dirigidas por un intendente nombrado por el rey, con funciones fiscales, económicas y militares (reclutamiento).
- Administración local: se reforzó el control sobre los municipios con la extensión a la corona de Aragón del modelo castellano (corregidores).
La Ilustración en España
La Ilustración fue un movimiento cultural de origen francés que confiaba en el uso de la razón como instrumento para lograr el progreso de la nación y la felicidad de los individuos, y que promovió en España ideas como la libertad económica, la autonomía del poder político sobre la Iglesia y el fomento de la educación y las ciencias útiles (matemáticas, física, botánica). La Ilustración encontró en España numerosas dificultades por el analfabetismo, la oposición del clero, el desinterés de la nobleza y el escaso peso social de la burguesía. La ilustración se introdujo en España durante el reinado de Felipe V. Debido al atraso de las universidades, las ideas ilustradas se difundieron a través de instituciones como las Sociedades Económicas de Amigos del País, las Academias nacionales (Lengua, Medicina, Historia), diversas publicaciones periódicas y las tertulias de salón. Destacaron naturalistas (Mutis), ingenieros (Jorge Juan), navegantes (Malaspina), intelectuales (Jovellanos) y escritores (Feijoo, Cadalso, Moratín).
Carlos III y el Despotismo Ilustrado
El despotismo ilustrado fue una forma de gobierno que trató de aunar las ideas absolutistas e ilustradas («todo para el pueblo, pero sin el pueblo»). Para ello los monarcas promovieron el progreso de sus reinos mediante reformas económicas, culturales y sociales, aunque sin alterar las bases del Antiguo Régimen (absolutismo y sociedad estamental). En España fue Carlos III quien mejor encarna sus ideales. Promovió el desarrollo agrario (colonización de nuevas tierras, canales de riego y navegación), comercial (Decreto de Libre Comercio, creación del Banco de San Carlos), social (decretos de dignificación del trabajo) y cultural (reforma universitaria) del país a través de ministros como Esquilache, Aranda, Floridablanca y Jovellanos. La política reformista de Carlos III chocó con la Iglesia y la nobleza (Motín de Esquilache y posterior expulsión de los jesuitas) y se desvaneció con Carlos IV tras el estallido de la Revolución francesa.