1. Las transformaciones de la agricultura
1.1 La consolidación de la propiedad privada de la tierra
Los gobiernos liberales del siglo XIX, con una nueva concepción jurídica de los derechos de propiedad, impulsaron la liquidación de las formas del Antiguo Régimen y la consolidación de la propiedad privada de la tierra. Sus decisiones influyeron en los problemas agrarios, la resistencia de los campesinos a seguir pagando los viejos derechos feudales y la necesidad de que nuevos sectores accedieran a la propiedad.
El inicio de la reforma agraria liberal tuvo como objetivo liberar la tierra de las trabas que ponía el Antiguo Régimen. Las principales medidas fueron la abolición de los señoríos y derechos jurisdiccionales, la desvinculación de la propiedad y la desamortización de las tierras en manos de la Iglesia y los Ayuntamientos. Tras las reformas, la tierra pudo ser comprada y vendida libremente.
1.2 Efectos de la reforma agraria
Los campesinos se convirtieron en hombres libres, pero su situación mejoró poco, pasando a ser asalariados. El problema del jornalismo se agravó. La desvinculación de la tierra y las desamortizaciones provocaron una modificación de la propiedad territorial, ya que solo pudieron comprarla quienes ya tenían tierras o contaban con recursos. La desamortización cumplió algunos de sus objetivos: paliar la grave situación de la Hacienda Real y fomentar la construcción del ferrocarril.
1.3 Límites del crecimiento agrario
La consecuencia más importante de la reforma agraria fue el aumento de la roturación de las tierras. La mayor expansión se produjo en cereales, vid, maíz y patata. Se produjo un retroceso en la ganadería ovina y lanar, mientras que aumentó la cabaña porcina. El aumento de la producción se debió a una mayor superficie cultivada, no a la mejora de la técnica. El aumento de la productividad fue lento debido al marco natural y a la estructura de la propiedad (minifundios y latifundios), que no fomentaba la mejora técnica.
2. La evolución demográfica
2.1 El crecimiento de la población
En el siglo XIX, la tasa de crecimiento demográfico creció por la desaparición de epidemias, la mejora en la dieta y la expansión del maíz y la patata. A finales de siglo, la natalidad española era elevada y la mortalidad, superior a la media europea, incluyendo la mortalidad infantil, debido a la deficiente condición sanitaria y al impacto de las epidemias. Una mala cosecha podía provocar escasez de alimentos.
2.2 Éxodo rural
En el siglo XIX, el crecimiento urbano fue lento pero constante. La población inició un éxodo rural que comportó el aumento de la población urbana, sobre todo en las capitales, especialmente Madrid y Barcelona. Esto obligó a derribar las murallas medievales y a programar la ampliación de las ciudades con planes de reforma urbana.
2.3 Las migraciones transoceánicas
A finales del siglo XIX, se produjo una emigración transoceánica para mejorar las condiciones de vida, motivada por el aumento de la población y las escasas oportunidades de empleo. Las regiones de origen fueron principalmente Galicia, Asturias y Cataluña, y los destinos más frecuentes, Argentina, México, Cuba y Brasil.
3. Los inicios de la industrialización
3.1 La industria textil catalana
Cataluña, en el siglo XIII, inició un incipiente desarrollo de la manufactura textil (fábricas de indianas). En el siglo XVIII, aumentaron la producción y adoptaron hiladoras mecánicas, lo que la convirtió, a mediados del siglo XIX, en la punta de lanza de la industrialización española. El proceso de mecanización se inició cuando se instalaron las primeras máquinas de vapor, impulsado por la escasez relativa de mano de obra. La falta de trabajadores aumentó los salarios en un momento de abundancia de capitales. Los precios bajos estimularon una mayor demanda y se sustituyó la lana por algodón.
Límites de la industria textil
La industria textil catalana se enfrentó a la escasez de carbón, lo que provocó que las industrias se situaran en el margen de los ríos para aprovechar la energía hidráulica. También se enfrentó a la debilidad del mercado interior, debido a la escasa capacidad adquisitiva del campesinado. Las industrias textiles (vapores) necesitaron que el gobierno promulgara medidas proteccionistas para hacer frente a los tejidos extranjeros. La industria algodonera desplazó a la industria textil no algodonera.
3.2 La industria siderúrgica
Este sector acompañó al textil en la industrialización moderna. Estuvo muy relacionado con la minería del hierro y del carbón.
Las primeras siderurgias
La producción andaluza fue hegemónica en España en un primer momento. Sin embargo, fracasó ante el uso del carbón vegetal en vez de coque, lo que hacía imposible la competencia con zonas donde era fácil su adquisición. La siderurgia malagueña entró en decadencia. Por otro lado, la siderurgia de Asturias mantuvo su primacía a finales del siglo XIX, ya que era la única zona de España que disponía de carbón mineral.
La hegemonía de Vizcaya
La llegada del carbón de coque galés a Bilbao consolidó la industria siderúrgica del País Vasco. El comercio entre Bilbao y Cardiff (exportaban mineral de hierro e importaban carbón galés para los altos hornos) desempeñó un papel de primer orden para la industrialización del País Vasco. A finales de siglo se crearon dos empresas vascas: La Vizcaya y la Sociedad Anónima y Fábrica de Hierro y Acero de Bilbao.
3.3 La lenta expansión industrial
La estructura industrial se asentó sobre la industria textil y siderúrgica. El resto de España se fue modernizando y creando una trama industrial en gran parte del territorio. La industria agroalimentaria tuvo un papel relevante debido al predominio agrícola (representaba más de la mitad del total industrial a mitad del siglo XIX). En Aragón y Zaragoza, destacó la industria harinera. En Madrid, la industria tipográfica y editorial. Los sectores metalúrgicos y químicos fueron ganando terreno con el paso del siglo.
3.4 La producción minera
Las dos actividades mineras más importantes fueron la extracción del hierro y el carbón. El primero, necesario para las máquinas de vapor y el desarrollo de la siderurgia, se extraía sobre todo en Asturias por su facilidad. El segundo cobró mucha importancia a partir del convertidor Bessemer, que necesitaba mineral sin fósforo. Las exportaciones convirtieron a España en el principal abastecedor de mineral de hierro de Europa.
La desamortización del subsuelo
La Ley de Minas de 1868 supuso el inicio de la explotación masiva de los yacimientos españoles, impulsada por el aumento de la demanda internacional, los avances en las técnicas de explotación y el crónico endeudamiento de la Hacienda Real. Los minerales más importantes fueron el plomo, el cobre, el mercurio y el cinc.
4. Ferrocarril y mercado
4.1 La construcción del ferrocarril
La construcción del ferrocarril se inició con la aprobación de la Ley General de Ferrocarriles.
Etapas de construcción del trazado
- Primera gran expansión: se caracterizó por la inversión de un capital muy superior al disponible en España y por la intervención de compañías extranjeras.
- Crisis financiera: se produjo una paralización ante la evidencia de la escasa rentabilidad de las inversiones ferroviarias. Los beneficios fueron escasos.
- Nueva etapa constructiva: se completó el trazado ferroviario.
Efectos del ferrocarril sobre la economía
- Estructura radial de la red.
- Ancho de vía diferente al del resto de Europa.
- La ley autorizó a las compañías constructoras a importar libres de aranceles aduaneros.
4.2 Las dificultades del mercado interior
En la primera mitad del siglo XIX, se derogaron los gremios para aumentar el número de productores, se suprimieron los impuestos de paso y se eliminaron las tasas y los impuestos indirectos sobre el comercio. Se creó un sistema de transporte que permitiese trasladar las mercancías de las zonas productoras a las consumidoras con una rapidez y un coste razonable. El ferrocarril se convirtió en un instrumento indispensable para el transporte masivo, barato y rápido, de personas y mercancías entre las distintas regiones. El principal problema fue la falta de demanda, debido a la escasa capacidad adquisitiva del campesinado.
4.3 Aumento del comercio exterior
El comercio exterior español experimentó dos etapas en el siglo XIX. La primera fue de crecimiento modesto, aunque sostenido. La segunda, de mayor aumento, estuvo influenciada por la expansión del comercio internacional. Al principio, las exportaciones más relevantes fueron el aceite y el vino. A finales de siglo, destacaron los minerales, los productos agrarios y los tejidos de algodón. La importación más importante fue el algodón en rama y el carbón.
4.4 Librecambio y proteccionismo
La política arancelaria evolucionó desde una primera etapa de avance del librecambio a otra dominada por el proteccionismo. Los sectores industriales presionaron a los sucesivos gobiernos para proteger sus productos. Esta política proteccionista obstaculizó la vinculación con el comercio exterior. A pesar de ello, España realizó un apreciable esfuerzo de liberalización del comercio exterior.
5. Hacienda y deuda pública
En 1845, el gobierno impulsó una reforma fiscal para eliminar las exacciones fiscales de los privilegiados y aumentar la recaudación sobre la base de la igualdad ante el impuesto. La reforma tuvo sus limitaciones, ya que el Estado no consiguió aumentar la recaudación en los términos esperados. En consecuencia, las finanzas del Estado perpetuaron de nuevo el déficit de la Hacienda Pública, que tuvo que financiarse con crédito exterior.