Introducción: El siglo XIX impulsó la revolución industrial, transformando la vieja estructura económica en una nueva, con un notable desarrollo de la industria y el comercio. Sin embargo, el resultado final estuvo lejos de lo que se pretendía. España se encontró en desventaja respecto a otros países europeos debido a las dificultades de transporte, derivadas de la compleja geografía peninsular. La Ley de Ferrocarriles de 1855 impulsó la construcción de una red que comunicó parte del país, con la ayuda de capital extranjero.
Causas del Retraso Económico Español
Condicionamientos Geográficos
El transporte interior se vio obstaculizado por condicionamientos geográficos, como la elevada Meseta Central y ríos cortos o de cauce poco profundo.
Escasez de Fuentes de Energía
El carbón, fuente de energía esencial para la red de ferrocarriles, la navegación a vapor y la industrialización, era escaso, de mala calidad y caro en España.
Situación Política Española
a) Comercio interior: Problemas legales del Antiguo Régimen, como el sistema gremial, los derechos de puertas, los pontazgos, peajes y barcazgos, dificultaron el comercio. Aunque se abolieron estos problemas y se mejoró la red de caminos, la unificación del mercado nacional a finales del siglo XIX aún estaba lejos de ser una realidad.
b) Comercio exterior: Tras la pérdida de las colonias, España dejó de reexportar mercancías entre Europa y América, lo que disminuyó sus exportaciones. Gran Bretaña y Francia se convirtieron en sus principales clientes y abastecedores.
La Industria Textil Catalana
Cataluña fue la única zona de industrialización con capitales autóctonos. Su desarrollo se inició en el siglo XVIII, pero fue en el XIX cuando el sector algodonero se convirtió en el motor de la industrialización regional. La prosperidad se debió a tres razones:
- La posición de ventaja por su temprano despliegue industrial en el siglo XVIII.
- La iniciativa empresarial de la burguesía, que modernizó las industrias con nuevas máquinas y técnicas de producción.
- Los aranceles, que orientaron la producción al mercado nacional.
El sector lanero quedó en segundo plano debido a la producción algodonera, trasladándose de Castilla y León a Sabadell y Tarrasa, aprovechando las ventajas de la cercanía a Barcelona: desarrollo comercial y facilidad para la importación de algodón y carbón por el puerto.
La Siderurgia
La siderurgia atravesó tres etapas:
- Malagueña (hasta 1865): Explotación del hierro, pero con el inconveniente de la falta de carbón mineral, recurriendo al vegetal, más caro.
- Asturiana (1865-1880): En las cuencas de Mieres y Langreo, con carbón de no muy buena calidad.
- Vasca (1880+): Crecimiento gracias a la fusión de empresas que formaron Altos Hornos de Vizcaya en 1902. El eje comercial Bilbao-Cardiff (Gales) fue clave: vendía hierro y compraba carbón.
La Minería
España era rica en hierro, plomo, cobre, mercurio y cinc, con la ventaja de la proximidad de los yacimientos a las zonas portuarias. La explotación minera alcanzó su apogeo en el último cuarto del siglo XIX, convirtiéndose en uno de los sectores más activos de la economía nacional. La inactividad minera durante gran parte del siglo se debió a:
- Falta de capitales y conocimientos técnicos.
- Inexistencia de una demanda suficiente.
- La Ley de Minas de 1825, que ponía demasiados obstáculos a la iniciativa empresarial privada.
Esto cambió a partir de la revolución de 1868, con la Ley de bases sobre minas, que simplificó la adjudicación de concesiones, y el aumento de la demanda internacional de productos mineros.
Los Transportes
El Transporte Marítimo
En el siglo XIX mejoraron los puertos y se desarrolló la navegación. Siete puertos destacaron en el comercio marítimo: Santander, Bilbao, Barcelona, Valencia, Málaga, Cádiz y Sevilla, siendo Barcelona y Bilbao los más importantes.
El Transporte Terrestre
En 1840 se inició un programa de construcción de carreteras que facilitó el transporte terrestre, acortando tiempos y abaratando costes. Se mejoraron los medios de transporte, sustituyendo la mula por carruajes. La auténtica revolución en los transportes terrestres fue el ferrocarril.
La Red de Ferrocarriles
La Ley General de Ferrocarriles de 1855 tuvo una gran trascendencia en la política de modernización económica. Las ventajas del ferrocarril (capacidad de carga, velocidad y seguridad) disminuyeron tiempos y costes. La ley permitió la creación de sociedades anónimas ferroviarias que se encargaron de la construcción de la red, con subvenciones y la importación de bienes ferroviarios. El resultado fue un rápido ritmo de construcción en los primeros diez años. Las compañías más importantes poseían un capital mayormente francés. Aunque hubo compañías con capital español, especialmente en Cataluña, la crisis financiera de 1866 afectó al sector. Las principales concesiones fueron a compañías extranjeras, y la construcción apenas estimuló la industria siderúrgica nacional. El escaso capital privado español se invirtió en ferrocarriles y no en industrias. La falta de mercancías para transportar llevó a muchas compañías a la quiebra, arrastrando a bancos y sociedades de crédito en la crisis financiera de 1866.