Bases del Nacionalismo Vasco a)
Amplia mitología
Con los mitos tratan de justificar una realidad política, social y económica, que a falta de éstos encontraría poca apoyatura. Así, por ejemplo, el mito sobre la batalla de Arrigorriaga o de Túbal y Aitor b)
El Romanticismo de fines del Siglo XIX, con la exaltación de las sensaciones, ayudó a crear un nuevo mito que añadir a los anteriores, el de la paz y la tranquilidad de la sociedad rural vasca, base de su actividad económica y elemento a mantener de manera indisoluble con la propia especificidad vasca, obviando situaciones que ya se estaban produciendo en Europa y, con posterioridad y de modo menos intenso, en el territorio vasco:
La segunda Revolución Industrial y el proceso de renovación de la economía que en el País Vasco, como en el resto de España, tuvo lugar en el último cuarto del Siglo XIX. C) El cúmulo de tradiciones vascas que surgieron de los mitos, y la singularidad jurídica y económica de la que disfrutaba la población de los territorios vascos, unido a las concepciones religiosas que derivan de aquellas, hacen entendible que los vascos mayoritariamente, aunque no de manera exclusiva, asumieran como propios los planteamientos del tradicionalismo, representados por el partido carlista, posiciónándose, en las guerras entre éstos y los liberales, en el bando más reaccionario. No podía ser de otra forma si tenemos en cuenta que las tesis asumidas por el partido carlista tienen como elemento central la defensa de la iglesia católica, en tanto que representante legítima de Dios en la Tierra, y la defensa de las particularidades de los territorios, en aras de una no intervención del estado en los asuntos de éstos, elementos que, como ya se han visto anteriormente, están en el centro del ser vasco.
Contextualización
El nacionalismo del País Vasco surgíó en una situación de defensa de los fueros. En 1876 (finalización de la III Guerra Carlista) se abolen los Fueros. Este hecho provoca dos tipos de reacciones en la sociedad. Una consistía en asumir la ley y sacarle provecho a la nueva situación utilizando el Concierto económico y la otra luchar por los fueros, puesto que no estaban de acuerdo con su eliminación. Sus defensores, en términos generales, eran perdedores de la guerra o aquellos que preferían la sociedad agrícola en lugar de una sociedad industrial. Eran considerados como buenos vascos. Junto a esta situación se da el desarrollo del proceso industrializador, es decir, el despegue de las fábricas, el inicio la Banca, el desarrollo de las ciudades y, sobre todo, la llegada importante de mano de obra de los territorios vecinos. Esta situación comienza a verse (sobre todo en Bizkaia) como una amenaza para el mantenimiento de la cultura bizkaina (y, por extensión, de la vasca). Esta corriente defensora de las “raíces” vascas recibirá el nombre de tradicionalismo.
La ideología de Sabino Arana
Sabino Arana (de familia carlista) es el impulsor del nacionalismo vasco. Su punto de partida era la distinción de la cultura, raza, etc, del bizkaino respecto al español (maketo) y la necesidad de recuperar los fueros y regresar a la antigua situación (la ley vieja). Se resume en el lema “Jaungoikoa eta Lege Zaharra”. Para ello no había otro camino que romper la relación con España. Habrá que señalar, no obstante, que en su “testamento vital” abogará por una línea más moderada y próxima al autonomismo. Es el llamado “giro sabiniano” que provocará, en años posteriores, una permanente división en las filas sabinianas. Oficialmente el 31 de Julio de 1895 se crea el Partido Nacionalista Vasco con una aceptación poco significativa entre la burguésía. Esta situación llevó a la división de este partido en independentistas y posibilistas. Los primeros abogan por cortar la relación con España. Sus líderes son: Sabino Arana, Luis Arana y Eli Gallastegui. Fundan la revista “Aberri”. En cuanto a la tendencia posibilista, su objetivo era buscar una autonomía progresiva. Su líder es Ramón de la Sota (antiguo fuerista y adinerado burgués gracias a sus negocios navieros) que, a la muerte de Sabino Arana se hará, momentáneamente, con el poder. Fundan el diario “Euskadi”.
Tras la muerte de Sabino Arana
En 1906, tras la muerte de Sabino Arana, se hace la primera asamblea del PNV y en ella se da cuenta de todos los trabajos reealizados hasta el momento, como por ejemplo: la fundación de las dos revistas, la creación de los batzokis y la fundación de Eusko Gaztedi (1904). Un año después de la asamblea el partido se encuentra bajo el mando de Ángel Zabala (líder posibilista) que impone la línea autonomista. Esta “deriva” supone la expulsión de Luis Arana en 1916 y el cambio de nombre: Comunión Nacionalista Vasca (CNV). Con ello, el nacionalismo vasco se consolida como un nacionalismo burgués que aspira a conseguir una autonomía dentro del Estado Español e impulsar los valores modernos de la industrialización, totalmente agenos al mundo rural y agrícola. La tendencia independentista, no obstante, no desaparece y permanece liderada por Eli Gallastegui. Defendía los valores independentistas de Sabino mediante su revista “Aberri”. En 1921 fue expulsado de la CNV y, unido a Luis Arana, fundó un nuevo partido, llamado EAJ, de carácter independentista. Cuando comienza la dictadura de Primo de Rivera en 1930, los dos grupos se unirán bajo el nombre EAJ-PNV.