La Sociedad y Economía Españolas en el Siglo XVIII
Demografía y Sociedad
El siglo XVIII marcó el inicio de un ciclo de crecimiento ininterrumpido de la población en España. A pesar de una mortalidad alta (36‰), la elevada natalidad (42‰) y la ausencia de grandes hambrunas facilitaron este crecimiento. Los monarcas y déspotas ilustrados adoptaron políticas poblacionistas, considerando que una población numerosa era esencial para el desarrollo agrícola e industrial. Sin embargo, el crecimiento demográfico fue limitado debido a las recurrentes crisis de subsistencia, que afectaban a una población vulnerable a las enfermedades. Las medidas adoptadas no fueron suficientes para mejorar la agricultura, que enfrentaba claros límites de crecimiento sin reformas legales e innovaciones tecnológicas.
La sociedad mantenía una estructura estamental con desigualdad jurídica e inmovilismo. Los grupos privilegiados, nobleza y clero, poseían la mayor parte de las tierras. El clero controlaba más del 40% de la propiedad, y la nobleza, aunque solo poseía un 5%, tenía numerosos señoríos. Además, no pagaban impuestos y ocupaban cargos públicos. El tercer estamento, el más heterogéneo y numeroso, incluía campesinos, burgueses y sectores populares. Soportaban la mayor parte de las cargas económicas y estaban marginados de las decisiones políticas. Los campesinos seguían bajo un régimen señorial que les obligaba a entregar gran parte de sus rentas agrarias.
Economía Agraria y Estructura de la Propiedad
La agricultura era la principal fuente de riqueza, ocupando a más del 80% de la población. Gran parte de la tierra estaba amortizada y/o vinculada, es decir, no podía comprarse ni venderse, y debía transmitirse por herencia. La nobleza practicaba el mayorazgo, y los sectores privilegiados eran titulares de señoríos, con jurisdicción y rentas considerables. Las condiciones del campesinado variaban según la comunidad.
En el Antiguo Régimen, la artesanía y el comercio estaban debilitados por la organización gremial, que controlaba la producción y la creación de nuevas industrias. El comercio interior era débil, limitado por una economía agraria casi de autoconsumo.
Problemas y Límites de la Política Reformista durante el Reinado de Carlos III
Desafíos Agronómicos y Oposición a las Reformas
Las reformas agrarias de Carlos III no resolvieron la tensión causada por el aumento de población. Las condiciones climáticas y agronómicas desfavorables impedían aplicar nuevas técnicas europeas. El incremento de la producción mediante el aumento de la superficie cultivada no era posible en gran parte de España, ya que más de la mitad de la tierra estaba amortizada o vinculada, limitando las innovaciones. La escasez de tierras obligaba a cultivar tierras de baja calidad y pastos.
A esto se sumaba la fuerte oposición de los sectores privilegiados a las reformas. En 1766, el motín de Esquilache, una revuelta compleja, unió el malestar por la escasez y el alto precio de los alimentos, el rechazo al poder de los altos cargos extranjeros y el descontento de los privilegiados ante la reducción de su poder por las reformas ilustradas. La revuelta en Madrid contra las medidas de saneamiento y orden público del ministro Esquilache llevó a Carlos III a destituirlo, paralizar las reformas y tomar medidas populares, como bajar el precio de productos básicos. Luego, el rey continuó con la política reformista.
Impacto de la Revolución Francesa y Conclusión
Estas reformas amenazaban la base de la desigualdad del Antiguo Régimen. Cuando la Revolución Francesa anunció el fin del viejo orden, el nuevo monarca, Carlos IV, y sus colaboradores, temerosos de los efectos de las ideas ilustradas, frenaron la política reformista y evitaron la entrada de ideas revolucionarias en España.
El despotismo ilustrado de Carlos III tuvo un balance positivo, con reformas que impulsaron la economía, la instrucción pública, el saneamiento urbano y las actividades productivas. Sin embargo, los sectores privilegiados impusieron límites, impidiendo una reforma agraria que afectara su poder.