Sociedad, Economía y Política en el Antiguo Régimen

El Antiguo Régimen: Características Políticas, Económicas y Sociales

La expresión Antiguo Régimen designa las formas de organización económica, política y social existentes en Europa desde la formación de los Estados modernos hasta la Edad Contemporánea. Se caracteriza por los siguientes rasgos:

Características del Antiguo Régimen

En lo político: Monarquía Absoluta

El origen del absolutismo monárquico se encuentra a fines del siglo XVI. En la monarquía absoluta, el poder del rey era considerado de origen divino, por lo que concentraba en su persona todos los poderes del Estado: la soberanía era, por lo tanto, atribuida a los monarcas. El poder del rey era absoluto, aunque no arbitrario, y estaba controlado por instituciones representativas del pueblo, como las Cortes. Durante el siglo XVII, en la mayoría de los países europeos se implantó un régimen absolutista. La monarquía se vio obligada a adoptar la forma del despotismo ilustrado, según el cual el rey era el primer servidor del Estado.

En lo social: Sociedad Estamental

Socialmente, el Antiguo Régimen era una sociedad estamental, esto es, dividida en estamentos o grupos con desigualdad jurídica entre ellos. Nobleza y clero constituían los estamentos privilegiados. El tercer estado, que incluía a la mayoría de la sociedad, era el estamento no privilegiado y sobre el que recaía el pago de los impuestos.

Nobleza

Tenía una función militar, poseía extensas propiedades de tierras y gozaba de importantes privilegios, como la exención de tributos y el ejercicio de la mayor parte de los cargos políticos, administrativos y militares del Estado. En su seno se distinguían la alta nobleza o aristocracia y la baja nobleza.

Estamento Eclesiástico

Estaba constituido por los miembros del clero, tanto secular como regular. Tenía también importantes propiedades territoriales y privilegios fiscales, así como una gran influencia cultural y política sobre la sociedad. Como en el caso de la nobleza, se divide en alto y bajo clero. En definitiva, tanto el clero como la nobleza acumulaban el poder económico, bien mediante el sistema de manos muertas, bien a través del señorío.

Tercer Estado

Era el grupo más numeroso y diverso. De él formaban parte comerciantes, burgueses y campesinos acomodados, pero también los grupos más humildes, como los artesanos modestos y campesinos de escasos recursos. Todos ellos tenían en común el hecho de carecer de los privilegios de los que disfrutaban los otros dos estamentos. El campesinado constituía el grupo más numeroso. En el ámbito urbano, tenía un creciente poder económico, pero carecía del político; de ahí que entre ellos el descontento fuera en aumento.

En lo económico: Economía de Base Agraria

La economía del Antiguo Régimen era tradicional y de base rural. Las actividades agrarias eran las más importantes. Se trataba de una agricultura tradicional, de baja productividad y con escasas innovaciones tecnológicas, de modo que gran parte de la población vivía al límite de la subsistencia y existían hambrunas constantes.

Actividades Industriales

La industria era artesanal, organizada en gremios. Estaba muy por debajo de la agricultura, tanto en número de trabajadores como en riqueza o prestigio social que generaba.

Actividades Comerciales

Los transportes terrestres eran lentos e ineficaces. Estas dificultades condicionaban el comercio. Era muy importante el comercio de ultramar, controlado por compañías privilegiadas.

Política Centralizadora de los Borbones

El Reinado de Felipe V

El inicio del siglo XVIII coincidió con la muerte de Carlos II, con el final de la dinastía de los Habsburgo y con el comienzo de una guerra por el trono de España. Al carecer de herederos Carlos II, dos candidatos se disputaban la corona de España: Felipe de Anjou y el archiduque Carlos de Austria. El candidato finalmente designado fue Felipe de Borbón, quien, tras el Tratado de Utrecht, fue reconocido como Felipe V, rey de España y de las Indias.

Los Decretos de Nueva Planta

La nueva dinastía borbónica introdujo en España una nueva forma de organización del Estado siguiendo el modelo ya establecido en Francia. Esta reforma se basaba en la centralización y la uniformidad. Esta nueva forma de gobierno se articuló mediante los denominados Decretos de Nueva Planta, que suprimieron el gobierno propio de los reinos derrotados en la Guerra de Sucesión. A partir de la promulgación de los Decretos de Nueva Planta, la organización política administrativa de todos los territorios españoles estaría basada en la de Castilla y se imponía la obligación del uso del castellano como lengua administrativa y jurídica. Los decretos derogaron instituciones como las Cortes de los distintos reinos, así como sus sistemas fiscales y monetarios propios. Se establecieron diversas formas de contribución según los territorios. Los virreinatos de la Corona de Aragón también fueron suprimidos. Las provincias vascas y Navarra conservaron sus instituciones.

La Nueva Administración Territorial

Con la llegada de los Borbones se produjo una profunda transformación de la administración territorial y local. Se creó un sistema basado en tres grandes pilares: los capitanes generales, los intendentes y los corregidores. Con Felipe V se inauguró en España el absolutismo monárquico. Una medida de gran importancia fue la implantación de la Ley Sálica, que daba preferencia a los varones en la línea sucesoria. Para contener la decadencia de la monarquía española resultaba necesario un amplio programa de reformas. Una primera medida fue la creación de las Secretarías de Estado. El Secretario de Estado se convirtió en pieza esencial de la administración borbónica: fueron absorbiendo las competencias de los consejos y aumentando sus poderes. Durante todo el siglo se produjeron diversas remodelaciones. Las secretarías más importantes fueron: Estado, Hacienda, Guerra, Marina e Indias. En 1787 se constituyó la Junta Suprema de Estado, que reunía a todos los secretarios de Estado y que será el origen del futuro Consejo de Ministros. Las Cortes redujeron su papel e influencia.

El Reinado de Fernando VI: Reformas Fiscales

El reinado de Fernando VI supuso una época de paz que permitió proseguir con las reformas iniciadas por Felipe V. Su proyecto más ambicioso fue la realización del denominado Catastro de Ensenada, que consistió en elaborar un amplio y detallado estudio de la riqueza de los territorios de la Corona castellana con el objetivo de sustituir los múltiples tipos de impuestos por una única contribución. Sin embargo, la resistencia de los grupos privilegiados terminó por abortar este intento reformista.

Despotismo Ilustrado: Carlos III

En 1759 accedió al trono español Carlos III, hermano de Fernando VI, que había fallecido sin descendencia. El nuevo monarca se embarcó en una política bélica que dificultó el programa de reformas. En un principio, la política de reformas, impulsada por ministros extranjeros, suscitó violentos rechazos, como el representado por el denominado Motín de Esquilache. Carlos III recurrió entonces a un equipo de gobierno formado por ilustrados españoles. Entre los nuevos secretarios destacaron Campomanes, el conde de Floridablanca, el conde de Aranda y Jovellanos. La firma del concordato con la Santa Sede en tiempos de Fernando VI concedía a los monarcas el derecho de patronato universal. La otra vertiente en la que se centraron las reformas ilustradas fue la relacionada con la economía y el sistema productivo. El Estado intervino decididamente en la economía al instalar fábricas patrocinadas por el monarca, donde se producían manufacturas reales, productos de lujo o cotidianos, como la Real Fábrica de Cristal de La Granja. Durante el reinado de Carlos III, la política ilustrada centró sus esfuerzos en la modernización del sector agrícola. Las iniciativas se encaminaban principalmente al aumento de la superficie cultivada. El máximo exponente de estas reformas fue la colonización de Sierra Morena, bajo la dirección de Pablo de Olavide. El incremento de los gastos estatales hizo necesario un nuevo endeudamiento del Estado.

Reinado de Carlos IV: Fin de los Pactos de Familia

Tras los acuerdos de Utrecht, España había perdido peso en el concierto de las potencias europeas. No obstante, Felipe V intentó revitalizar el papel de España embarcándola en una serie de conflictos que terminaron con desigual fortuna. Fernando VI optó por una política de neutralidad que no fue continuada por Carlos III. Tras unos fracasados intentos de acercamiento a la Austria de los Habsburgo, se reorientó la política exterior, buscando la alianza con Francia a través de los Pactos de Familia. La política exterior de Carlos IV tuvo dos fases: una primera de enfrentamiento con Francia y otra de alianza con ella y enemistad hacia Gran Bretaña. La invasión de la península ibérica y el estallido de la Guerra de la Independencia marcan el inicio de una nueva etapa en la historia de España: el liberalismo.

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