En el sur de España, la **reforma agraria** favoreció la concentración de la propiedad en manos de antiguos propietarios y de los nuevos compradores (la incipiente burguesía) y no supuso una redistribución de la tierra entre campesinos. Liberales progresistas, demócratas y republicanos reivindicaron un reparto más justo de la tierra. Además, el «hambre de tierras» explica por qué muchas revueltas agrarias ocupaban tierras y las repartían entre el campesinado.
No obstante, la consecuencia más importante de la reforma agraria liberal fue el aumento de la roturación de tierras: la superficie agraria aumentó en 6 millones de hectáreas en los primeros sesenta años del siglo XIX, mientras la mayor expansión se produjo en los cereales. El aumento de la producción permitió prescindir de las importaciones, salvo en ocasiones de carestía; también, aumentó especialmente la producción de trigo, cebada y maíz. Por su parte, la producción vitivinícola y venta de aceite de oliva andaluz se convirtieron en una de las principales actividades exportadoras. La ganadería ovina y lanar sufrió un retroceso por el descenso de las exportaciones de lana, la supresión de privilegios de la Mesta y las nuevas roturaciones, mientras que la porcina aumentó.
Retrasos y Limitaciones en la Agricultura
Falta de modernización de las técnicas de cultivo, más atrasadas que los países europeos avanzados. Aunque el sector agrario no permaneció estancado, la mejora productiva requería progresos tecnológicos que no tomaron impulso hasta la segunda mitad del siglo, motivadas por el alza de precios y una política proteccionista. Otro elemento clave del retraso puede atribuirse al marco natural como la orografía, la cantidad de suelo cultivable, la escasez de agua y la distinta pluviosidad según las zonas.
Mientras, la estructura de la propiedad fue un aspecto básico para explicar las limitaciones técnicas del campo español. Por un lado, el caso de los **minifundios** de la Submeseta Norte y Galicia, cuya producción era insuficiente para alimentar a una familia, dedicándose al autoconsumo. Como no había posibilidades de innovar o vender el excedente en el mercado, muchos campesinos se vieron obligados a emigrar; por otro lado los **latifundios**, en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía, tampoco ayudó a mejorar la productividad. En este caso, la mayoría de grandes propietarios no estaban interesados en invertir para cultivar mejor, sino obtener beneficios fácilmente. Esta situación frenó la innovación agrícola y sumió al campesinado sin tierra a unas condiciones cercanas a la subsistencia.
Industrialización Tardía y Desequilibrada
El proceso de **industrialización en España** se produjo con retraso con respecto a Europa. Esto será lento y desequilibrado debido a la débil revolución demográfica, ausencia de una revolución agrícola, falta de materias primas, fuentes de energía, dependencia de capital y tecnología extranjera, ausencia de mercado interior y pérdida del mercado exterior, además de falta de espíritu de empresa.
En primer lugar, la **industria textil**, se desarrolla en Cataluña en torno al algodón, dominaría el mercado nacional, que está muy protegido e incapaz de competir en el extranjero. En segundo lugar, el **sector siderúrgico**, al principio se desarrolló en Marbella (Málaga), y a partir de 1860 en Asturias y Vizcaya, aprovechando una relación complementaria con Inglaterra, pero por falta de demanda su desarrollo fue débil. En tercer lugar, el **sector minero** se nacionalizó durante el Sexenio, con la Ley de Minas de 1868 quedó bajo dominio extranjero y España pasará a ser exportadora de materias primas.
El balance fue una industria escasa, tardía, desequilibrada y muy protegida, centrada en el País Vasco, Asturias y Cataluña. Como consecuencia de esto el comercio exterior creció durante el siglo XIX pero se mantuvo deficitario, España exportaba materias primas e importaba productos manufacturados especialmente del Reino Unido y Francia. Frente a la superioridad industrial de Gran Bretaña , se llevaron a cabo medidas proteccionistas que limitaban la entrada de sus productos con la imposición de aranceles. En España, los fabricantes de algodón catalanes, los productores cerealísticos castellanos y los industriales vascos siderúrgicos solicitaban aranceles. Frente a los partidarios del **proteccionismo** estaban los comerciantes y compañías ferroviarias, partidarios del **librecambismo**, defensores de la menor intervención del Estado en la economía y dejar que las fuerzas del mercado actuaran libremente. La política arancelaria española del S. XIX pasó por 4 etapas: etapa de acusado proteccionismo, segunda etapa de reducción paulatina del proteccionismo), tercera de política relativamente librecambista, la cuarta etapa, durante la Restauración.
Modernización de Infraestructuras y Comunicaciones
En la 2 mitad del XIX se produjo una modernización de las infraestructuras y las comunicaciones. Se mejoraron carreteras, la marina mercante, correos y telégrafos, pero la gran apuesta fue la instalación del **ferrocarril**. Tras la Ley General de Ferrocarriles (1855) iniciará su expansión, pero dependiendo del capital extranjero, también participó el capital público. El Estado subvencionó la construcción con la condición de que las vías pasaran a ser propiedad estatal tras 99 años. Como consecuencia de estas condiciones, las empresas utilizaron materiales de baja calidad y la industria española no se benefició de la construcción, porque parte del material utilizado se compró a empresas extranjeras. líneas iniciales como: Barcelona-Mataró (1843), Madrid-Aranjuez (1851). Su máximo desarrollo fue entre 1856-1865, tendiéndose más de 5000 km. Se creó una red radial en torno a Madrid, con un ancho de vía mayor que el europeo lo que dificultó las comunicaciones con Europa. La expansión del ferrocarril contribuyó a la consolidación de un mercado nacional, conectando los diferentes espacios económicos, uniendo los centros productores con los centros de consumo y facilitando el traslado de alimentos, artículos industriales y materias primas.
Las Desamortizaciones
Las **desamortizaciones** fueron reformas económicas liberales del reinado de I2, eran parte de medidas para liberalizar la tierra, junto la supresión del mayorazgo y abolición del régimen señorial. Consistían en la expropiación por parte del Estado de tierras eclesiásticas y municipales para su venta. En compensación a la Iglesia, el Estado se hacía cargo de los gastos del culto y del clero. (D) se realizaron (fin del SXVIII y principios del XIX), pero el verdadero proceso se realizaría con Mendizábal y Madoz. Tras el fracaso de la fase moderada y el inició de la progresista, Mendizábal propuso desmantelar el sistema legal del AR, para liberalizar el mercado de la tierra, disolviendo las órdenes religiosas, menos las dedicadas a enseñanza o cuidado de enfermos, y sus fincas pasaron a ser propiedad estatal. La desamortización (Juan Álvarez de Mendizábal), consistió en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia. Los objetivos fueron sanear la Hacienda, financiar el Ejército.
Mientras, la desamortización de Pascual Madoz (1855-1867) de bienes municipales, estatales y eclesiásticos, se inició durante el Bienio progresista y pretendía reducir la deuda pública y financiar la construcción de infraestructuras necesarias para modernizar la economía. Provocó la ruptura con la Santa Sede y conflictos con la reina. La venta de las tierras en metálico supuso un incremento de recursos para el Estado que duplicó ingresos con respecto a la anterior desamortización. Los ingresos obtenidos por el Estado paliaron a corto plazo el déficit de la Hacienda Pública. Sin embargo, los efectos positivos de poner en el mercado una considerable proporción de tierra en manos de propietarios más activos no logró los efectos esperados. Gran parte de los nuevos propietarios estaban más interesados en obtener beneficios rápidos y rentas seguras que en invertir en la tierra y modernizar las explotaciones agrarias. desde 1855, tras la desamortización de las tierras comunales, muchos pueblos se vieron privados de las propiedades comunales que servían para otorgar tierras a los más pobres o para aprovechar los recursos de los montes y los pastos, y ello endureció las condiciones de vida del campesinado.