El matrimonio de Isabel y Fernando tiene lugar en 1469, cuando ambos eran herederos. La uníón de Castilla y Aragón es una uníón dinástica, cada reino conserva sus instituciones, leyes, monedas, lengua o costumbres. Fernando e Isabel dieron un gobierno unificado. La uníón de las coronas era personal, no institucional. Su primera labor fue solucionar un problema en Castilla; a la muerte del rey
Enrique IV, se inicia un conflicto sucesorio entre los partidarios de la supuesta hija de Enrique IV, Juana “La Beltraneja”, e Isabel, apoyada por Aragón. El conflicto terminó con la firma de la paz de Alcaçobas, por la que Portugal reconocía a Isabel como reina de Castilla a cambio del control de la ruta africana hacia las Indias. Una vez terminada la Guerra Civil, se inició la gran tarea de los Reyes Católicos, hacer un estado cohesionado política y religiosamente. La uníón dinástica de Aragón y Castilla tuvo a esta última como socio dominador debido a una serie de circunstancias: desde el punto de vista geográfico, Castilla tenía la ventaja de su posición central; el territorio de Castilla en la Península era tres veces el de Aragón; y, una mayor demografía. La política interior se basa en:+Completar el proceso de unificación territorial y religiosa. +Reforzamiento del poder real frente a los privilegios con los que contaba la nobleza. La unificación territorial supónía primero conquistar el reino nazarita de Granada, dando fin a la Reconquista. La guerra se inició en 1482 y terminó en 1492. El segundo paso fue la anexión de Navarra, territorio que se disputaban los RRCC y Francia. Se realizó en 1512, aunque Navarra siguió conservando sus instituciones o fueros como corresponde a una uníón dinástica. En el caso de Portugal, se procuró el acercamiento a través de enlaces matrimoniales. La unificación religiosa completaba la unificación territorial; el concepto de estado moderno en esta época no es solo político sino también religioso. Implicaba la expulsión de las minorías religiosas (judíos y musulmanes). La expulsión de los judíos se aprobó en 1492. Los judíos que no aceptaron la conversión abandonaron España, son los judíos sefarditas. Los musulmanes (mudéjares) fueron obligados a convertirse a partir de 1502 en Castilla y 1526 en Aragón. Los que se convirtieron se denominaron moriscos, quienes a su vez serían expulsados de España en el futuro, en 1609. La Inquisición, tribunal religioso controlado por la monarquía se encargaría de vigilar el cumplimiento de la ortodoxia religiosa y la veracidad de las conversiones al cristianismo. El reforzamiento del poder real (monarquía autoritaria) supónía introducir cambios necesarios para eliminar la competencia de la nobleza. En las Cortes de Toro de 1505 se aprobó el mayorazgo, institución que garantizaba el poderío social y económico de la nobleza a cambio de su renuncia a competir por el poder político. Junto con esta medida, el estado se dotó de instituciones como un ejército permanente o la generalización del l cargo de corregidor. Las Cortes de Castilla perdieron poco a poco protagonismo en beneficio de los reyes, mientras en Aragón se establecíó la figura del virrey. La política exterior de los RRCC se basa en tres premisas básicas: +Mantener y potenciar los intereses de Castilla hacia el Atlántico, y los de Aragón hacia el Mediterráneo. Consecuencias revolucionarias tuvo el descubrimiento de América en 1492, vinculado a la Corona de Castilla, y que se originó por la necesidad de controlar la ruta de las Indias. El tratado de Alcaçobas dejó fuera de control la ruta africana. Por este motivo, cuando Colón propuso su plan a Isabel, ésta aceptó. Los posibles conflictos que pudieran derivarse de este descubrimiento, se paliaron mediante el Tratado de Tordesillas, firmado en 1494 entre España y Portugal, que consolidaba un reparto en las zonas de navegación y conquista del Océano Atlántico, mediante un meridiano separador que evitase futuros conflictos. América se convertiría en un espacio estratégico de la política española y en la base económica de la conversión de España en máxima potencia internacional. Una hábil política matrimonial de los RRCC, potenciando así las relaciones de amistad con países como Inglaterra, Portugal o el Imperio alemán. Política de freno a los intereses musulmanes, conquistando distintas ciudades en la costa mediterránea, como Trípoli, Orán o Melilla. Isabel fallece en 1504, momento en que Fernando pasa a ser únicamente rey de Aragón, mientras su hija, Juana la Loca, ocupa el trono castellano en compañía de su marido Felipe. Éste muere en 1506 y Juana se declara incapaz, lo que obliga a Fernando a ser nombrado regente del Reino hasta su muerte, en el año 1516. Es el momento en el que hace aparición Carlos I, y se asienta en España la casa de Austria.
El reinado de Carlos I
En 1517, Carlos I (1500-1556, Carlos V en Alemania) embarca hacia España con el fin de conocer y presentarse en los reinos heredados en la península. Era hijo de Juana la Loca y de Felipe el Hermoso. Concentró, así, en sus manos una enorme herencia. De su madre recibíó Castilla (con la posterior expansión americana), Aragón (con su expansión mediterránea) y Navarra. De su padre recibíó enormes territorios en el centro de Europa; el Franco Condado y los Países Bajos, así como posesiones en Alemania y Austria que lo convertían en Emperador. Todo este legado era un conjunto de territorios que se hallaban dispersos por el mapa europeo y extraeuropeo, y que sólo tenían en común a su monarca. Estos elementos de desuníón se trataron de contrarrestar mediante una política integradora que perseguía dos objetivos fundamentales: mantenimiento de la unidad religiosa en torno al catolicismo (lo que supuso el enfrentamiento con el poder musulmán de los turcos y con el de los cristianos protestantes) y la idea de Monarquía universal, entendida como el gobierno de un rey protector de toda la Cristiandad, o parte de ella, (aunque se ejerciese sobre unos territorios heterodoxos en su lengua, moneda, tradiciones…). Esta política llevó a España a mantener un escenario de guerra casi constante en Europa. Carlos I prestó más atención a defender su herencia familiar de la casa Habsburgo en Europa que a desarrollar una política que respondiera a los intereses peninsulares. Este tipo de política pronto encontró conflictos representados en las revueltas en Castilla (Comuneros), Aragón (Germánías) y Navarra. En Castilla se producen movimientos de rechazo frente a un rey al que consideraban extranjero, que apenas sabía hablar español, y de quien se temía que, como finalmente ocurríó, impulsara una política más dinástica que defensora de los propios intereses del reino castellano. Este rechazo a la previsible política del rey es la causa de fondo de la rebelión de las Comunidades (1520-1522). La revuelta de las Comunidades tiene lugar en Castilla y está protagonizada por las ciudades, capitaneadas por Toledo. Es un movimiento a la vez político (rechazo a la política del rey) y social, pues los comuneros eran miembros de las capas medias de la sociedad, en rebelión contra la aristocracia terrateniente y sus aliados (se define, en ocasiones, como uno de los primeros movimientos burgueses de la Historia). Buscaron el apoyo de Juana la Loca, pidiendo que encabezase su rebelión, algo que no consiguieron.
Los comuneros reclamaban la protección de la industria textil, muy perjudicada por la exportación de lana con destino a los Países Bajos, el respeto a las leyes del reino, y una mayor participación en política. En poco tiempo la revuelta se extendíó y adquiríó un carácter antiseñorial. Esto facilitó la alianza de la nobleza con el rey. En 1521, los comuneros eran definitivamente derrotados en la batalla de Villalar. Sus líderes, Bravo, Padilla y Maldonado fueron ajusticiados. Paralelamente, en Aragón estalla un movimiento que, a diferencia de las Comunidades castellanas carece de contenido político, las Germánías. Las Germánías fueron una revuelta de artesanos, pequeña burguésía y campesinos contra la oligarquía ciudadana, la nobleza, y el alto clero. Pedían la democratización de los cargos municipales, una mejora en los arrendamientos de los campesinos, y la protección del monarca frente a los abusos de los poderosos. Buscaron, en un principio el apoyo de Germana de Foix, segunda mujer de Fernando el Católico, pero Carlos I se alió con la nobleza y los agermanados fueron derrotados. Navarra, aprovechando el contexto de rebelión comunera en Castilla, consigue momentáneamente su independencia, apoyada por Francia. Poco después fue de nuevo ocupada por las tropas del rey. Los problemas externos a la Península también fueron numerosos. En Europa, la situación era muy tensa, destacando tres frentes; se acababa de producir la rebelión religiosa y política de los protestantes en Europa central, Francia aspiraba al dominio de Italia (El Milanesado), y el Mediterráneo se veía amenazado por los turcos.
El enfrentamiento contra los protestantes se trataba de un problema religioso y nacional a la vez, puesto que los príncipes alemanes adoptaron el protestantismo como
una forma de rechazo hacia el poder casi universal del Emperador. Carlos I consiguió 30 derrotarlos en Muhlberg (1547), pero no pudo acabar con el problema. Tampoco la reacción de la Iglesia Católica ante el avance protestante, con la Contrarreforma y el Concilio de Trento (intentando profundizar en asuntos religiosos, renovando así a la Iglesia, debilitada por el avance protestante) fue suficiente, de tal forma que la Paz de Ausburgo (1555) acabó por dar libertad a los príncipes alemanes para que decidieran la religión de sus súbditos. Francia se convierte, con su rey Francisco I, en una enemiga del Emperador. Sostuvo cuatro guerras contra Carlos I (por el Milanesado, ayuda a Navarra, Borgoña…), provocando un enorme desgaste en ambos contendientes. Hay que destacar que la concentración de títulos por Carlos I había colocado a Francia en una posición geopolítica muy complicada (sus territorios estaban rodeados por los del monarca Habsburgo). El tercer foco conflictivo, el Imperio otomano, incluso llego a amenazar Austria; en 1526 (batalla de Mohacs), los turcos se apoderaron de Buda, capital de Hungría. La contribución española en la defensa del Danubio no fue grande, sin embargo, si lo fue en la defensa del Mediterráneo, donde se encontraban directamente amenazados los intereses españoles. La derrota de Argel frente a Barbarroja fue una de las mayores catástrofes en la carrera militar de Carlos I. Por otra parte, hay que mencionar la importancia que adquieren las tierras americanas. Durante el reinado de Carlos I tiene lugar la fase más importante de la ocupación de América. Las grandes conquistas que se realizaron entre 1519 y 1550 en América, aumentaron en gran medida la extensión del territorio de Carlos I. Además, se fueron creando las bases para aprovechar las riquezas provenientes de América en beneficio de la política imperial. La primera fase la llevó a cabo Hernán Cortés que conquistó México a los aztecas. La segunda fase la realizaron Francisco Pizarro y Diego de Almagro en la zona comprendida entre Ecuador, Perú, y Bolivia. Estos territorios, que pertenecían al Imperio inca, fueron así incorporados a la corona de Carlos I. La tercera fase de la conquista se centró en la parte norte de las actuales Argentina y Uruguay. El Imperio español se organizó a través de unas estructuras políticas y administrativas que permanecieron vigentes hasta el S.XIX, época en la que tiene lugar los procesos de independencia. Los nuevos territorios fueron incorporados a Castilla. Para la gestión de los territorios se creó en 1503 el Consejo de Indias; de él dependía la Casa de Contratación, cuya función era controlar todo lo relativo a la explotación de los nuevos territorios y regular el monopolio (mirar figura 6). Todo ello con sede en Sevilla. La administración política de los territorios americanos fue una copia de la de Castilla. A nivel municipal se instauraron los cabildos, formados sólo por españoles. La administración se completaba con virreinatos, que en un principio fueron dos, el virreinato de Nueva España (Centroamérica y América del Norte) y el virreinato de Perú. Las funciones judiciales dependían de las Audiencias. En 1556 Carlos I, visiblemente agotado y enfermo, abdicaba en su hijo Felipe II, y se retiraba a morir al Monasterio de Yuste (Cáceres).
El reinado de Felipe II
Felipe II (1556-1598), a diferencia de su padre, fue un monarca dedicado por entero a las cuestiones de su reino. Sus viajes fueron escasos, no abandonó prácticamente nunca la Península, y fijó la capital en Madrid (1561), del mismo modo que inició la construcción del Palacio-Basílica-Monasterio-Panteón Real de El Escorial. Fue monarca de un inmenso Imperio. Austria-Hungría se perdíó, pasando a manos del hermano de Carlos, Fernando, pero Felipe II añadió a sus posesiones Portugal y todo su Imperio colonial (unas tierras americanas cada vez más exploradas y mejor explotadas, a las que ahora se añaden territorios en el Pacífico como las Islas Filipinas, llamadas así en homenaje a este monarca). España se convierte en la primera potencia de Europa; sus dominios eran tan grandes que, se decía, “no se ponía el sol”. El Imperio de Felipe II cambia en carácter. Menos internacional que el de Carlos I, era más sólido y apoyado firmemente en la Península, y esencialmente español. Felipe II fue ante todo y sobre todo, rey de España. En política interior uno de los problemas más graves fue la revuelta de las Alpujarras en 1568 (los moriscos se oponen a la eliminación de particularismos étnico- religiosos). El problema de los moriscos se incrementó en esta época dado el poder que entonces tenían los turcos en el Mediterráneo. Después de ser derrotados (de nuevo con tropas al mando de Don Juan de Austria), los moriscos fueron deportados a otras zonas de Castilla, la deportación tenía como objetivo favorecer su integración y a largo plazo, su total asimilación. No obtuvo los resultados deseados y finalmente, Felipe III decretó su expulsión en 1609. Felipe II continuó con la misma idea de su padre de protección del catolicismo y de la defensa del patrimonio de los Habsburgo, a lo que ahora se añade la defensa del monopolio del comercio americano, cada vez más poderoso. De esta forma, continúa el conflicto con los protestantes, turcos y franceses, a los que ahora se añaden los ingleses. Por otra parte, la política matrimonial, iniciada desde los Reyes Católicos tiene ahora una de sus consecuencias positivas en el nombramiento de Felipe II como rey de Portugal (1580). La guerra en los Países Bajos fue el mayor problema de Felipe II. Al igual que había sucedido en Alemania, es un conflicto donde se mezclan sentimientos religiosos (protestantes) y nacionalistas (anhelo independentista de estos territorios). El conflicto no se soluciónó y la Provincias Unidas (actual Holanda) mantendrían el enfrentamiento hasta conseguir su independencia. Felipe II apoyó decididamente al Papado en su lucha contra el protestantismo y España fue uno de los principales impulsores de las reformas iniciadas con el Concilio de Trento y la Contrarreforma. Más éxito tuvo la guerra contra los turcos; en 1571 se lograba la importante victoria de Lepanto, con un ejército dirigido por Don Juan de Austria (hijo bastardo de Carlos I), desde su conocida La Galera, la embarcación de guerra más grande del momento.El conflicto con Francia derivaba de la posición geográfica de Francia, rodeada de posesiones de los Habsburgo. El monasterio del El Escorial se construyó para conmemorar la batalla d S. Quintín (1557) contra los franceses. Con Inglaterra, el principal motivo de enfrentamiento fue el constante deseo de los ingleses de romper el monopolio español en América, empleando medios como la piratería. Felipe II, harto del ataque a las naves españolas que regresaban de América, decidíó en 1558 invadir Inglaterra con la Armada Invencible, proyecto que fracasó estrepitosamente. Felipe II fallecíó en el año 1598 y fue sepultado en el Monasterio de El Escorial que él había mandado construir. Su sucesor, Felipe III inicia la segunda parte del reinado de los Habsburgo en España; conocidos como Los Austrias Menores.