El liberalismo es la teoría y práctica política que defiende la libertad de pensamiento, actuación y elección por parte de los individuos de una comunidad que tienen igualdad de derechos, deberes y oportunidades y cuya conducta este limitada por las leyes que aspiran a respetar el bien común. Los orígenes del Liberalismo hay que buscarlos en el pensamiento ingles de Hume y Locke, en la ilustración francesa y en el liberalismo económico de Adam Smith. La burguesía fue quien mejor defendió esta ideología ya que le ayudo a imponer sus intereses de clase, tanto a nivel político como económico, frente a las limitaciones y restricciones del Antiguo Régimen. Los principios básicos fueron: soberanía nacional, división de poderes, igualdad ante la ley, constitución escrita, defensa de los derechos del individuo, separación Iglesia-Estado y están a favor de la propiedad privada, la libre competencia y la libertad plena en las actividades económicas, o lo que es lo mismo una economía capitalista.
El proceso de implantación en España fue largo y complejo. El inicio tuvo lugar en la Guerra de la Independencia (1808) y su fin con el reinado de Isabel II (1868). La guerra de independencia fue la primera ocasión para implantar un nuevo modelo político, mientras estaba teniendo lugar guerra contra los franceses. Las abdicaciones de Bayona resultaron favorecedoras a la convocatoria de unas Cortes de Cádiz, en la cuales se redactó la Constitución de 1812 y popularmente conocida como “La Pepa”. Que fue la base y modelo del liberalismo español durante años. En ella se reflejaban los principios básicos de esta corriente: soberanía nacional, constitucionalismo y libertades sociales. Al finalizar la Guerra de la Independencia, Fernando VII tras el tratado de Valencay (1813) y el “Manifiesto de los persas” supone la reimplantación del absolutismo Sexenio Absolutista (1814-1820). Los liberales se organizaban y conspiraban mediante pronunciamientos contra el absolutismo. Triunfa el pronunciamiento del coronel Riego en 1820 en Cabezas de San Juan para exigir la vuelta de la Constitución de Cádiz, así comenzó el Trienio Liberal (1820-1823) quería el restablecimiento de la Constitución de 1812. Con ello se dividen los liberales en moderados y exaltaos. Los moderados buscaban un pacto con los sectores notables y eran partidarios de la Constitución de 1812, pero siendo expurgada de sus aspectos más radicales. Los exaltados, radicales o veintenitas, consideraban la Constitución un punto de partida para limitar el poder al rey. Fernando VII conspiro contra el gobierno liberal y busco apoyo en la santa alianza que interviene enviando a los Cien Mil Hijos de San Luis, derrotando casi a los liberales. En 1823 Fernando VII recupera el poder absoluto, hizo matar a Riego y vuelve restaurar por última vez el Antiguo Régimen, la llamada Década Ominosa (1823-1833). Los poderes del monarca son ilimitados por lo que deroga las leyes del Trienio Liberal y crea una represión a los liberales y enemigos del trono. Fue una difícil restauración del Antiguo Régimen, por la inviabilidad del régimen señorial, la oposición liberal y la pérdida del mercado americano. Surge una oposición ultra-absolutista, los llamados apostólicos o realistas puros, cuyo líder era Carlos María de Isidro. En 1715 Felipe V instauro la Ley Sálica, que impide el trono a las mujeres, pero en 1829 Fernando VII publica la Pragmática Sanción por el nacimiento de la princesa Isabel, los ultra-absolutistas se situaran en contra de Fernando VII, los sucesos del Palacio de la Granja en 1832. En 1833 muere el rey y ante la minoría de edad de Isabel, accede al poder su madre MªCristina, lo que da lugar a la 1ª Guerra Carlista, Mª Cristina busco apoyo en los liberales más moderados, durante su regencia se dio lugar a la 1ª Guerra Carlista (1833-1840). Mª Cristina deja el gobierno a los conservadores y liberales más moderados, eran contrarios a Cádiz pero eran partidarios de reformas. Martínez de la Rosa público en 1834 el Estatuto Real (carta otorgada), en ella instauraba la soberanía compartida y el sufragio restringido. Javier de Burgos organiza el territorio en provincias en 1833. El Estatuto Real resulta decepcionante para muchos liberales, que se dividen en moderados protegidos por la regente y aliados con sectores moderados del Antiguo Régimen, y exaltados divididos en progresistas y radicales. A estos últimos Mº Cristina les entrega el poder del gobierno en 1835, restauran la constitución de 1812 y forman un gobierno liberal progresista durante 8 años. En 1837 se redacta una constitución progresista pero no democrática. En 1836-37 se produce la Desamortización de Mendizábal, desamortización de los bienes del clero regular, con el fin de crear una nueva clase de propietarios y recaudar fondos para la guerra. La 1ª Guerra Carlista (1833-1840) tiene sus causas en la muerte de Fernando VII, es una guerra entre los carlistas (absolutistas) y los isabelinos o cristinos. Los carlitas eran antiliberalistas, negaban la soberanía nacional, defendían el sistema foral y tenían como apoyos el medio rural, la pequeña nobleza y bajo clero. En 1839 con el Abrazo de Vergara el ejército carlista depone armas. Como consecuencia de ello, la resistencia carlista se vio limitada al Maestrazgo, que toma Espartero en 1840. Después, hubo dos guerras carlistas menores posteriores. Se reforzó el papel del ejército en la implantación del estado liberal. Se promulga la Constitución de 1837 y Mª Cristina sustituye el gobierno progresista por uno moderado, lo que provoca una sublevación popular y Mª Cristina se explica entregando la regencia de Espartero (1840). Espartero tuvo el apoyo de los progresistas durante su regencia (1840-1843), alcanzo prestigio por la victoria en la 1ª Guerra Carlista. Tenía carácter autoritario y represivo, por lo que Narváez hace un pronunciamiento que hace que se explique Espartero y los moderados suban al poder. Las Cortes conceden la mayoría de edad a Isabel II con 13 años: el reinado de Isabel II (1844-1868), tuvo división entre moderados, progresistas y radicales, así como carencias ante la imposibilidad de la oposición de acceder a la participación política ya que la monarquía tenía un papel político decisivo apoyado en los moderados. El poder legislativo era bicameral y el sufragio censitario masculino lo que creo una inestabilidad. En la primera etapa del reinado, la Década Moderada (1844-1854). Narváez tuvo el liderazgo e hizo reformas para organizar un estado liberal centralizado, unitario y jerarquizado. Se creó la Constitución de 1845, que fue un retroceso dela de 1837, en ella se implantaba la soberanía compartida, senado de mantenimiento real y vitalicio, sufragio censitario limitado, suspensión de la milicia nacional, controlo de los ayuntamientos y fin de las desamortizaciones. En 1848 los radicales fundan el partido demócrata y en la 2ª Guerra Carlista (1846-1849) hubo una victoria isabelina. En 1851 Narváez llega a un Concordato con el Vaticano, fin de las desamortizaciones y reformas económicas (nuevo sistema fiscal, primeras Cuentas Generales del Reino, código penal simplificado y centralización e impulso de la educación). El Bienio Progresista (1854-1856) fue la segunda etapa, en la cual el desprestigio del régimen liberal moderado, los ideales democráticos y el movimiento obrero en Europa, traen como resultado un pronunciamiento dirigido por Serrano y O’Donell, llamado “La Vicalvarada” la cual da paso a la revolución de 1854 que pone a los progresistas en el poder con Espartero a la cabeza del gobierno pero O’ Donell lleva las riendas. Se redacta la constitución “non nata” en 1856 y hay una nueva Desamortización general o civil de Madoz en 1855, a la vez que se instaura la Ley de Ferrocarriles. En esta etapa se crean nuevos partidos, la Ilustración Liberal de O’ Donell, liberales moderados, Demócratas y republicanos, partidos de la República. En un periodo de gran conflictividad, las diferencias entre O’ Donell y Espartero son insalvables y Espartero dimitió en 1856. La última etapa (1856-1868) es la de la Unión Liberal. O’ Donell es el presidente más opuesto a los progresistas, restaura la Constitución de 1845. Narváez era el favorito de la reina y lo sustituye por O’ Donell. Existió un crecimiento económico, la expansión del ferrocarril, campañas imperialistas para desviar los problemas sociales y realzarse como potencia. En 1866 llega una crisis económica internacional, corrupción, descrédito de la monarquía y represión gubernamental. Ese mismo año se alían progresistas y demócratas con el Pacto de Ostende que da lugar a la Revolución de la Gloriosa (1868) y con esta la caída de Isabel II y los Borbones.