Revolución Americana: El Nacimiento de una Nación
Orígenes del Conflicto
La Revolución Americana, la primera en poner en práctica el liberalismo, dio origen a un nuevo país: Estados Unidos. El conflicto surgió entre las colonias de Norteamérica y Gran Bretaña debido a razones económicas. Los colonos habían desarrollado un sistema político propio, mientras que Gran Bretaña buscaba obtener materias primas americanas sin fomentar el desarrollo industrial ni el monopolio de ciertos productos. Esto llevó al conflicto de los impuestos.
Desarrollo de la Revolución
En 1774, representantes de las 13 colonias se reunieron en el Primer Congreso de Filadelfia, donde se redactó la Declaración de Derechos y se iniciaron los primeros movimientos armados. La derrota británica en Lexington impulsó la insurrección. Thomas Jefferson redactó la Declaración de Independencia de Estados Unidos, y los colonos contaron con el apoyo militar de Francia y España, que buscaban debilitar a Gran Bretaña. Las victorias en Saratoga y Yorktown llevaron a la firma de la Paz de Versalles.
El Legado de la Revolución
La Constitución de 1787 organizó el nuevo orden político con una estructura federal. El presidente, elegido cada cuatro años mediante sufragio indirecto, controlaba el poder ejecutivo. George Washington fue el primer presidente de Estados Unidos. El poder legislativo residía en el Congreso, compuesto por la Cámara de Representantes y el Senado, ambos elegidos por los ciudadanos. El Tribunal Supremo se encargaba de garantizar que las leyes y actos del gobierno no violaran la Constitución. La Revolución Americana tuvo una gran influencia posterior, sirviendo como modelo para la Revolución Francesa y los movimientos de independencia en América, ya que la Constitución de 1787 fue la primera en el mundo en poner en práctica los principios de soberanía nacional y separación de poderes.
Revolución Francesa: El Fin del Antiguo Régimen
Estado de la Francia Pre-Revolucionaria
En 1789, la burguesía francesa aprovechó una crisis para iniciar una revolución que la llevó al poder. Antes de 1789, Francia era una gran potencia con una sociedad estamental, donde la nobleza y el clero mantenían sus privilegios a expensas del resto de la población. La crisis económica, el déficit de la hacienda y la crisis política debilitaron el apoyo al rey Luis XVI.
Reunión de los Estados Generales
En 1787, el rey convocó una asamblea de notables, pero los privilegiados se negaron a pagar impuestos. La situación financiera empeoró y en 1788 se declaró la bancarrota. La única alternativa del rey fue convocar a los Estados Generales. La burguesía se organizó en clubes políticos y difundió sus ideas a través de periódicos. En la primavera de 1789, los Estados Generales se reunieron en Versalles.
El Comienzo de la Revolución
En los Estados Generales, la nobleza y el clero propusieron votar por estamentos, lo que les daba la mayoría. Sin embargo, los representantes del Tercer Estado defendieron el voto por persona. En julio, los representantes del Tercer Estado se autodenominaron Asamblea Nacional. El rey y los privilegiados intentaron expulsarlos, pero los diputados se reunieron en el Juego de Pelota y redactaron una constitución, pasando a llamarse Asamblea Constituyente. El 14 de julio de 1789, ante el aumento del precio del pan y los rumores de concentración de tropas, los ciudadanos asaltaron la Bastilla, símbolo del absolutismo.
La Supresión del Antiguo Régimen
Los decretos de la Asamblea Constituyente y la Constitución de 1791 pusieron fin al Antiguo Régimen en Francia. El rey y los privilegiados intentaron frenar las reformas, pero la guerra contra las potencias europeas condujo a la desaparición de la monarquía y la proclamación de la República.
La Obra de la Asamblea Constituyente
La Asamblea Constituyente tenía como objetivo desmantelar el Antiguo Régimen y redactar una constitución. El 4 de agosto de 1789, se aprobó el Decreto de Abolición de los derechos feudales, suprimiendo el diezmo y la jurisdicción de los privilegiados. El 26 de agosto, se redactó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que reconocía las libertades personales, la igualdad ante la ley y la propiedad. Estos decretos marcaron el fin del absolutismo y el triunfo de la revolución liberal. En septiembre, se promulgó la Constitución de 1791, que estableció una monarquía parlamentaria con soberanía nacional, división de poderes, sufragio censitario y descentralización de la administración.