Transformación Agraria y Política en la España del Siglo XIX: Desamortización y Revolución de 1868

La Economía Agraria y la Desamortización en la España Isabelina

La principal actividad económica de la España del Antiguo Régimen era la agricultura. Para su desarrollo, era imprescindible la transformación del régimen de propiedad de la tierra y la introducción de mejoras técnicas, nuevos cultivos, etc. La transformación de la estructura de la propiedad de la tierra se acometió en España en varias fases sucesivas con el nombre de desamortización, afectando a los bienes de la Iglesia y de los municipios. Esta se hizo en varias fases, siempre bajo gobiernos progresistas, destacando la desamortización de Mendizábal (1836), que afectó a los bienes del clero regular (órdenes religiosas), y la Ley Madoz (1855), que incluía bienes del Estado y municipales.

Panorama de la Agricultura Española en la Época Isabelina

Las actividades agrarias tienen en el siglo XIX un papel importante en la economía, dan trabajo a dos terceras partes de la población y constituyen el núcleo central de las exportaciones. Pero en la España del siglo XIX la agricultura estaba muy atrasada y además de presentar muchos desequilibrios regionales y mantener una estructura de la tierra desigualmente repartida y fundamentalmente en manos de la nobleza, la Iglesia y los ayuntamientos.

La Revolución Agrícola, uno de los factores previos de la industrialización, no llegó a materializarse durante el siglo XIX en España. Las razones son la mentalidad rentista de los propietarios de la tierra, que no invierten en mejoras técnicas, pues solo ven en la tierra un instrumento para obtener rentas. Esta mentalidad condujo al inmovilismo y al estancamiento que presenta la agricultura durante el reinado de Isabel II y al mantenimiento de los sistemas tradicionales.

Sin embargo, a partir del reinado de Isabel II se va a observar una modernización de la agricultura en algunas regiones del país, debido sobre todo a la construcción de la red ferroviaria, que va a permitir una mayor articulación del mercado nacional, y la tímida industrialización del país, que crea una población urbana que demanda productos agrarios.

Las Desamortizaciones: Transformación de la Propiedad

Contexto: La Tierra en el Antiguo Régimen

En el Antiguo Régimen la propiedad de la tierra era en un alto porcentaje vinculada o amortizada, es decir, no se podía comprar, vender o repartir, pues permanecía vinculada permanentemente a un título de nobleza, a una institución o cargo eclesiástico o a los municipios. Estos bienes se consideraban de “manos muertas”, porque muchas de estas tierras permanecían sin cultivar, o eran arrendadas a campesinos que no tenían los recursos suficientes para introducir en ellas mejoras.

La Desamortización de Mendizábal (1836)

Con la desamortización se perseguía aumentar los ingresos del Estado, aumentar la superficie cultivada y, como consecuencia, la producción agraria, incluso financiar la primera guerra carlista. Afectó principalmente a los bienes del clero secular. Al comenzar la Década Moderada (1844-1854), que puso freno a la desamortización, cerca de las tres cuartas partes de las tierras de la Iglesia habían sido expropiadas y subastadas, convirtiéndose en propiedad privada.

La Desamortización de Madoz (1855)

El Bienio Progresista (1854-1856) supuso un nuevo impulso. Esta nueva ley desamortizadora fue promovida por Pascual Madoz, en la cual salieron a la venta los bienes eclesiásticos no vendidos anteriormente, a los que se suman los del Estado, los de las Órdenes Militares y los municipales, que se dividían en bienes de propios y bienes de comunes. El valor total de los bienes desamortizados por Madoz duplicó el de la desamortización de Mendizábal. Aunque el proceso desamortizador de 1855 fue similar al anterior, los ingresos obtenidos tuvieron un fin distinto: la compra de deuda pública por parte de los ayuntamientos, y la financiación de la construcción del tendido ferroviario, vital para los progresistas para la modernización del país.

Consecuencias de las Desamortizaciones

Las desamortizaciones servirán para conseguir los objetivos inmediatos: ganar la guerra carlista y construir el ferrocarril, además de alcanzar un saneamiento de la Hacienda Pública. Sin embargo, los fines profundos que se pretendían, como producir cambios significativos en la estructura de la propiedad de la tierra y lograr una mejor distribución de la misma, no se alcanzaron.

Principales consecuencias de las desamortizaciones:

  • Acentuó la estructura latifundista de la propiedad de la tierra ya que, al ser vendidos los bienes en pública subasta, muy pocos campesinos pudieron acceder a la propiedad de la tierra. Los beneficiarios directos de la desamortización fueron, sobre todo, burgueses comerciantes, funcionarios industriales y políticos, que muchas veces mantuvieron la mentalidad rentista del antiguo régimen y no introducirán las mejoras técnicas necesarias para aumentar la productividad de la tierra.
  • Puso en cultivo grandes extensiones de tierras hasta entonces poco, mal o nada explotadas. La superficie cultivada aumentó y, con ella, la producción agraria, obteniéndose uno de los principales objetivos en el proceso desamortizador. Pero este aumento de la producción no fue seguido de mejoras técnicas, con lo que no podemos hablar de un aumento de la productividad.
  • La desamortización absorbió e inmovilizó una importante masa de capitales en un momento en que la naciente industrialización y, en concreto, la construcción de la red de ferrocarriles, significaba una demanda urgente de capitales, lo que significó la entrada de capitales extranjeros para financiar la industrialización española.
  • Los pequeños campesinos se verán muy perjudicados por las desamortizaciones: los nuevos propietarios los expulsarán de sus tierras o les exigirán rentas mayores, y además perderán la posibilidad de completar sus rentas con el aprovechamiento de las rentas comunales. Por ello, muchos jornaleros se verán abocados al hambre y la miseria, dando paso a una gran conflictividad social.

Conclusión sobre las desamortizaciones: La desamortización favoreció la concentración de la propiedad de la tierra y la creación de nuevos latifundios, con lo que no consiguió acabar con la desigual distribución de la tierra en España. Además, las desamortizaciones generaron un gran número de campesinos sin tierras, lo que desembocará en una gran conflictividad social.


La Revolución de 1868 y el Inicio del Sexenio Democrático

En 1868 acabó el reinado de Isabel II, que dará paso al Sexenio Democrático o Revolucionario (1868-1874). La revolución suponía un intento de construcción del Estado liberal democrático, en el sentido en que la democracia era entendida en el siglo XIX, basada en el sufragio universal masculino. Esta etapa se abordaron novedosas fórmulas políticas y sociales más allá del liberalismo para integrar a las masas populares en el nuevo Estado nacional.

Causas y Estallido de la Revolución Gloriosa

Las prácticas dictatoriales de Narváez y González Bravo en los últimos gobiernos moderados extendieron la impopularidad del régimen moderado y de la reina Isabel II, que siempre les había apoyado. La crisis económica iniciada en 1866 acrecentó el descontento de la población. Finalmente, la muerte de Narváez descabezó al partido que había detentado durante tantos años el poder en España.

La muerte de O’Donnell en 1867 propició el acercamiento de la Unión Liberal, encabezada por el general Serrano, a los progresistas con el propósito cada vez más definido de poner fin al reinado de Isabel de Borbón. Progresistas, dirigidos por el general Prim, y los demócratas habían firmado en 1866 el llamado Pacto de Ostende por el que se comprometían en el objetivo de derrocar a Isabel II.

Finalmente la sublevación estalló en septiembre de 1868. Iniciada por el unionista almirante Topete en Cádiz, al pronunciamiento militar se le unieron rápidamente sublevaciones populares en diversas zonas del país. Isabel II huyó a Francia.

El Gobierno Provisional (1868-1871)

Inmediatamente se estableció un gobierno presidido por Serrano, con el general Prim en el ministerio de Guerra. El nuevo gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal. Los progresistas

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