La Crisis de los Años 70 y el Resurgimiento del Neoliberalismo
El crecimiento económico desigual posterior a la Segunda Guerra Mundial aumentó la brecha entre países pobres y ricos. El elevado consumo energético, basado en combustibles fósiles, presentaba un grave coste ecológico, impulsando la búsqueda de energías alternativas. Sin embargo, la estabilidad económica se vio comprometida: la inflación dejó de estar controlada y el empleo se vio amenazado.
El desequilibrio en el comercio exterior alcanzó a las grandes potencias; Estados Unidos, por ejemplo, tuvo que devaluar su moneda en dos ocasiones y recurrir al aumento de aranceles. Simultáneamente, el déficit público se descontroló, superando la capacidad recaudatoria de los impuestos y la emisión de deuda pública.
Las Crisis Energéticas
Una serie de crisis sacudieron la economía mundial:
- Primera crisis energética (1973): La OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) cuadruplicó los precios del crudo como represalia a los países que apoyaron a Israel durante la guerra de Yom Kipur. Esto provocó en las economías desarrolladas una espiral inflacionista, un aumento del déficit exterior, una disminución de la producción y un crecimiento del desempleo (estanflación).
- Segunda crisis energética (1979): Impulsada por la Revolución Iraní y la posterior guerra Irán-Irak, esta crisis llevó a que el precio del petróleo se octuplicara respecto a los niveles previos a 1973.
Estas crisis tuvieron un impacto planetario, afectando gravemente a los países del Tercer Mundo y también a la URSS y sus países satélite.
El Giro Neoliberal
El contexto de crisis de los años 70 coincidió con el ascenso de gobiernos conservadores en varios países occidentales. Se buscaron nuevas soluciones económicas, imponiéndose las ideas de la Escuela de Chicago, una corriente de pensamiento económico partidaria del libre mercado liderada por figuras como George Stigler y Milton Friedman, cuyos estudios enfatizaban el análisis estadístico sobre la teoría abstracta. Dentro de esta corriente se enmarca el neoliberalismo, que propugna la reducción drástica de la intervención estatal en la economía.
Los organismos internacionales creados en Bretton Woods (FMI y Banco Mundial) adoptaron estas nuevas ideas, promoviendo políticas de ajuste estructural y rechazando la intervención estatal keynesiana. Esto se tradujo en:
- Un recorte del Estado del Bienestar, argumentando la necesidad de disminuir el gasto público.
- Críticas al exceso de subvenciones, consideradas un factor de indolencia.
- La creencia de que la desregulación del mercado laboral reduciría el desempleo y que los sindicatos poseían un poder excesivo.
La Crisis Financiera de 2008 (Crisis Subprime)
A pesar del cambio de paradigma, las teorías neoliberales aplicadas desde finales de los 70 no lograron resolver completamente problemas socioeconómicos persistentes:
- El desempleo no se redujo de forma contundente en muchos países.
- La liberalización del mercado laboral, en un contexto de abundante mano de obra, a menudo exacerbó la desigualdad salarial.
- La preferencia por impuestos indirectos sobre los directos tendió a aumentar la desigualdad social.
El vertiginoso desarrollo de la informática y la irrupción de Internet a finales del siglo XX parecieron anunciar una nueva era de prosperidad. Se generó una burbuja especulativa en torno a las empresas de nuevas tecnologías («punto com»). Estados Unidos subió los tipos de interés para atraer capital, pero la burbuja estalló en 2001.
Durante la década de 1990 y principios de 2000, muchos bancos centrales adoptaron políticas de tipos de interés bajos para estimular el crédito. Sin embargo, estos bajos tipos redujeron los márgenes de beneficio de la banca tradicional, incentivándola a buscar mayores rendimientos mediante la concesión de créditos más arriesgados.
La Burbuja Inmobiliaria y las Hipotecas Subprime
En Estados Unidos, las optimistas previsiones sobre el mercado inmobiliario alimentaron una nueva burbuja económica. Proliferaron las hipotecas subprime, concedidas a clientes con baja solvencia crediticia, en contraste con las hipotecas prime (de alta calidad). Mientras persistieron las expectativas de crecimiento de los precios inmobiliarios, los bancos llegaron a conceder préstamos por encima del valor de tasación de las viviendas.
Las consecuencias de la especulación inmobiliaria fueron drásticas: en Estados Unidos, el precio real de la vivienda se duplicó en apenas diez años; en países como España, el aumento fue aún mayor.
Contagio Global
Para obtener liquidez y diversificar riesgos (aparentemente), los bancos estadounidenses empaquetaron estas hipotecas (mezclando prime y subprime) y las vendieron a inversores y bancos de todo el mundo como productos financieros complejos (CDOs). Sorprendentemente, las agencias de calificación de riesgos (rating) otorgaron altas calificaciones a muchos de estos paquetes tóxicos. Cuando el mercado inmobiliario alcanzó su punto álgido y comenzó a caer, las promotoras inmobiliarias se desplomaron en bolsa, y muchos titulares de hipotecas subprime no pudieron hacer frente a sus pagos, provocando ejecuciones hipotecarias masivas.
El «virus» de las subprime se había extendido globalmente, afectando a numerosas entidades financieras fuera de Estados Unidos. En España, el estallido de su propia burbuja inmobiliaria coincidió con la crisis internacional. Aunque normativas más estrictas sobre provisiones de fondos impuestas por el Banco de España permitieron a la banca española resistir inicialmente mejor que otras, la desconfianza generalizada en el sistema financiero provocó un cierre abrupto del crédito (credit crunch).
Esto afectó gravemente a las PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas), que dependen del crédito para su funcionamiento diario y que en España generaban cerca del 89% del empleo. La falta de financiación llevó a cierres de empresas y despidos masivos. Los Estados tuvieron que intervenir inyectando enormes cantidades de dinero público para rescatar al sector bancario y financiar las crecientes prestaciones por desempleo.
Economías Dirigidas en el Periodo de Entreguerras
Tras la Revolución Rusa, se implementaron cambios económicos radicales basados en la ideología marxista-leninista:
- Siguiendo la desconfianza de Marx y Lenin hacia el campesinado (considerado tradicionalista), se procedió a la colectivización forzosa de las tierras.
- Se abolió la propiedad privada de los medios de producción y se prohibió el empleo asalariado privado.
- En la industria, tras la huida o expropiación de los antiguos propietarios, se establecieron comités de fábrica para la gestión obrera.
- Se estableció la jornada laboral de ocho horas.
- Se nacionalizaron los bancos y el nuevo gobierno bolchevique repudió las deudas contraídas por el régimen zarista.
El férreo control estatal y las políticas del «Comunismo de Guerra» provocaron un grave descontento popular, hambrunas y motines.
La NEP y el Ascenso de Stalin
Ante el fracaso económico y social, Lenin lanzó en 1921 la Nueva Política Económica (NEP), que reintrodujo elementos capitalistas de forma limitada:
- Se puso fin a la requisa forzosa de cosechas, sustituyéndola por un impuesto en especie.
- Se permitió la existencia de pequeñas industrias y comercios privados.
- Se toleró cierto grado de mercado libre.
La NEP logró una recuperación económica, pero también generó nuevas desigualdades sociales y un intenso debate interno en el partido sobre el rumbo a seguir, debate que quedó truncado con la muerte de Lenin en 1924.
Stalin, tras consolidar su poder, abandonó la NEP e impuso un modelo económico caracterizado por:
- Una centralización económica total y autoritaria bajo el control del Estado y el Partido Comunista.
- Una industrialización acelerada y forzada, priorizando la industria pesada y militar.
- La planificación económica mediante Planes Quinquenales.
- Una nueva y brutal colectivización de la agricultura, creando granjas estatales (sovjoses) y cooperativas (koljoses).
- Un relativo aislamiento económico internacional.
Economías Fascistas: Italia y Alemania
Los regímenes fascista y nazi también implementaron modelos económicos intervencionistas, aunque distintos al soviético:
Mussolini en Italia:
- Fomento de la industria nacional y las obras públicas.
- Expansión de la burocracia estatal, nutrida por las clases medias.
- Mantenimiento de un bajo nivel de vida para las clases trabajadoras y alto desempleo estructural.
- Represión de sindicatos y cualquier oposición obrera independiente.
- Estrecha colaboración con el gran capital industrial y financiero.
- Implementación de algunas medidas sociales paternalistas para buscar apoyo popular.
Hitler en Alemania:
- Una economía de compulsión orientada al rearme y la autarquía.
- Superación de la hiperinflación de los años 20 (aunque con riesgo inflacionario latente por la emisión de moneda).
- A pesar de una retórica inicial anticapitalista, hubo una colaboración total con el gran capital, aunque bajo un estricto control estatal.
- El Estado creó empresas, fijó precios, dirigió inversiones y controló el comercio exterior.
- Intensa dedicación a la industria pesada y militar, logrando reducir drásticamente el desempleo.
Reconstrucción de Posguerra: Plan Marshall y Bretton Woods
Tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, se sentaron las bases para un nuevo orden económico internacional.
El Plan Marshall (1948-1952)
Fue una iniciativa crucial de Estados Unidos para la reconstrucción económica de Europa Occidental. Oficialmente denominado European Recovery Program, sus objetivos eran:
- Reactivar las economías europeas devastadas por la guerra.
- Contener la expansión del comunismo en Europa.
- Asegurar mercados para la creciente producción estadounidense (aprendiendo de los errores tras la Primera Guerra Mundial, como los señalados en la Paz de París).
- Servir como herramienta económica en la incipiente Guerra Fría.
El plan fue anunciado por el Secretario de Estado George Marshall en un discurso en la Universidad de Harvard en 1947.
Los Acuerdos de Bretton Woods (1944)
Incluso antes de finalizar la guerra, en julio de 1944, representantes de 44 naciones aliadas se reunieron en Bretton Woods (New Hampshire, EE. UU.) para diseñar el sistema financiero y monetario internacional de posguerra. La URSS participó en la conferencia pero no ratificó los acuerdos finales. Estados Unidos, como potencia económica dominante, impuso en gran medida sus puntos de vista.
Los principales acuerdos establecieron:
- La creación de dos instituciones clave: el Fondo Monetario Internacional (FMI), para supervisar el sistema monetario y promover la estabilidad cambiaria, y el Banco Mundial (originalmente Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, BIRF), para financiar la reconstrucción y el desarrollo.
- El establecimiento de un sistema de tipos de cambio fijos pero ajustables, basado en el patrón oro-dólar: el dólar estadounidense sería convertible en oro a una tasa fija (35 dólares por onza), y las demás monedas fijarían su valor respecto al dólar.
- Las bases para la liberalización del comercio internacional, que culminarían en la creación del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) en 1947 (precursor de la OMC).
Estos acuerdos reflejaban la visión estadounidense, ya esbozada en la Carta del Atlántico (1941) firmada por Roosevelt y Churchill, de un mundo de posguerra con mercados abiertos para sus exportaciones.
El sistema de tipos de cambio fijos de Bretton Woods funcionó durante casi tres décadas, pero entró en crisis a finales de los 60 y fue abandonado definitivamente en 1971-1973. Desde entonces, los tipos de cambio entre las principales monedas han fluctuado libremente, perdiéndose la estabilidad que se buscó en Bretton Woods.