Revolución Americana y el Siglo XVIII en España: Nacimiento de EE. UU. y Reformas Borbónicas

La Revolución Americana y el Nacimiento de Estados Unidos

La Guerra de Independencia de los Estados Unidos fue un conflicto que enfrentó a las trece colonias británicas originales en América del Norte contra el Reino de Gran Bretaña. Ocurrió entre 1775 y 1783, finalizando con la derrota británica en la batalla de Yorktown y la firma del Tratado de París.

Los habitantes de estas colonias, animados por las ideas de igualdad, libertad y tolerancia que les llegaban de la Europa ilustrada, se enfrentaron a la metrópoli en defensa de sus intereses y de sus derechos. Los colonos americanos no estaban de acuerdo con las tasas e impuestos, así como tampoco con el monopolio comercial que Gran Bretaña ejercía sobre su territorio.

El 4 de julio de 1776, delegados de las trece colonias, reunidos en Filadelfia, redactaron la Declaración de Independencia de Estados Unidos de América, cuyo preámbulo fue escrito por Thomas Jefferson.

La Constitución de Estados Unidos

La guerra contra la metrópoli fue larga y los insurgentes contaron con la ayuda de voluntarios europeos, entusiasmados por sus ideas de libertad. Gran Bretaña reconoció la independencia del territorio americano en 1783, tras la derrota de Yorktown. George Washington, un general que lideraba el ejército insurgente, fue proclamado primer presidente de los Estados Unidos.

En 1787 se redactó la primera constitución escrita de la historia. El texto constitucional aseguraba la separación y el equilibrio de poderes, establecía una forma de gobierno republicana y una estructura federal. Por encima de los Estados, se situaba el gobierno federal, responsable de los asuntos exteriores, de la defensa, las finanzas y la moneda del nuevo país. La constitución se completaba con una declaración de derechos que garantizaba la libertad de religión, de prensa, de expresión, de reunión y el derecho a ser juzgado por un jurado.

El Siglo XVIII en España: Los Borbones

El último rey de la casa de Austria, Carlos II, murió en 1700 y nombró como heredero a su sobrino nieto, Felipe V. Este rey significó para España la implantación de la dinastía borbónica y la introducción del modelo absolutista francés.

La Guerra de Sucesión (1701-1714)

La llegada de Felipe V significaba un fortalecimiento de los Borbones en Europa. Muy pronto, Gran Bretaña, Holanda, Portugal y el Imperio Austriaco declararon la guerra a Francia y España. El candidato que opusieron a Felipe V fue el archiduque Carlos de Austria.

Este enfrentamiento dio lugar a la llamada Guerra de Sucesión. En 1713, el archiduque Carlos heredó la corona de Austria al morir su hermano. Gran Bretaña y Holanda retiraron su apoyo al archiduque Carlos y firmaron el Tratado de Utrecht (1713), que puso fin al conflicto internacional y reconoció a Felipe V como rey de España.

El Absolutismo Borbónico

Los primeros Borbones en España (Felipe V y Fernando VI) siguieron el modelo de sus parientes franceses e impusieron el modelo de absolutismo centralista. Todos los poderes residían en el monarca y las Cortes quedaron anuladas. El rey, para gobernar, se ayudaba de unos asesores o secretarios nombrados directamente por él. Las Cortes desaparecieron, excepto las castellanas, y la labor legislativa dependía exclusivamente de instituciones controladas por el monarca.

Los Consejos se mantuvieron, pero su función era meramente consultiva.

La Ilustración en España

La Ilustración llegó a España en el siglo XVIII. Los ilustrados españoles se fijaron como principales objetivos: la reforma de la sociedad, el crecimiento económico, la modernización de la cultura española y la mejora de la enseñanza. Entre ellos destacaron: el conde de Floridablanca, Pablo de Olavide y el conde de Aranda.

La ausencia en España de grandes grupos burgueses dificultó la expansión de las ideas de la Ilustración. Por ello, la mayoría de los ilustrados acabaron colaborando con la monarquía.

El Crecimiento del Siglo XVIII

La expansión general de la demografía, la economía y las medidas reformistas de Carlos III permitieron mejorar la situación de la economía española.

El crecimiento demográfico hizo aumentar la demanda de productos. El comercio y la industria también se modernizaron. La liberación del comercio permitió la expansión de las compañías comerciales que negociaban con productos coloniales, se protegieron las manufacturas privadas y se crearon las manufacturas reales.

Aun así, no se solucionó el principal problema para el desarrollo industrial: la escasa demanda como consecuencia de la pobreza del campesinado. Los ilustrados vieron la necesidad de una reforma agraria que pusiera fin a la concentración de la tierra en manos de los privilegiados.

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