Liberalismo frente al absolutismo:
A la vuelta de Fernando VII a España tras el final de la Guerra de la Independencia, el rey borbón apoyado por un grupo de diputados absolutistas de las Cortes que ya estaban reunidas en Madrid (Manifiesto de los Persas
) se niega a jurar la Constitución de 1812 y a través del Decreto de Valencia (Mayo de 1814) suspende además la obra legislativa de las Cortes de Cádiz, lo que supone la restauración del Antiguo Régimen y del absolutismo, acompañando estas medidas de una gran represión y persecución de los liberales españoles. Durante estos años (entre 1814 y 1819) se suceden varios pronunciamientos o sublevaciones en distintos puntos de España (Pamplona, La Coruña, Madrid, Barcelona, Valencia, Cádiz) todas fracasadas que obligan a emigrar a los liberales españoles a Francia y Gran Bretaña. No es hasta el primero de Enero de 1820 cuando triunfan los liberales con la sublevación de Rafael del Riego en las Cabezas de San Juan (Sevilla, cerca de la Desembocadura del Guadalquivir), aprovechando la reuníón de tropas en el sur de Andalucía a lo largo de 1819 que iban a embarcar hacia América para acabar con las revueltas independentistas que entonces se estaban produciendo y cuyos años clave fueron 1815-1819. Es el inicio de una verdadera oleada revolucionaria en Europa ese mismo año de 1820 (además de España, hay revueltas liberales y nacionalistas en Portugal, Nápoles, Serbia, Valaquia, Moldavia, Alemania, Grecia).
Entonces y dado que la revuelta liberal de Riego se extiende por España, Fernando VII se ve obligado a jurar la Constitución de 1812 (7 de Marzo de 1820) iniciándose así un breve periodo constitucional conocido como trienio liberal. Además el rey formó un gobierno integrado por destacados liberales (Argüelles) cuya labor legislativa recupera muchos decretos de las Cortes de Cádiz y es claramente liberal: libertad de presos políticos y fin de la represión, supresión definitiva de la Inquisición, convocatoria de elecciones a Cortes y creación de la Milicia Nacional. Sin embargo el régimen liberal fue muy precario tanto por la división interna de los liberales (entre moderados y exaltados, futuros progresistas) como por la oposición interna del propio Fernando VII que intentó por todos los medios conspirar contra los liberales desde dentro del gobierno apoyando revueltas realistas en Enero de 1821 (acciones de guerrilla en Álava, Navarra, Cataluña, Aragón y algunas zonas de Castilla) y Julio y Agosto de 1822 (Regencia de Urgell y Sublevación de la Guardia Real) y buscando el apoyo de la Santa Alianza que finalmente consiguió con la llegada de un cuerpo expedicionario de unos 95 mil voluntarios franceses conocido como los “Cien Mil Hijos de San Luis” que entró en España en Abril de 1823 y que sin excesivos problemas (salvo la batalla del Trocadero en la bahía de Cádiz) “líberó” al rey Fernado VII y expulsó del gobierno a los liberales españoles restableciendo el absolutismo en España.
Tras la restauración absolutista y de manera casi inmediata aprovechando la presencia de los “Cien Mil Hijos de San Luis”, Fernando VII inicia una fortísima represión y persecución política contra los liberales que obliga a huir al exilio a entre 15 mil y 20 mil personas que buscaron refugio en su mayor parte en Gran Bretaña, único país europeo con una monarquía constitucional y un régimen liberal y a partir de 1830 a Francia, con el triunfo de la revolución liberal de Julio. El aparato represivo del Estado se volcó en perseguir, encarcelar o asesinar a los que no pudieron huir y su labor se articuló en torno a cuatro instrumentos básicos: la Superintendencia General de Policía y de las comisiones militares, que se ocuparon de la depuración de funcionarios, (80 mil), religiosos (casi el 10 % del clero) y militares, el cuerpo de voluntarios realistas una milicia realista que llegó a integrar más de 280 mil miembros reclutados entre las clases populares y medias, los tribunales de justicia que actuaba bajo criterios políticos (detención y ejecución de Mariana Pineda en Granada en 1831) y las Juntas de Fe, heredera de la Inquisición y que también perseguía y ajusticiaba a personas por delitos políticos. Además en 1830 se cerraron las Universidades, por todo lo anterior los liberales llamaron “ominosa”, es decir, abominable a esta década de poder absolutista y represivo. En paralelo, los gobiernos absolutistas de esta época intentan reformas en la Hacienda para intentar resolver la permanente quiebra y luchar contra la emancipación de los independentistas y los territorios americanos (derrota definitiva de las tropas realistas españolas en Ayacucho, Perú, en 1824), manteniéndose tan sólo los territorios caribeños (Cuba y Puerto Rico). Existen además revueltas y sublevaciones contra Fernando VII algunas de carácter liberal (como las del general Torrijos en 1831) pero la mayoría son “ultrarrealistas” desde 1824 y sobre todo a partir de 1827 (“Guerra dels malcontents o de los agraviados” en Cataluña) que se engarza con la cuestión carlista y la sucesión del rey Fernando VII.