Crisis de 1640. La carácterística más llamativa de este siglo es el uso de validos, para dirigir los asuntos públicos, hasta ahora directamente en manos de los reyes. Durante el reinado de Felipe III fue valido el Duque de Lerma. En esta etapa se institucionalizó la corrupción en todos los ámbitos de la administración y se decretó la expulsión de los moriscos en
1609 (casi 300.000), que dejó el país sin una mano de obra necesaria en momentos de crisis (artesanos, hortelanos). Entre 1601 y 1606 la corte estuvo ubicada en Valladolid.
Con Felipe IV asciende un nuevo valido, el conde-
duque de Olivares. Pretendía la restauración del poder continental, lo cual con el esfuerzo único de Castilla no se podía conseguir. Su objetivo era que todos los reinos contribuyesen por igual al
esfuerzo imperial. El primer paso del plan de Olivares (Uníón de Armas, 1626) era el alistamiento de un ejército en caso de guerra de 140.000 hombres, reclutados proporcionalmente según la riqueza y población de cada reino. Esta idea fue rechazada por las Cortes de Barcelona y Olivares abríó un frente de guerra en Cataluña, con lo cual se veían obligados por sus fueros a colaborar. Las tropelías y roces del ejército con la población catalana producen una situación que degeneró en rebelión (Corpus de Sangre en 1640). La Generalitat catalana solicitó la ayuda francesa y proclamó conde de Barcelona a Luis XIII. Posteriormente los abusos franceses, provocan un levantamiento catalán y la llegada de tropas castellano-aragonesas y unas capitulaciones amistosas que respetaban los fueros catalanes.En el mismo año se subleva Portugal, aprovechando que las tropas están en
Cataluña, declarándose independiente y nombrando rey al duque de Braganza. La debilidad de la corona, así como algunas derrotas militares, imposibilitan la recuperación de Portugal, que firma acuerdos con Francia e Inglaterra.
En Andalucía también se subleva el duque de Medina Sidonia, en Aragón el duque de Híjar y en Nápoles y Sicilia la masa popular agobiada por los impuestos.Todos ellos son episodios del malestar social y el temor de los reinos periféricos a
hundirse en la ruina de Castilla. Su correspondencia temporal muestra una Monarquía en peligro de desintegrarse, pero gracias a la habilidad del rey, al control de los resortes
del gobierno y a la comunidad de intereses de las élites se consiguió superar la crisis,con la única pérdida de la independencia de Portugal y Motín de Esquilache.
El liberalismo político. Progresistas y moderados
La primera fase en la construcción del Estado liberal en España es la Regencia de María Cristina (1833-1840).
Con el primer gobierno de Cea Bermúdez (1832-34), se produjo un inmovilismo político que le hará caer, pero se acometen dos reformas administrativas importantes: La creación del Ministerio de Fomento en 1832, que se venía a unir a los siete
creados en Cádiz y que se mantendrán durante todo el siglo: Estado, Gobernación,Ultramar, Gracia y Justicia, Hacienda, Marina y Guerra. El Ministerio de Fomento,posteriormente se desdoblaría en Comercio, Instrucción y Obras Públicas.La nueva división provincial de Javier de Burgos (1833) : las provincias son entes territoriales, ni políticos ni históricos, medios para mejorar la administración y la economía (fomento) Eran el soporte ideal para organizar la administración civil y militar con las diputaciones, los partidos judiciales y ayuntamientos, en una pirámide de poder, con un actor principal, el subdelegado de fomento (luego gobernador civil), marioneta del partido de turno y germen de la maquinaria caciquil, encargado del orden. Todo ello estaba inspirado en el modelo departamental francés y en la figura del prefecto, con la diferencia de que en la Francia revolucionaria se barrieron reinos, fronteras y lenguas y se impuso un nacionalismo centralista. En cambio, en España, a pesar de que la división establecía l supresión del caos administrativo y l heterogneida
(adelantamientos, merindades, comunidades, etc.) y su sustitución por una división homogénea de provincias, racionalista y como medio administrativo del Estado
centralizador y uniformizador, no supuso el fin de las peculiaridades regionales debido a las malas comunicaciones y a la falta de revolución industrial. Además, “las concesiones a la Historia mantendrán latente bajo la supuesta unidad nacional una fiebre regionalista, larvada también en la supervivencia de las lenguas no castellanas, que protagonizará a finales del Siglo XIX la escalada de los nacionalismos periféricos”El resultado son 49 provincias que llegan hasta hoy, salvo pequeños retoques:- Con Espartero, La Rioja Alavesa se integra en Logroño, pa segregarse poco después.- Guipúzcoa tiene como capital Tolosa hasta 1854.- Villarrobledo se incorpora definitivamente a Albacete en 1847- En 1851, Requena, Utiel y otras poblaciones pasan de Cuenca a Valencia.- En 1927 la provincia de Canarias se desdobla en las de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, constituyéndose España en 50 provincias.El siguiente gobierno es el de Martínez de la Rosa. Ante la imposibilidad de un acuerdo con los carlistas intenta aunar las dos tendencias liberales, moderados y radicales, mediante algunas reformas de corte político ( Estatuto Real de 1834 ) El Estatuto no produjo el efecto deseado, sino el descontento liberal en las ciudades. En este caldo de cultivo, el cólera afectó a varias ciudades, lo que fue aprovechado por los agitadores para acusar a los frailes de envenenar las aguas de Madrid. La indignación llevó a la quema de conventos y a la matanza de frailes, lo que unido al incendio de la fábrica de la Bonaplata en Barcelona por los luddistas aceleró la caída del Conde de Toreno. El motín de los sargentos de La Granja en 1836 (descontentos por el moderantismo y ganados a la radicalización ante los ataques carlistas), obliga a la Reina Regente a restablecer la Constitución de Cádiz y la formación de un gobierno de liberales progresistas (Calatrava y Mendizábal). Poco después, ante los acontecimientos de la Guerra Civil se forman unas Cortes Constituyentes y se promulga una nueva Constitución en 1837, que modera estos ímpetus para intentar unir a todo el liberalismo frente al peligro carlista.
El gobierno progresista del “bienio Calatrava” llevó a cabo la desamortización de los bienes eclesiásticos, la supresión de los diezmos, la consolidación de la Milicia Nacional o Milicia Urbana (grupo armado de voluntarios que apoyaba a los progresistas, generalmente constituidos en juntas) y la libertad de prensa.El radicalismo liberal del gob Calatrava provocó una fuerte oposición que llevó a los modera 2 al poder en las elecciones de 1837, consolidando los logros anteriores y acabando con la guerra carlista (1840). Pero los enfrentamientos con los progresistas no habían acabado y se producirán en torno a la Milicia Nacional y a la autonomía de los ayuntamientos.La siguiente fase en la construcción del Estado liberal es la Regencia de Espartero(1840-1843) . General prestigioso por haber acabado con la guerra carlista, consolida su fama al defender la elección de los ayuntamientos frente a la Ley de Ayuntamientos de 1840 de los moderados que impónía el nombramiento de los alcaldes desde el gobierno (contrario al art. 70 de la constitución). Apoyado por los progresistas sustituye a la Regente. Pero su
actuación en el gobierno fue un fracaso. Su personalismo y su política librecambista (aranceles del 15%) le acarrearon la oposición de los industriales catalanes, de los mismos
progresistas y de amplias capas del ejército (O’Donnell, Prim, Narváez).La oposición se mostró en varios pronunciamientos moderados (País Vasco, Madrid en 1841 -Montes de Oca y Diego de León-), la insurrección popular en Barcelona contra el
librecambismo y el centralismo, que fue sofocada con el bombardeo de la ciudad, con la división de los propios progresistas ante el talante dictatorial de Espartero (el duque de la Victoria) y finalmente con un amplio movimiento militar dirigido por Narváez, que provoca el exilio de Espartero.Con Espartero se inicia el “régimen de los generales”, que durará hasta 1868: los militares van a intervenir en política para defender la monarquía y el orden social,inaugurando un pretorianismo que no se abandonará durante gran parte del S. XIX
1609 (casi 300.000), que dejó el país sin una mano de obra necesaria en momentos de crisis (artesanos, hortelanos). Entre 1601 y 1606 la corte estuvo ubicada en Valladolid.
Con Felipe IV asciende un nuevo valido, el conde-
duque de Olivares. Pretendía la restauración del poder continental, lo cual con el esfuerzo único de Castilla no se podía conseguir. Su objetivo era que todos los reinos contribuyesen por igual al
esfuerzo imperial. El primer paso del plan de Olivares (Uníón de Armas, 1626) era el alistamiento de un ejército en caso de guerra de 140.000 hombres, reclutados proporcionalmente según la riqueza y población de cada reino. Esta idea fue rechazada por las Cortes de Barcelona y Olivares abríó un frente de guerra en Cataluña, con lo cual se veían obligados por sus fueros a colaborar. Las tropelías y roces del ejército con la población catalana producen una situación que degeneró en rebelión (Corpus de Sangre en 1640). La Generalitat catalana solicitó la ayuda francesa y proclamó conde de Barcelona a Luis XIII. Posteriormente los abusos franceses, provocan un levantamiento catalán y la llegada de tropas castellano-aragonesas y unas capitulaciones amistosas que respetaban los fueros catalanes.En el mismo año se subleva Portugal, aprovechando que las tropas están en
Cataluña, declarándose independiente y nombrando rey al duque de Braganza. La debilidad de la corona, así como algunas derrotas militares, imposibilitan la recuperación de Portugal, que firma acuerdos con Francia e Inglaterra.
En Andalucía también se subleva el duque de Medina Sidonia, en Aragón el duque de Híjar y en Nápoles y Sicilia la masa popular agobiada por los impuestos.Todos ellos son episodios del malestar social y el temor de los reinos periféricos a
hundirse en la ruina de Castilla. Su correspondencia temporal muestra una Monarquía en peligro de desintegrarse, pero gracias a la habilidad del rey, al control de los resortes
del gobierno y a la comunidad de intereses de las élites se consiguió superar la crisis,con la única pérdida de la independencia de Portugal y Motín de Esquilache.
El liberalismo político. Progresistas y moderados
La primera fase en la construcción del Estado liberal en España es la Regencia de María Cristina (1833-1840).
Con el primer gobierno de Cea Bermúdez (1832-34), se produjo un inmovilismo político que le hará caer, pero se acometen dos reformas administrativas importantes: La creación del Ministerio de Fomento en 1832, que se venía a unir a los siete
creados en Cádiz y que se mantendrán durante todo el siglo: Estado, Gobernación,Ultramar, Gracia y Justicia, Hacienda, Marina y Guerra. El Ministerio de Fomento,posteriormente se desdoblaría en Comercio, Instrucción y Obras Públicas.La nueva división provincial de Javier de Burgos (1833) : las provincias son entes territoriales, ni políticos ni históricos, medios para mejorar la administración y la economía (fomento) Eran el soporte ideal para organizar la administración civil y militar con las diputaciones, los partidos judiciales y ayuntamientos, en una pirámide de poder, con un actor principal, el subdelegado de fomento (luego gobernador civil), marioneta del partido de turno y germen de la maquinaria caciquil, encargado del orden. Todo ello estaba inspirado en el modelo departamental francés y en la figura del prefecto, con la diferencia de que en la Francia revolucionaria se barrieron reinos, fronteras y lenguas y se impuso un nacionalismo centralista. En cambio, en España, a pesar de que la división establecía l supresión del caos administrativo y l heterogneida
(adelantamientos, merindades, comunidades, etc.) y su sustitución por una división homogénea de provincias, racionalista y como medio administrativo del Estado
centralizador y uniformizador, no supuso el fin de las peculiaridades regionales debido a las malas comunicaciones y a la falta de revolución industrial. Además, “las concesiones a la Historia mantendrán latente bajo la supuesta unidad nacional una fiebre regionalista, larvada también en la supervivencia de las lenguas no castellanas, que protagonizará a finales del Siglo XIX la escalada de los nacionalismos periféricos”El resultado son 49 provincias que llegan hasta hoy, salvo pequeños retoques:- Con Espartero, La Rioja Alavesa se integra en Logroño, pa segregarse poco después.- Guipúzcoa tiene como capital Tolosa hasta 1854.- Villarrobledo se incorpora definitivamente a Albacete en 1847- En 1851, Requena, Utiel y otras poblaciones pasan de Cuenca a Valencia.- En 1927 la provincia de Canarias se desdobla en las de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, constituyéndose España en 50 provincias.El siguiente gobierno es el de Martínez de la Rosa. Ante la imposibilidad de un acuerdo con los carlistas intenta aunar las dos tendencias liberales, moderados y radicales, mediante algunas reformas de corte político ( Estatuto Real de 1834 ) El Estatuto no produjo el efecto deseado, sino el descontento liberal en las ciudades. En este caldo de cultivo, el cólera afectó a varias ciudades, lo que fue aprovechado por los agitadores para acusar a los frailes de envenenar las aguas de Madrid. La indignación llevó a la quema de conventos y a la matanza de frailes, lo que unido al incendio de la fábrica de la Bonaplata en Barcelona por los luddistas aceleró la caída del Conde de Toreno. El motín de los sargentos de La Granja en 1836 (descontentos por el moderantismo y ganados a la radicalización ante los ataques carlistas), obliga a la Reina Regente a restablecer la Constitución de Cádiz y la formación de un gobierno de liberales progresistas (Calatrava y Mendizábal). Poco después, ante los acontecimientos de la Guerra Civil se forman unas Cortes Constituyentes y se promulga una nueva Constitución en 1837, que modera estos ímpetus para intentar unir a todo el liberalismo frente al peligro carlista.
El gobierno progresista del “bienio Calatrava” llevó a cabo la desamortización de los bienes eclesiásticos, la supresión de los diezmos, la consolidación de la Milicia Nacional o Milicia Urbana (grupo armado de voluntarios que apoyaba a los progresistas, generalmente constituidos en juntas) y la libertad de prensa.El radicalismo liberal del gob Calatrava provocó una fuerte oposición que llevó a los modera 2 al poder en las elecciones de 1837, consolidando los logros anteriores y acabando con la guerra carlista (1840). Pero los enfrentamientos con los progresistas no habían acabado y se producirán en torno a la Milicia Nacional y a la autonomía de los ayuntamientos.La siguiente fase en la construcción del Estado liberal es la Regencia de Espartero(1840-1843) . General prestigioso por haber acabado con la guerra carlista, consolida su fama al defender la elección de los ayuntamientos frente a la Ley de Ayuntamientos de 1840 de los moderados que impónía el nombramiento de los alcaldes desde el gobierno (contrario al art. 70 de la constitución). Apoyado por los progresistas sustituye a la Regente. Pero su
actuación en el gobierno fue un fracaso. Su personalismo y su política librecambista (aranceles del 15%) le acarrearon la oposición de los industriales catalanes, de los mismos
progresistas y de amplias capas del ejército (O’Donnell, Prim, Narváez).La oposición se mostró en varios pronunciamientos moderados (País Vasco, Madrid en 1841 -Montes de Oca y Diego de León-), la insurrección popular en Barcelona contra el
librecambismo y el centralismo, que fue sofocada con el bombardeo de la ciudad, con la división de los propios progresistas ante el talante dictatorial de Espartero (el duque de la Victoria) y finalmente con un amplio movimiento militar dirigido por Narváez, que provoca el exilio de Espartero.Con Espartero se inicia el “régimen de los generales”, que durará hasta 1868: los militares van a intervenir en política para defender la monarquía y el orden social,inaugurando un pretorianismo que no se abandonará durante gran parte del S. XIX