2. SOCIEDAD Y ECONOMÍA DURANTE EL FRANQUISMO
2.1 Evolución social y económica durante el Primer Franquismo (1939-1959): de la “Autarquía” al “Desarrollismo”
Desde el punto de vista social, la Guerra Civil dejó devastado el país y hasta mediados de los años 50 se vivíó en condiciones de gran dureza, donde la necesidad y el hambre fueron generalizadas por la escasa producción agrícola, la falta de dinero y trabajo y el boicot internacional. Esta situación comenzó a cambiar a partir de los años 50, con la recuperación de los campos y la llegada de ayuda del exterior. Precisamente durante esta década destacó el importante trasvase de población que se produjo desde el campo a los núcleos urbanos, sobre todo los centros industriales periféricos , en los que se esperaba mejorar las condiciones de vida. Fueron los inicios del llamado “éxodo rural”, cuyas consecuencias fueron el despoblamiento del campo y el fenómeno del chabolismo en las grandes ciudades. Este fenómeno influyó también en la estructura ocupacional de este periodo, donde el sector primario disminuyó hasta el 40% de la población activa, aumentando el porcentaje en el sector secundario y terciario. Aun así España siguió siendo un país mayoritariamente agrario y atrasado, con una organización social que apenas tuvo cambios considerables, y en la que existieron dos grandes grupos: una minoría rica formada por la oligarquía agraria, industrial y financiera; y una gran mayoría de la población rural y urbana, con un bajo nivel de renta. La clase media tradicional fue un grupo reducido durante estos años. Otro de los rasgos que caracterizaron el primer franquismo a nivel social, fue la pervivencia de una mentalidad tradicional y autoritaria, que mucho tuvo que ver con la idea de revancha de los que habían vencido en la guerra.
De este modo, militares y falangistas impusieron una nueva concepción de vida, con unos valores ultraconservadores establecidos a través de varios principios: la moral católica, la obediencia a cualquier superior en jerarquía y la división estricta de funciones según el sexo. Además, la política social durante el primer franquismo se apoyó en los postulados del “nacional-sindicalismo” o ideología social de la Falange, basada en una fuerte intervención del Estado en las relaciones de los empresarios-trabajadores y en un control de los derechos y obligaciones de los trabajadores. Los aspectos básicos de la política social fueron: La supresión de los sindicatos obreros y la creación de sindicatos únicos por cada rama de producción, que reunían tanto a empresarios como a trabajadores y eran controlados por el gobierno. El establecimiento de salarios mínimos por parte del gobierno en cada rama de producción para empresarios y obreros. La ilegalización de las huelgas.
La creación de una legislación social, en la que destacó desde 1943 la elaboración de un sistema de seguridad social que incluía un seguro en caso de enfermedad, pensiones, accidentes, paro, invalidez o maternidad
La política económica española de los años cuarenta y cincuenta estuvo condicionada por la situación interior y por las circunstancias exteriores. La Guerra Civil trajo consigo una gran devastación y costes económicos elevados. Estos efectos tuvieron como resultado la reducción de la producción agrícola e industrial y el descenso de la renta nacional per cápita, que hicieron necesaria una reconstrucción del país tras la guerra. El problema fue que el estallido de la II Guerra Mundial en 1939 y el posterior aislamiento al régimen franquista por las naciones democráticas, obligaron al gobierno a adoptar un conjunto de medidas económicas de carácter intervencionista y autárquicas, que hicieron que España viviera una larga posguerra que se prolongó durante 20 años, en los que se produjo un estancamiento económico generalizado.
A) La autarquía económica (1939-1950)
Los objetivos de la autarquía consistieron en prescindir de todos los intercambios comerciales con el exterior, garantizar el pleno autoabastecimiento industrial y agrario del país, y producir todo lo necesario, dentro de las propias fronteras, para evitar cualquier dependencia exterior. Para ello la totalidad de la producción pasó a ser controlada por el Estado, que a través de leyes y decretos, tomó una serie de medidas autárquicas.Entre las más importantes que se tomaron destacaron: La organización de la producción, comercialización y distribución de los cereales a través del Servicio Nacional del Trigo (1937)
, en el que todos los agricultores debían vender su cosecha a este organismo, el cual fijaba los precios de compra y vendía grano para la harina)
Creación del Instituto Nacional de Colonización, para devolver las tierras expropiadas y planificar las zonas de regadío y asentamiento de los colonos.Esther Mayo 57 Implantación de un sistema de racionamiento de productos de consumo de primera necesidad para evitar el hambre. Se trataba de garantizar el abastecimiento de la población e impedir la subida de los precios. Promulgación de la Ley de Protección y Fomento y de Ordenación y Defensa de la Industria Nacional, que obligó a todas las industrias a solicitar permisos al Estado para producir, exportar o importar.
Creación de I.N.I
(Instituto Nacional de Industria, 1941) para impulsar la industrialización del país con un grupo de empresas estatales, capital público y gestión por parte del gobierno. Este instituto promovíó y participó en empresas como ENDESA, SEAT, ENSIDESA, entre otros. Creación de RENFE (1941) con la nacionalización de todas las redes de FF.CC. Peninsulares.
B) Apertura y crecimiento económico moderado (1951-1959)
Desde el año 1951 y gracias a la llegada de la ayuda americana y el fin del aislamiento internacional, el régimen no abandonó del todo la autarquía, pero sí que suprimíó algunas medidas intervencionistas. Se impulsó una mayor liberalización del comercio y de los precios, y se suprimieron las cartillas de racionamiento. En la industria hubo una mayor flexibilización en determinados precios.A todo ello se sumaron unas mejoras salariales que a su vez incrementaron la demanda interior de productos. Con la entrada en el gobierno de tecnócratas del Opus Dei como López Rodó (1957)
se promovíó una mayor integración española en la economía internacional, de tal forma que España ingresó en la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Todo esto motivó una etapa de crecimiento económico moderado, sin embargo en un principio no todo fueron ventajas, ya que al aumentar los salarios, aumentó la inflación y el pago de importaciones, que afectaron a las reservas de divisas del Estado. Desde comienzos de la década de 1950, la autarquía económica carácterística de la primera fase del franquismo se hizo cada vez más insostenible, y manifestó graves Esther Mayo 58 muestras de descomposición. Ya desde el año 1951 se trató de revisar moderadamente el intervencionismo comercial, tomando algunas medidas como la supresión del racionamiento, el decreto que establecía la libertad de precios, comercio y circulación de los productos alimenticios, o la subida de los salarios, entre otros. La llegada de la ayuda económica norteamericana pronto dejó huella en el sector industrial, que comenzó a disponer de materias primas y suministros necesarios para mejorar su capacidad productiva. A partir de 1950 se abríó un periodo de crecimiento industrial muy intenso, aunque no por ello España dejó de ser un país predominantemente agrario.
2.2 Evolución económica y social durante el Segundo Franquismo (1959-1975)
En 1957 tomaron las riendas de la política económica española un grupo de políticos formados en economía y derecho administrativo, los cuales llevaron a cabo unas medidas liberalizadoras que posibilitaron una transformación del sistema productivo.Desde entonces se comenzaron a liquidar los ideales económicos de la Falange y se inició una era de desarrollo económico, que supuso un incremento del nivel de vida de los españoles. Por fin el régimen se decidíó a liberalizar la economía española y para ello se elaboró un Plan de Estabilización, que se puso en marcha en Julio de 1959, con el que se puso fin a la autarquía y se integró a España en el mercado internacional.
A) El Plan de Estabilización Económica (1959)
La puesta en marcha del Plan supuso un verdadero sacrificio para los españoles, ya que para cumplir los objetivos marcados se recortó el gasto público, se restringíó el crédito, se congelaron los salarios, se limitaron las horas extras y se devaluó la peseta.Además el plan levantó los aranceles y permitíó las inversiones de capital extranjero. También se abordó una reforma fiscal, que aumentó los ingresos ordinarios del Estado. El problema del Plan es que supuso un alto coste, sobre todo para muchos trabajadores,
cuyas condiciones de vida empeoraron inicialmente por el aumento de algunos impuestos, el incremento del paro, la reducción de horas trabajadas, y una mayor emigración a las regiones industriales de la periferia o búsqueda de trabajo en el extranjero. Para paliar los efectos negativos de este Plan, los EE.UU., el FMI (Fondo Monetario Internacional) y la Banca privada, concedieron importantes créditos a España. No obstante, las medidas puestas en marcha durante 1960 favorecieron la expansión, y constituyeron el inicio de un periodo de crecimiento caracterizado por la puesta en marcha de una serie de planes de desarrollo.
B) Los Planes de Desarrollo (década de 1960)
A comienzos de la década de 1960, las buenas condiciones para llevar a cabo el impulso económico terminaron de convencer a Franco y a Carrero Blanco, inaugurándose una etapa de ideología desarrollista. Entre 1962 y 1975 se pusieron en marcha tres Planes de Desarrollo, de duración cuatrienal, que marcaron el camino a seguir por España para abandonar sus niveles de subdesarrollo, y unirse al grupo de privilegiados mundiales. El cerebro de estos planes fue López Rodó, que junto a otros tecnócratas del Gobierno buscaron el crecimiento del producto nacional, el pleno Esther Mayo 59 empleo, el mejor reparto de la renta y la integración progresiva de España en la economía mundial. Los planes se centraron en la industria, que vivíó un gran crecimiento en los sectores del automóvil, siderurgia y químico. Su principal objetivo fue superar los fallos estructurales en general, pero también estimular la iniciativa privada con ventajas fiscales y crediticias, favoreciendo además a las zonas menos industrializadas con la creación de polos de desarrollo (Burgos, Huelva, Vigo, A Coruña, Valladolid, Zaragoza y Sevilla.) Sin embargo al final muchos de estos objetivos no se alcanzaron y no se redujeron los desequilibrios interregionales, debido a que se continuó invirtiendo en las zonas industriales tradicionales. Otro elemento contemplado en los planes, pero que también resultó insuficiente, fue el de la mejora del transporte ferroviario y por carretera, que también se dirigíó en su mayoría a las zonas más desarrolladas. También fallaron los canales de distribución y comercialización de productos, al igual que la creación de empleo, que fue escasa. A pesar de ello España tuvo en los años sesenta una de las tasas de crecimiento más altas del mundo y su producción industrial aumentó entre 1960 y 1973 en un 10%, sobre todo el sector del automóvil. El bienestar de los españoles también se incrementó notablemente. A todo este crecimiento contribuyó el turismo y las remesas que los emigrantes españoles enviaron desde el extranjero (divisas). Las inversiones de capital extranjero también facilitaron la compra de materias primas necesarias y las exportaciones trajeron divisas que luego se destinaron al desarrollo industrial. En resumen, España se convirtió en un país industrializado.C) La crisis económica de 1973
En el año 1972 se puso en marcha el Tercer Plan de desarrollo español, que fue interrumpido a finales de 1973 por la profunda crisis económica mundial, provocada por la subida de los precios del petróleo. En España esta crisis económica, que coincidíó con una etapa de incertidumbre política, presentó una especial gravedad y duración por varios motivos: La enorme dependencia energética exterior de nuestro país. La disminución del número de turistas y la consiguiente caída de los ingresos que dejaban. El descenso de las exportaciones. La interrupción del flujo migratorio. La crisis afectó al sector siderúrgico, a la industria textil y del calzado, al sector naviero, así como a la construcción y a la banca. Sus principales efectos sobre la economía nacional fueron el descenso del crecimiento del PIB, el incremento de las tasas de paro, el rápido aumento de la inflación, el empeoramiento del déficit público presupuestario, el crecimiento del déficit exterior y la caída de las inversiones. Con el desarrollo económico se transformaron los hábitos y mentalidades de los españoles, y España pasó de ser un país mayoritariamente agrario a uno urbano, industrializado y más abierto. Se produjo también una mejora del nivel de vida, unida a la situación económica, que fomentó el consumismo y el acceso a los servicios sociales básicos (sanidad y educación) Poco a poco la mujer se fue incorporando al mundo laboral y el número de estudiantes crecíó junto con la cultura.Uno de los elementos que caracterizó a la población española durante este periodo fue el proceso migratorio, que durante esta etapa tomó dos caminos diferentes: uno interior, favorecido por el régimen hacia las zonas industriales periféricas; y otro exterior, hacia Europa occidental, que además supuso una importante válvula de escape para el régimen. El proceso migratorio trajo como consecuencias la despoblación de las zonas rurales y el gran crecimiento urbanístico de las ciudades. El crecimiento económico provocó además un aumento de la clase media urbana, que se convirtió en la auténtica protagonista de esta etapa, y la sociedad española se volvíó más diversificada y dinámica. El número de jornaleros agrarios bajó considerablemente a raíz de la emigración frente a un gran aumento de los obreros industriales y trabajadores de servicios. La clase alta por su parte, siguió estando integrada por los grandes propietarios agrícolas y la élite administrativa y militar, a la que ahora se sumó la burguésía industrial y la aristocracia financiera.
3. LA REPRESIÓN Y LA OPOSICIÓN POLÍTICA AL RÉGIMEN FRANQUISTA
3.1 La represión y la oposición política al Franquismo entre 1939-1959
Ya en la fase final de la guerra, fueron muchos los republicanos que empezaron a abandonar España para evitar las represalias de los vencedores.Francia se convirtió en el principal destino del exilio, aunque algunos también consiguieron marcharse al norte de África.
Con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), muchos exiliados pudieron regresar acogíéndose a un indulto limitado, pero todavía hubo españoles que aprovecharon el conflicto internacional para escapar y unirse a la resistencia francesa, luchando contra el nazismo.
Otros en cambio emigraron rumbo a Sudamérica, destacando sobre todo el esfuerzo de México, que acogíó a todos los exiliados que pudo. Precisamente aquí se asentó la colonia más importante de políticos e intelectuales, los cuales mantuvieron viva durante muchos años la actividad de la Segunda República desde el exilio, confiando en que la victoria de los países democráticos tras la II Guerra Mundial acabaría con el régimen de Franco. En cuanto a los que decidieron quedarse en España, la situación no fue nada fácil y sufrieron una dura represión.
Ya en Febrero de 1939 se publicó la Ley de Responsabilidades Políticas, en la que los vencidos en la guerra ni cabían ni eran admitidos en la “nueva España”. El número de presos fue muy elevado, la mayoría de ellos militares o soldados republicanos. Se improvisaron cárceles especiales para dar cabida a todos ellos, en unas condiciones humillantes y precarias donde la tortura, los apaleamientos y las muertes, estuvieron a la orden del día. Muchos prisioneros fueron ejecutados, otros quedaron libres provisionalmente, en general cualquiera que hubiera tenido contacto con la república fue considerado peligroso y rápidamente se le apartó de toda responsabilidad pública (funcionarios, intelectuales, profesores universitarios, maestros o profesores de instituto). Aun así todavía existieron diversos grupos que no quisieron rendirse, o que desde el exilio llevaron a cabo una oposición al régimen franquista, que carecíó durante esta etapa de organización por las condiciones de clandestinidad y el fuerte control militar y policial. Desde el año 1943, los grupos monárquicos, cuya base social fueron la nobleza y la alta burguésía, practicaron una oposición basada en la conspiración. El momento más difícil se produjo cuando un grupo de tenientes generales dirigieron una carta colectiva a Franco, en la que le pidieron la restauración de la monarquía. En el año 1945 Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII, hizo público en Lausana (Suiza)
un manifiesto en el que solicitó a Franco su retirada para restaurar la monarquía en su persona. Sin embargo a pesar de todo, Franco consiguió neutralizar esta oposición aplazando sus decisiones, desplazando a sus compañeros de armas, y promulgando la Ley de Sucesión de 1947 en la que España se constituyó en monarquía (sin rey, de momento).
Entre 1945 y 1952 destacó la acción de los maquis o guerrilla, que se constituyeron a partir de dos grupos diferentes. El primero de ellos se formó a partir de núcleos que subsistieron en determinadas zonas de montaña de España, desde finales de la Guerra Civil. Su objetivo fue continuar la guerra, que no dieron por acabada, esperando el momento oportuno que permitiera una ofensiva exterior contra la dictadura. El segundo grupo lo constituyeron las unidades que habían luchado victoriosamente contra los alemanes en Francia, que intentaron trasplantar aquella experiencia a España. Su acción más espectacular fue el intento de entrar en España por el Valle de Arán (Lérida), para restablecer allí la república en Octubre de 1934 y desde ese enclave “reconquistar” el resto del territorio español. El aislamiento entre los diferentes grupos de guerrilleros, la represión militar y de la Guardia Civil, así como el recuerdo de la guerra, experiencia que la población civil no quería repetir explican el fracaso. Además no hay que olvidar que en 1948 el PCE renunció a la lucha guerrillera. Al final la guerrilla acabó fracasando por la falta de apoyo de las potencias aliadas, la población civil y la escasez de armamento. Además el maquis dio más fuerza al régimen, que se presentó como modelo de estabilidad frente al peligro de otra Guerra Civil. En el interior de España y con el final de la guerra, destacó también la actividad clandestina de pequeños grupos del PCE, del PSOE y de la CNT que nunca se interrumpíó, como así lo demostraron los continuos encarcelamientos y ejecuciones de militantes de estas formaciones. No obstante, su presión aumentó sobre el régimen en algunas protestas como las huelgas en Cataluña de 1945 y en el País Vasco de 1947, pero disminuyó durante la década de 1950.
En el exilio los partidos políticos se dieron cuenta de la imposibilidad de derrocar a Franco mediante la vía guerrillera, creando desde entonces redes de actuación interna. Mediante estas, muchos de sus integrantes asumieron nuevas tareas y se introdujeron en ámbitos universitarios, sindicales y laborales. Esto se dio sobre todo en la década de 1950, donde la oposición interior sufríó varios cambios y sus actuaciones se impulsaron desde las universidades (SEU) y en el seno de los sindicatos franquistas. Las acciones más frecuentes de la oposición fueron las convocatorias de huelga, a pesar de ser ilegales, y en las que se reivindicaron mejoras económicas. La huelga que más eco tuvo fue la de los usuarios de los tranvías en Barcelona (1951). Entre 1956 y 1958 se produjeron fuertes movilizaciones en las zonas industrializadas del país: Asturias y País Vasco. Precisamente en Asturias se empezaron a formar comisiones de trabajadores, que serán el embrión de las futuras CC.OO. (Comisiones Obreras).
3.2 La represión y la oposición política al Franquismo entre 1959-1975
A lo largo de la década de 1960 la oposición política al régimen franquista copó todos los sectores, ya que a la tradicional oposición de izquierdas, se le uníó ahora otra surgida dentro del propio régimen (sectores católicos y las nuevas generaciones que no vivieron la Guerra Civil.) Además el crecimiento económico no fortalecíó al régimen, y más bien lo fue desgastando poco a poco, destacando la importante labor que jugaron los partidos clandestinos y sus organizaciones sindicales en la movilización social. La oposición durante el segundo franquismo se manifestó con el Congreso de Múnich (1962)
, en el que varios grupos de la oposición política interior y del exilio, con la ausencia del PCE, se reunieron en esta ciudad y acordaron una serie de cambios políticos que España necesitaba efectuar para pedir con éxito la entrada en el Mercado Común Europeo. Al final lo que se elaboró fue una declaración a favor de la democracia y de condena al régimen, en el que se estimaron como requisitos la garantía efectiva de los derechos humanos, el reconocimiento de la personalidad de las comunidades naturales, las libertades sindicales y la posibilidad de organizar corrientes de opinión y partidos políticos. La respuesta de Franco fue enérgica, e hizo encarcelar o desterrar a los participantes en aquella reuníón en el momento que volvieron a España. A partir de mediados de la década de 1960 y principios de la de 1970, la oposición se fue fortaleciendo y las críticas al régimen se extendieron a toda la sociedad. La conspiración monárquica impulsada por personas vinculadas a Juan de Borbón continuó. La actuación del movimiento obrero, con huelgas, reuniones, asambleas y manifestaciones se hizo mucho más rotunda. Esta segunda fase estuvo también marcada por las acciones terroristas del FRAP, los GRAPO y de ETA, organización fundada por jóvenes nacionalistas vascos desde 1959. Pero lo más notable fue la aparición y extensión de nuevos grupos y colectivos sociales que demandaron libertades políticas: La nueva prensa, partidaria de la apertura política, difundíó ideas democráticas (por ejemplo el Diario de Madrid)
Colectivos profesionales de la universidad y colegios profesionales. Destacaron algunas protestas universitarias como la de 1965 o 1969, que obligaron a declarar el estado de excepción. Los estudiantes también se movilizaron y encontraron el apoyo de numerosos profesores que fueron expulsados de sus cátedras, como Tierno Galván. En general el aumento del Esther Mayo 63 número de estudiantes durante esta etapa, su mayor concienciación política, la ausencia de libertades y las pobres condiciones laborales del profesorado acabaron convirtiendo a la Universidad en un centro antifranquista. Parte de la Iglesia, que prestó apoyo a las movilizaciones sociales a través de organizaciones como la HOAC o la JOC
Creación de la UMD (Uníón Militar Democrática)
con oficiales militares que fueron partidarios de establecer la democracia. Fue también durante esta época cuando el PCE y, en menor medida, el PSOE, se configuraron como los partidos más importantes de la clandestinidad.
El partido con mayor base social fue el PCE, liderado por Santiago Carrillo, que estuvo presente en la mayor parte de los movimientos sociales como fuerza dirigente. Por su parte en el PSOE, un joven sevillano desconocido, Felipe González, accedíó en 1974 a la secretaría general del PSOE en un congreso celebrado en Suresnes (Francia).
Otros grupos políticos que formaron parte de la oposición fueron la Democracia Cristiana, que apenas tuvo una base social organizada, y los partidos nacionalistas vascos (PNV) y catalanes (CDC)
con gran arraigo en las clases medias. La Junta Democrática, institución unitaria de la oposición creada a iniciativa del PCE en el año 1974, y la Plataforma de Convergencia Democrática, instancia similar aglutinada en torno al PSOE en 1975, pusieron de manifiesto que la alianza antifranquista unía a diversas clases sociales. Sin abandonar las movilizaciones, la sociedad esperó la muerte del dictador para plantear las alternativas políticas que reimplantaran la democracia. Frente a esta oposición, el Estado respondíó con una dura represión, creando en el año 1963 el Tribunal de Orden Público (TOP).
La prensa internacional pronto se hizo eco de los numerosos consejos de guerra y las ejecuciones llevadas a cabo por el régimen franquista, como el fusilamiento del dirigente del PCE, Julián Grimau, el proceso de Burgos contra ETA o el proceso 1001 que juzgó a dirigentes de CCOO.
En Septiembre de 1975 tuvieron lugar las últimas ejecuciones llevadas a cabo por el franquismo.