Caída de la Rusia imperial y Revolución de octubre de 1917
La historia de Rusia estuvo determinada por su condición de imperio aislado y atrasado respecto a las demás naciones europeas. Bajo el gobierno autocrático de los zares solo se realizaron algunas reformas, como la liberación de los siervos (1861), que no terminó con la miseria de los campesinos rusos. No obstante, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, se produjo un rápido proceso de industrialización con capital y tecnología extranjeros que dio lugar a la formación de un proletariado urbano. Durante esta época, Rusia sufrió una grave crisis nacional debido a su derrota militar en Oriente frente a Japón, en 1905. Las consecuencias económicas y sociales de esta derrota provocaron protestas (Revolución de 1905) que fueron duramente reprimidas, aunque obligaron a reformar el sistema imperial. El zar Nicolás II autorizó la formación de una Duma (Parlamento), aunque, posteriormente, intentó prescindir de ella. Finalmente, los desastres militares durante la Primera Guerra Mundial y los padecimientos del pueblo ruso en la contienda contribuyeron a terminar con el régimen zarista.
En febrero de 1917 se produjo una revolución que destronó al zar Nicolás II, restauró la Duma y estableció un Gobierno provisional, formado por socialistas y liberales, cuya principal figura fue el dirigente socialista Alexander F. Kerenski. Ante la debilidad del nuevo Gobierno, los bolcheviques, liderados por Lenin y Trotski, lograron tomar el poder durante la Revolución de octubre. Organizados en sóviets, asaltaron el Palacio de Invierno, sede del Gobierno provisional, y establecieron un nuevo Gobierno, denominado Consejo de Comisarios del Pueblo. Los bolcheviques adoptaron el nombre de Partido Comunista y fundaron la Tercera Internacional.
Guerra civil y consolidación de la URSS
En marzo de 1918, Rusia firmó la Paz de Brest Litovsk, por la que se retiró de la Primera Guerra Mundial. Ya entonces había comenzado una guerra civil (1918-1920) entre blancos, o partidarios del régimen zarista, y el Ejército Rojo revolucionario. Los blancos fueron derrotados. En 1922 se constituyó una nueva organización política, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que aprobó una Constitución en 1924 basada en los siguientes principios y organismos:
- Un Estado federal, formado por las distintas repúblicas, con Rusia como república dominante.
- La concentración de todo el poder en manos del Partido Comunista.
- Un Comité Central o Sóviet Supremo, equivalente al Parlamento, como órgano representativo de la soberanía popular.
- Un Congreso de los Sóviets, órgano representativo de los distintos territorios de la URSS, que elegía al Gobierno.
Se tomaron medidas para sustituir el capitalismo por el socialismo marxista (abolición de la propiedad privada y establecimiento de una economía planificada y centralizada por parte del Estado). Sin embargo, la situación que había originado la guerra civil (hambre, destrucciones, millones de muertos) hizo que, entre 1921 y 1928, se pusiera en marcha la Nueva Política Económica (NÉP) que restableció parcial y provisionalmente formas económicas capitalistas para estimular la iniciativa privada e incentivar la productividad: los campesinos pudieron vender parte de la producción en el mercado libre; y se fomentaron la pequeña empresa artesanal y las cooperativas. De esta forma se logró una cierta estabilidad económica.
Imperialismo y rivalidades europeas
Cuando Bismarck, el «canciller de hierro», consiguió la unificación de Alemania, su política se centró en la creación de una serie de alianzas nacionales, conocidas con el nombre de sistemas Bismarck: tenían como objetivo aislar a Francia, la cual, resentida por la pérdida de las regiones de Alsacia y Lorena durante la guerra franco-prusiana, suponía una amenaza para la estabilidad del recién creado Estado. Se trataba de afirmar la hegemonía de Alemania en el continente. Los tres sistemas bismarckianos se construyeron, una y otra vez, en torno a la unión de tres países: Alemania, Rusia y Austria-Hungría, y posteriormente se incorporó Italia. Estos sistemas se deshicieron en varias ocasiones, como consecuencia de la rivalidad entre Rusia y Alemania por el dominio de la zona de los Balcanes. El entramado político creado por Bismarck se derrumbó con la llegada al trono alemán del emperador Guillermo II, que prescindió de él, por lo que Bismarck se vio obligado a dimitir en el año 1890. La actitud hegemónica de Alemania dio lugar a una serie de alianzas antigermanicas, como la Triple Entente (Reino Unido, Francia, Rusia). El emperador alemán reaccionó ante estos hechos provocando conflictos en el norte de África y en los Balcanes. El período comprendido entre 1871 y 1914 se conoce como la Paz Armada, porque, aunque no hubo apenas guerras en Europa, los países desarrollaron sus efectivos militares. Se pensaba que la paz estaba asegurada, pero las disputas entre las potencias por el control de los territorios, los mutuos recelos y el afán de poseer más y mejor armamento llevarían a las naciones a truncar estas esperanzas.
Expansión colonial y consecuencias
El desarrollo de la segunda fase de la Revolución industrial (gran capitalismo) impulsó a los países más industrializados a buscar nuevas zonas de abastecimiento de materias primas y fuentes de energía e invertir en otros lugares los capitales excedentes de la producción industrial. Esta situación condujo, durante los últimos decenios del siglo XIX y los primeros del siglo XX, a que las grandes potencias europeas (Reino Unido y Francia), Estados Unidos y posteriormente Japón conquistaran la mayoría de África y gran parte de Asia y Oceanía con el objetivo de explotar económicamente estas zonas, en las que crearon colonias. Otros factores que propiciaron la expansión colonial fueron los siguientes:
- Demográficos y sociales: el enorme crecimiento de la población europea (que pasó de 300 millones de personas en 1870, a más de 450 en 1914) y la generalización del uso de maquinaria (que provocó altos niveles de desempleo) estimularon la emigración a las colonias, lo cual resolvió, en parte, este problema.
- Políticos: las tensas relaciones internacionales, que impulsaron a los gobiernos europeos a controlar puntos estratégicos y diversos territorios para incrementar su prestigio y su fuerza.
- Científicos: el deseo de explorar nuevos territorios hizo surgir sociedades geográficas que despertaron el interés por lugares desconocidos.
- Culturales: la creencia en la superioridad de la raza blanca hizo que se considerara un «deber» transmitir los avances de la civilización y la cultura europeas y la religión cristiana a otros países.
La expansión colonial también se vio favorecida por el progreso en los medios de transporte (ferrocarril, barcos de vapor…) y la construcción de nuevas vías de comunicación, como el Canal de Suez, que reactivó el tráfico comercial entre Europa y Asia a través del Mediterráneo.
Consecuencias del imperialismo colonial
Las transformaciones más importantes que se produjeron como consecuencia del imperialismo colonial fueron las siguientes:
- Económicas: se explotaron las riquezas naturales y humanas (mano de obra) de las colonias, que tuvieron que especializarse en un único cultivo (monocultivo) y se vieron obligadas a comprar los productos manufacturados de la metrópoli.
- Demográficas y sociales: la población en las colonias aumentó debido a la inmigración de población europea y al descenso de la mortalidad indígena, gracias a las mejoras higiénicas y sanitarias introducidas por las metrópolis. Sin embargo, se produjo una segregación racial que suponía el predominio de la población blanca europea sobre la población indígena, relegada a un papel secundario.
- Políticas: los países colonizadores utilizaron a las colonias para dirigir sus rivalidades.
- Culturales: la cultura occidental se impuso a la cultura indígena modificando las creencias, las costumbres y las tradiciones de los pueblos colonizados.
Multitud de oficios La división del trabajo en la India es infinita. Hace falta un cochero para conducir, un portero para abrir la puerta, un peón para proteger al hombre rico. Sería un error monstruoso que fuera el propio hombre rico quien llevara sus paquetes él mismo; un oficial inglés no puede trasladarse sin llevar todo un séquito de hombres y equipajes. Británicos y franceses tenían intereses contrapuestos en África: los británicos deseaban formar un imperio continuo norte-sur entre Egipto y África del Sur, y los franceses un imperio con dirección este-oeste en el norte de África. En 1898 los franceses ocuparon la población de Fashoda (Sudán). Los británicos se dirigieron hacia allí para expulsarlos. Los franceses se negaron a retirarse y los británicos sitiaron la zona. La crisis se resolvió cuando, ante la amenaza británica de iniciar una guerra, el Gobierno francés dio a su ejército la orden de abandonar el lugar.