Revolución Comunista en China: De Mao a la Economía Socialista de Mercado

La Revolución Comunista en China, la descolonización de Asia y el conflicto Árabe-Israelí

El país más poblado del mundo, con 1350 millones de habitantes en 2005, durante el siglo XIX se caracterizó por su estructura monárquica feudal e imperial con gobierno centralista y fuerte burocratización. La base social la constituía una inmensa masa de población campesina desposeída (80%), sometida a una forma de tenencia de la tierra en régimen de semiesclavitud, bajo el dominio de una minoría de nobles poseedores. Al contrario de lo que sucedía en Europa, el espectacular crecimiento de la población no fue acompañado de avances en los métodos de cultivo ni de auge en la productividad agraria. La corte imperial hubo de ceder, ante la presión europea, el territorio de Hong Kong al Reino Unido y Macao a Portugal, ciudades estratégicas desde donde penetró el comercio exterior. Esto sucedía en 1842, tras la denominada Guerra del Opio, que perdió la China imperial ante el Reino Unido y que permitiría a este país comerciar con esta planta con entera libertad en los tiempos próximos. China tuvo que soportar las ansias expansionistas del Japón Meiji que desembocó en la guerra entre ambos países en 1895 y que perdió Pekín. Por ello, hubo de ceder a Japón, Corea y Formosa (actual Taiwán).

De la Invasión Japonesa a la República Popular

En 1937 los japoneses tomaron Pekín, Shanghái y Nankín, por lo que en 1939, el Kuomintang estableció la capital en Chongqing. Las vicisitudes de la Segunda Guerra Mundial provocaron la unión entre nacionalistas y comunistas contra el invasor japonés (frente unido). Los comunistas, liderados por Mao Zedong, extendieron su influencia desde el norte a la vez que iniciaban su peculiar revolución campesina e igualitaria. Mientras, las tropas de Chiang hubieron de soportar los peores ataques japoneses. Desde su capital en Chongqing, el general Chiang Kai-shek logró mantenerse en contacto con británicos y norteamericanos quienes, hasta 1942, le suministraron ayuda económica y militar desde Birmania, para luchar contra Japón.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el general norteamericano Marshall fue enviado a China para intentar organizar el país devastado por la guerra, pero sobre todo para intentar reconciliar a los chinos nacionalistas de Chiang Kai-shek con los chinos comunistas de Mao. El 29 de enero de 1947 los EE. UU. renuncian oficialmente a intervenir en el conflicto chino, conflicto que ya tenía proporciones de guerra civil a escala nacional. Mao y sus seguidores iniciaron una lucha de desgaste de guerrillas contra los ejércitos regulares de Chiang Kai-shek y Mao ordenó a sus seguidores retirarse de las ciudades y hacerse fuertes en el campo. Al final, los comunistas de Mao, peor armados pero más convencidos ideológicamente de su causa, derrotaron a los ejércitos del Kuomintang de Chiang Kai-shek en Manchuria y llegaron a dominar buena parte de la China central.

En enero de 1946, los nacionalistas y los maoístas firmaron un alto el fuego y empezaron las negociaciones para establecer un gobierno común. Pero el acuerdo fracasó bien pronto y, a finales de 1946, empezaron de nuevo las luchas entre comunistas y nacionalistas por el control territorial, y especialmente por Manchuria, la zona más rica y que las tropas soviéticas abandonaban aquel mismo año.

En los arranques de 1949 las tropas de Mao tenían el control prácticamente total del país. En enero de 1949 un rodeado ejército del Kuomintang se rindió en Pekín, tras haber desbaratado el Ejército Popular de Liberación (ELP) en diciembre de 1948 las defensas de Chiang en China central.

El 1 de octubre de 1949 se proclamaba la República Popular de China bajo modelo sociopolítico y económico puramente comunista. Lo primero que necesitaba el nuevo Estado de Mao era establecer buena vecindad con la URSS. Así que, a comienzos de 1950, el líder chino viajó a Moscú para:

  • Solicitar ayuda económica
  • Crear una poderosa alianza militar con la URSS
  • Pedir la retirada total de la Unión Soviética del país, pues Stalin controlaba aún una parte de Manchuria y Mongolia.

El líder soviético veía a la República Popular de China como un miembro subordinado de su esfera de poder, algo que Mao no estaba dispuesto a consentir. Stalin tenía miedo de que Mao se convirtiese en otro Tito, así como a perder poderío e influencia en la zona.

Mao y la Revolución

En política exterior, en estos años de 1950 a 1953, los chinos se involucraron en la Guerra de Corea ayudando a los coreanos del norte en su lucha con los EE. UU., país al que declararon enemigo público número uno. En febrero de 1950 firmaron un Tratado de Amistad y Cooperación con la URSS, y en ese mismo año iniciaron la conquista del Tíbet. La ayuda soviética a partir del Tratado de 1950 contribuyó a crear empresas industriales en China, dentro del primer plan quinquenal que abarca desde 1953 a 1957, año último este en el que se plantea el llamado Gran Salto Adelante, que se pone en marcha en 1958 hasta 1961.

En 1956-1958 se puso en marcha la colectivización en grandes unidades de producción y la formación de comunas rurales que fue, en verdad, una real militarización social de la población china. La finalidad de este Gran Salto Adelante era acelerar a gran escala la formación de una sociedad comunista perfecta, siguiendo para ello las propias interpretaciones de Mao de los discursos y escritos de Marx y Engels, y para ello se empezó por crear inmensas comunas agrícolas a las que estaban adscritas las industrias ligeras y los proyectos de construcción locales.

Este Gran Salto Adelante se caracterizó por la tremenda represión (ejecuciones, juicios sumarísimos, etc.) que Mao ejerció contra los disidentes y se impuso el culto oficial al Secretario General del PCCh con grandes manifestaciones populares con gran apoyo al régimen.

La reducción del modelo productivo del sector primario a comunas hizo bajar notablemente la productividad del campo, y en su afán por tener acero a toda costa para acercarse a las naciones más industrializadas del mundo, mandó construir altos hornos por todo el país que destrozaron aún más el suelo productivo agrario y no lograron obtener sino acero de baja calidad que no pudo utilizarse para ningún procedimiento industrial. El desastre económico citado propició que Mao, el gran timonel, dimitiera como Jefe del Estado, cargo que pasó a Liu Shaoqi.

Revolución Cultural

Mao impuso el culto a su persona de forma obligatoria y en diciembre de 1964 Zhou Enlai, Primer Ministro desde la creación de la República Popular, anunció el inicio de la famosísima Revolución Cultural que impuso (en 1966) los principios maoístas al pueblo y activó la destrucción de los dogmas que Zhou Enlai y sus colaboradores imputaban a los nuevos burgueses. Esta Revolución Cultural, iniciada en 1966, influyó notablemente en una buena parte de Occidente, especialmente en la Francia de De Gaulle, y fue uno de los factores desencadenantes del Mayo del 68. Esta Revolución Cultural en China provocó la masiva destrucción de obras de arte y libros considerados contrarrevolucionarios, lo que provocó una pérdida cultural irreparable.

Se calcula que esta Revolución Cultural tan peculiar le costó al país 80 millones de personas y las escenas de asesinatos y violación de Derechos Humanos fueron totales e incluso llegó a haber conatos de antropofagia para demostrar los sublevados que llevaban la aniquilación del enemigo hasta límites de perfección total. Esta revolución estuvo dirigida a altos cargos del partido, a intelectuales a los que Mao y sus seguidores acusaron de traicionar los ideales revolucionarios. La Revolución Cultural permitió a Mao recuperar el poder político del que había sido apartado tras el fracaso del Gran Salto Adelante.

Enfrentamiento China-URSS

Desde los años 60, China había iniciado una confrontación con la Unión Soviética, al reivindicar diversos territorios fronterizos que Rusia se había apropiado en el siglo XIX. La prensa de ambos países enervó los ánimos: mientras en los periódicos de la URSS se hablaba de Mao como de un nuevo Hitler o del heredero de Gengis Khan, los diarios chinos denunciaban a los nuevos zares soviéticos y al neocolonialismo fascista de Brezhnev. De las palabras se pasó a los hechos: hubo verdaderos combates fronterizos en la región del Usuri, afluente del Amur, entre 1967 y 1969.

La fraternidad internacional socialista se había volatilizado y con ello había fallado uno de los dogmas marxistas. Por primera vez dos países comunistas luchaban con las armas entre sí.

Los EE. UU. consintieron en 1971 su ingreso en la ONU. Poco después, el presidente Nixon y Mao iniciaron un desbloqueo de las relaciones chino-norteamericanas. Mao falleció el 9 de septiembre de 1976.

En diciembre de 1978, Deng Xiaoping, una antigua víctima de la Revolución Cultural, se hizo con las riendas del poder desalojando a Hua Guofeng de la Jefatura del PCCh, iniciando la mayor transformación económica contemporánea en su país y la más revolucionaria en el mundo, la llamada Economía Socialista de Mercado.

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