(1) La aparición del movimiento obrero ocasionó un conjunto de alteraciones en el sistema social y económico del siglo XIX. Al fenómeno de resistencia ante la expansión capitalista y de difusión de las organizaciones obreras, con sus huelgas y movimientos reivindicativos, es a lo que dio en llamarse cuestión social. En España el desarrollo del movimiento obrero se produjo a finales de los años cincuenta del siglo XIX y década de los sesenta, época en la que se produjeron diversas huelgas y se crearon las primeras sociedades obreras de resistencia y de socorros mutuos. Ante esos acontecimientos se manifestaron distintas posturas individuales y grupales, que podemos reducir a tres actitudes básicas: La primera actitud, fue de defensa social que consistió en el mantenimiento del orden social, casi a cualquier coste. Una segunda actitud, presente sobre todo en algunos sectores de las clases populares, fue la de revolución social atacando directamente al núcleo del sistema político-social: la propiedad privada, la familia y el Estado, utilizando una clásica formulación marxista. Una tercera actitud, que podemos denominar de reforma social, fue la mantenida por un sector minoritario pero representativo de la burguesía progresista que propusieron una acción que corrigiese las injusticias y los desequilibrios surgidos. Su intención era conseguir la integración del movimiento obrero en el sistema constitucional, confiando en evitar así los conflictos derivados de la oposición de clases. Para ello, propusieron una serie de reformas en los ámbitos legislativo, laboral y sociopolítico. Las ideas reformistas se nutrieron en España de los planteamientos teóricos del liberalismo krausista, que se plasmarían en la actuación de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), creada en 1876, un organismo social, que implicaba la defensa de la organización libre de los grupos humanos y la confianza en el desarrollo armónico de la sociedad (2) Los sectores reformistas españoles actuaron de una manera parecida a como lo hicieron sus homólogos europeos. Los principales instrumentos que aplicaron para cumplir sus objetivos fueron cuatro: una legislación laboral intervencionista, compuesta por un conjunto de leyes denominadas «sociales», que se promulgaron a partir de 1900; el fomento del asociacionismo obrero, debidamente controlado, y de la previsión, que culminaría con la creación del Instituto Nacional de Previsión en 1908; el arbitraje en los conflictos entre capitanías y trabajadores, regulando las huelgas y otros enfrentamientos semejantes; y la educación de las clases populares, asunto que tiene especial importancia en el contexto que aquí nos ocupa. (2.1) Uno de los principales instrumentos puestos en marcha por los reformistas europeos fue la promulgación de una legislación obrera, que constituyó un ejemplo modélico del nuevo estilo de intervención estatal. Frente al enfrentamiento social, se trataba de regular las relaciones entre empresarios y trabajadores, para conseguir unas condiciones que permitiesen el mantenimiento del marco existente de relaciones y evitasen el estallido revolucionario. Fue así como surgieron las leyes obreras o de fábrica Su objetivo: regular la duración de la jornada laboral, limitar el trabajo de mujeres y niños, establecer las condiciones del trabajo peligroso, promover la educación básica de los niños trabajadores. La primera ley obrera aprobada en España fue la dedicada a la «regularización del trabajo en los talleres y la instrucción en las escuelas de los niños obreros de ambos sexos» (1873), o Ley Benot. La medida más destacada adoptada por impulso de los reformistas españoles fue la creación de la Comisión de Reformas Sociales en 1883. Promovida por Segismundo Moret, político liberal, vinculado a la ILE. En el año 1903, la Comisión dio paso a la creación del Instituto de Reformas Sociales, desempeñó un papel fundamental en la España de comienzos del siglo XX, hasta que se integró en el nuevo Ministerio de Trabajo en 1920, desapareciendo en 1924. Este Instituto creó el servicio de inspección del trabajo, estableció mecanismos de negociación entre capital y trabajo, intentando evitar las huelgas, propuso medidas para facilitar la vida de las familias obreras y divulgó los avances que estaban produciéndose en otros países en este ámbito.
(2.2) Las ideas que los reformistas españoles mantuvieron acerca de la educación popular estuvieron muy influenciadas por el pensamiento krauso-institucionista. Sus planteamientos pueden sintetizarse en cuatro tesis fundamentales: a) La primera tesis consiste en que la educación de la clase obrera constituía un requisito indispensable para asegurar el correcto funcionamiento de un sistema político democrático. b) La segunda tesis es la confianza en que la superación del conflicto social podría lograrse por la vía educativa. c) La tercera tesis consiste en que la educación popular era un eficaz instrumento para lograr una adecuada integración social. d) La cuarta tesis consiste en que la educación debía aspirar a formar a la persona nueva que precisa la nueva sociedad. El reformismo aspiraba a construir un nuevo tipo de sociedad, donde la cuestión social, el enfrentamiento de clases, cediese el paso a comportamientos solidarios, donde las distintas clases colaborasen en el logro de la felicidad colectiva, donde la paz se impusiese sobre la lucha por la vida. (3) (3.1) A finales del siglo XIX e inicios del XX se produjo una importante expansión de las ideas higienistas, sobre todo por la influencia de una nueva tendencia conocida como medicina social. Esta nueva disciplina, situada entre la Medicina y las Ciencias sociales, aunó dos conceptos clave: prevención y previsión. Por una parte, se trataba de adelantarse a la aparición de los problemas, adoptando medidas preventivas, por otra, había que prever la aparición de dichos problemas, estableciendo un sistema de redes de protección, de mecanismos de previsión, que permitiesen reaccionar cuando dichos problemas se planteasen. En el primer sentido se orientaban el desarrollo de la higiene pública o la protección a las madres y a los niños. En el segundo, la acción de las mutualidades o la previsión ante la aparición de las enfermedades. La medicina social consiguió una expansión apreciable en el primer tercio del siglo XX, cuando creó sus propios medios de expresión y sus propias asociaciones. La preocupación por la higiene pública derivaba de una idea que Benjamín Disraeli: un pueblo sano sería un pueblo grande. La protección médica de las madres y de sus hijos se desarrolló mediante diversas iniciativas. Una de las más influyentes consistió en la creación de los Consultorios de Niños de Pecho y de las Gotas de Leche, instituciones innovadoras en su tiempo. Su objetivo consistía en regular la lactancia artificial de los recién nacidos, evitando su desnutrición y la muerte por enfermedad. En España existieron Gotas de Leche desde 1902 (la primera en Barcelona) y Consultorios desde 1904 (el primero fue creado en Madrid) estando la mayor parte de ellos ubicados en capitales de provincia. Su desarrollo fue bastante rápido, creándose instituciones semejantes en la mayoría de capitales y en las poblaciones importantes durante los tres años siguientes. Otro tipo de iniciativa importante consistió en el desarrollo de la puericultura concebida como la versión preventiva y social de la Pediatría. Desde esta perspectiva se crearon Escuelas de Maternología, para enseñar a las madres cómo tratar a sus hijos pequeños, y se pusieron en marcha instituciones y servicios municipales de Puericultura. (3.2) Uno de los mejores medios para evitar los problemas sociales era, para los reformistas, la educación de las clases populares, por lo que dedicaron una buena parte de sus esfuerzos a conseguir la escolarización infantil, considerando que la escuela era el espacio natural de los niños, el que mejor podía prevenir la aparición de problemas. En primer lugar había un problema de abandono. Existían las inclusas, los hospicios o los asilos. Estas instituciones fueron objeto de reforma, con la intención de conseguir la integración efectiva de los niños abandonados, antes de que cayeran en la marginación. . Otro problema era la mendicidad infantil. se adoptaron dos tipos de medidas. Unas de carácter preventivo, encaminadas a asegurar la asegurar la escolarización regular de esos niños, la mejora de las condiciones higiénicas de su entorno, el control del cumplimiento de las leyes sociales y la reorganización de la beneficencia. Otras medidas fueron de carácter represivo y consistieron básicamente en la aplicación de las leyes de control de la mendicidad y de prohibición de la mendicidad infantil. Un tercer problema era el planteado por la delincuencia infantil. Los niños delincuentes requerían un tratamiento especial, que permitiese su inserción social, evitando el simple castigo de sus acciones. Los nuevos planteamientos se plasmaron en varias declaraciones internacionales, entre las que destaca la conocida Declaración de Ginebra, aprobada por la Sociedad de Naciones en 1924