La Tercera Guerra Carlista (1872-1876)
Causas de la Guerra
- El fracaso de la monarquía de Amadeo y de la Primera República aumentó el apoyo al carlismo.
- El miedo de las clases propietarias a la revolución liberal.
- La defensa de la religión frente a la revolución social: La llegada de la revolución democrática y el establecimiento de un Estado laico fueron considerados por muchos vascos como un atentado contra el profundo sentimiento religioso existente en el país. Precisamente, la principal causa del crecimiento del carlismo de corte tradicionalista fue la defensa del catolicismo, puesto que los revolucionarios del Sexenio fueron muy respetuosos con el régimen foral.
- El carlismo se presenta como el brazo armado de la Iglesia y de los fueros contra el centralismo de los liberales. Gracias a una hábil propaganda realizada por los carlistas en la prensa y por la Iglesia en los púlpitos, gran parte de la población del País Vasco y Navarra –pequeños y medianos campesinos, algunos obreros de las ciudades y grandes hacendados y terratenientes- comenzó a identificar el liberalismo como el anticatolicismo y el antifuerismo. Por el contrario, la restauración de la monarquía de Carlos VII permitiría mantener las bases del orden de la sociedad tradicional, el catolicismo y las peculiaridades forales que habían regido la vida del País Vasco y Navarra y que habían sido profundamente transformadas a lo largo de todo el siglo XIX. Bajo los principios Dios, Patria, Fueros y Rey, los carlistas pasaron de la ofensiva parlamentaria –que habían llevado a cabo durante los primeros años de la revolución- a la militar, iniciando una guerra que pretendía restaurar un régimen monárquico tradicional.
Desarrollo de la Guerra
La Tercera Guerra Carlista – la segunda en el País Vasco y Navarra- estalló en abril de 1872 con la proclamación de Carlos VII como monarca legítimo frente al extranjero Amadeo de Saboya. La sublevación carlista fue dirigida por el general Nicolás Ollo, reconstruyendo un pequeño ejército y las bases de un Estado en Estella.
Fases de la Guerra
- 1ª fase (1872) Derrotas iniciales carlistas: En un primer momento, los carlistas fueron derrotados en las batallas de Arrigorriaga, Mañaria y Oñate; tras la derrota de Oroquieta se firmó una breve tregua en Amorebieta, por la que el general Serrano del ejército republicano daba una amnistía a cambio de que los carlistas depusieran las armas. Pero los carlistas, entre los que destacaba el cura Santa Cruz, continuaron la guerra.
- 2ª fase (1873-1874) Ofensiva y dominio carlista: En enero los carlistas iniciaron una ofensiva en los cuatro territorios y en Cataluña, mediante la táctica de guerrillas y los sabotajes a ferrocarriles, telégrafos, etc. Los territorios vascos pasaron a ser dominados por los carlistas a excepción de las capitales, precisamente en el momento en que las Cortes proclamaban la república, con lo que suponía de empuje ideológica a la causa carlista. Este año los carlistas vencieron a los republicanos en batallas como Metauten, Beramendi, Dicastillo y, sobre todo, en Montejurra. Pero tampoco en esta ocasión pudieron ocupar las capitales tras asediar Bilbao en 1874 durante 125 días y tras la muerte del general Ollo.
- 3ª fase (1874-1876) Derrota carlista: Las escaramuzas militares continuaron hasta 1876. Sin embargo, con la aparición de Alfonso XII en el escenario político, muchos antirrepublicanos y liberales fueristas conservadores que se habían sumado al carlismo comenzaron a abandonarlo. En 1875 los liberales consiguieron dominar al ejército carlista en Cataluña y el Maestrazgo, a pesar de la derrota alfonsina en Lácar. En 1876, tras la caída de Estella en febrero, se produjo el triunfo definitivo de los liberales y Carlos VII tuvo que pasar a Francia.
Consecuencias para el País Vasco y Navarra
- El carlismo optará por la lucha política en una posición marginal de extrema derecha.
- La abolición de los fueros correspondientes a Bizkaia, Guipúzcoa y Álava.
- Compensación por Cánovas con la creación de un régimen excepcional, los Conciertos Económicos (1876) aceptando la tradicional autonomía fiscal de las diputaciones vascas.
- Decreto de 1878, las diputaciones vascas, por concesión estatal, mantenían la capacidad de fijar, recaudar y administrar los impuestos, a cambio de un pago anual al Estado (cupo). El sistema se fue prorrogando a lo largo del tiempo.
- El régimen de Conciertos Económicos permitió una amplia autonomía administrativa a las diputaciones que favoreció su desarrollo.
- Los grandes magnates de la industria vasca controlaron las diputaciones y orientaron su política a sus intereses, desarrollando el proceso industrial.